“el nacimiento de la Fiesta coincide con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla……… asi pues, las corridas de toros…….. son una cosa tan nuestra, tan obligada por la naturaleza y la historia como el habla que hablamos.”. R. Pérez de Ayala
la suerte suprema
lunes, 31 de mayo de 2021
CARACAS.- CONFERENCIA DEL DR. LEOPOLDO CORDOVA: "TOROS Y FLAMENCO"
El despertar / por Jorge Arturo Díaz Reyes
Las personas frecuentemente no lo logran. Y menos después de un período tan prolongado. La mayoría no regresan, y quienes lo hacen suelen sufrir diversas lesiones y desadaptaciones. Algunos igual a las películas o los cuentos.
Como el de Rip Van Winkle, quien despertó veinte años después, bueno y sano sí, pero ajeno a una realidad que no reconocía. La revolución había sucedido sin que se diera cuenta, su esposa no existía, un hombre que se llamaba como él decía ser su hijo. Ya no tenía rey, ahora tenía presidente (George Washington) y muchos de sus amigos habían perecido. Pero el solo hecho de volver en sí le era milagroso y como tal inexplicable.
Pues a la fiesta le está pasando algo así. Se sacude de un sueño profundo. Abre los ojos a un mundo distinto, como entumecida, sin dinero, en medio de pandemia, prohibiciones y deserciones. Ya Las Ventas, La Maestranza, Pamplona… no admiten corridas. El San Isidro es otro. No en plaza sino en “Palacio”, apenas once festejos, tendidos vacíos y espectadores televidentes. Toros más añosos que los habituales. Más riesgo, menos recompensa.
Así espabiló hace unos días en Vistalegre. Hoy, después de tal reposición de su feria magna, el San Fernando en Aranjuez (con menos cambios), y Navalcarnero, Niebla, Valdilecha, Llerena, Tomelloso, Montoro, Ciudad Lerdo, Apizaco... y en las redes carteles, promesas de futuro: Castellón con su Magdalena extemporánea, y Arles, Brihuega, Colmenar Viejo, Zamora, Mont de Marzan, Burgos… ¿No Alicante, Algeciras, Valencia, Azpeitia, El Puerto… qué se hicieron?
Bueno, ya no es como el antaño lejano, cuando la fiesta era fiesta. Ni siquiera parecido al inmediato antes de la crisis, cuando se agravaban las carencias, los ahogos y las contracciones. No. Ahora, tras tantos amigos muertos, tantos toros al matadero, tanto tiempo perdido, las cosas van más duras aún.
Pero al menos hay signos de vida y quienes todavía bregan por mantenerla. Quizá cuando ellos tengan éxito, si es que lo tienen, regresen también los grandes promotores, abran sus ruedos y entonces a lo mejor sonriamos y nos digamos alegremente —no fue un coma, solo una pesadilla.
Carteles de la Feria Taurina de Castellón 2021: “Una Feria de cine”
Azpeitia, entre el dolor y el desencanto / por Pla Ventura
Si lamentamos todas las ausencias taurinas en cualquier coso del mundo, que Azpeitia se haya quedado sin toros por segundo año consecutivo es algo que nos descorazona el alma. Es cierto que, la feria citada es un espectáculo singular que, por el contrario a lo que vemos en muchas plazas de Castilla La Mancha que se celebran festejos con doscientas personas, la plaza guipuzcoana no puede darse ese lujo porque, ante todo, su feria de San Ignacio tiene carácter benéfico, razón por la que todos los años se congregan muchísimos aficionados de España y Francia que, entre todos le dan sentido a esta bellísima feria norteña.
Azpeitia, taurinamente, es otro mundo comparado con cualquier plaza; allí todo es distinto porque todo se sustenta con la verdad del toro y, sin público, como todo el mundo entenderá, es imposible su celebración; hasta el gran Joxin Iriarte se ha visto atado de pies y manos. ¿Cómo será la cosa para que este vasco ejemplar haya tenido que desistir? Grave, muy grave.
Nadie lo podíamos imagina pero, Azpeitia, sin su aforo total, no puede celebrar su feria. La tristeza se ha instalado en dicha localidad pero, la situación es la que manda y, por muchos esfuerzos que se han hecho, Joxín Iriarte no ha podido encontrar una fórmula mágica para la celebración de su feria. Lo digo porque, en esta ocasión, ni el talento, trabajo, dedicación y afición de Iriarte han servido para llevar a cabo tan bella feria.
Imaginamos el dolor que sentirán los guipuzcoanos al verse privados de dicha feria y, mucho más, Las Hermanitas de los Pobres y otras instituciones benéficas que, año tras año, eran receptores de la buena voluntad de ese pueblo admirable y, por encima de todo, de sus organizadores que, capitaneados por Joxin Iriarte hacían realidad una de las ferias más admirables de España; desde luego, si del toro hablamos, la más significativa del suelo patrio.
Somos testigos directos de lo que supone la feria de Azpeitia y, por dicha razón, lamentamos en grado sumo que la misma no pueda llevarse a cabo. Fijémonos como es la cosa en dicha plaza si de toros hablamos que, la misma, es la única en que ha fracasado con estrépito Andrés Roca Rey. ¿Verdad que parece imposible? Pues es una verdad tremenda, sencillamente porque los toros que se lidian en la plaza guipuzcoana no son para las figuras precisamente.
Insistimos en aquello de defender la dignidad del toro y en Azpeitia, dicho animal, es santo y seña, por dicha razón la plaza aludida concita el lleno total todas las tardes de feria porque, como línea maestra, su feria está revestida por el elemento esencial de las corridas de toros que, sin lugar a dudas, es el TORO. El toro, ese es el éxito de esta feria singular y apasionante; ese mismo toro podría revitalizar todas las plazas de España y, sin duda, que los aficionados volvieran a llenar los graderíos de cualquier coso pero, como quiera que el toro ha quedado en el camino, al respecto, Azpeitia sigue gozando del respeto de todo el mundo gracias al elemento toro.
Quiera Dios que, para el próximo año, una vez más, volvamos a disfrutar de esta feria admirable en la que insisto de nuevo, su grandeza está basada junto al toro y, lo que es mejor, su organización es pura dádiva generosa de unos hombres admirables que, llenos de afición, son capaces de trabajar para su prójimo, en este caso para los más necesitados del lugar. Ejemplos como el de Azpeitia servirían para revitalizar la fiesta en toda su grandeza y, a su vez, para enseñarle al gobierno de ese sujeto llamado “su sanchidad” que, desde el mundo del toro se imparte más justicia y hay más generosidad que en el maldito gobierno que nos ha caído encima.
Del aforo y otros disgustos / por Paco Delgado
Pese a que, parece, el panorama se va aclarando y ya se ve, parece, una luz al final del túnel, el mundo del toro sigue atribulado, compungido y con no pocos frentes abiertos.
No reparamos, sin embargo, en que a veces, cinco minutos de satisfacción pueden significar muchas horas de trabajo constante, tiempo, esmero y esperanza en el logro. Y en la consecución de ese objetivo puede suceder, y sucede, que nos topemos con no pocos factores en contra y resultados negativos que, no obstante, no deben influir sino en potenciar nuestra constancia en conseguir lo que nos hemos propuesto.
Ha sorprendido la poca afluencia de público a la ilusionante y valiente feria de San Isidro organizada en el Palacio Vistalegre. Un serial estructurado sobre los principales nombres de ahora mismo, tanto en toros como en toreros, que, a la vista está, no ha tenido la respuesta esperada.
En la vida pasan cosas malas, claro, es cierto. Pero la clave está en verlo todo tal cual es y no peor de como realmente sucede. Es ahora momento, pues, de analizar cómos y porqués, extraer consecuencias y aplicar remedios. La razón por la que las personas fracasan realmente no es porque pusieron sus metas muy altas y no llegaron, sino porque las pusieron muy bajas y las alcanzaron (Groucho lo dijo mejor y con mucha más gracia: habiendo surgido de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria). Conformarse con el pan para hoy es tener asegurado el hambre para mañana y sólo quien se atreve a caminar llegará a destino. No ha sido lo de San Isidro una locura. Para nada.
El escritor americano Elbert Hubbard daba la receta: Un poco más de persistencia, un poco más de esfuerzo, y lo que parecía irremediablemente un fracaso puede convertirse en un éxito glorioso.
Y si en Madrid ha sobrado, desgraciadamente, sitio, en otras latitudes hay malestar y enfado precisamente por el tema del aforo. En la Comunidad Valenciana, sin ir más lejos, donde aficionados y profesionales andan soliviantados con las autoridades locales por esa cuestión. Y con razón.
Comparativamente es en estas provincias donde, con mejores datos en la lucha contra el coronavirus, menor aforo total se permite y donde no existe a día de hoy ninguna planificación de aumentar aforos si la evolución del virus sigue siendo así de positiva. No es comprensible que se permita un 75% de aforo sin ningún otro tipo de restricciones ni límites de personas para espacios cerrados como cines, teatros o circos; o para auditorios o salas multifuncionales, incluso en instalaciones portátiles que nunca reunirán las condiciones ni las posibilidades de control de accesos y de la entrada y salidas de personas que sí se disponen en las plazas de toros por el número de puertas y accesos que estas tienen.
Es por ello que las empresas valencianas relacionados con el espectáculo taurino, así como peñas, clubes, federaciones, asociaciones, etcétera, han hecho público un manifiesto para poner de relieve la situación que se vive con respecto a la marginación a la cual las autoridades autonómicas someten al sector taurino en cuanto a los aforos permitidos para estos espectáculos. Y máxime cuando la idea es comenzar la normalización de la temporada en junio, con la celebración ya de festejos y hasta ferias. Pero, claro, con esta incertidumbre y sin la seguridad de que se admita un número de espectadores que haga viable su celebración, todo está en el aire.
Tampoco en Albacete escapan a esta confusión y la coletilla del metro y medio de distancia hace inviable en la práctica el poner en marcha cualquier función con un presupuesto elevado.
El Pana, un lustro después / por Antolín Castro
A la hora de escribir es normal que me refiera al torero, pero será muy difícil que no lo haga con el sentimiento del que lo hace de un amigo. El torero era El Pana, el amigo era Rodolfo, y ambos eran la misma persona, aunque fueran muy distintos personajes.
Al torero se le echa de menos, de hecho, no ha aparecido nadie ni siquiera parecido, ni en las formas ni en el fondo. El Pana era la mejor versión del torero hecho a sí mismo; del romanticismo más puro; de la rebeldía ante los sistemas que oprimen la Fiesta. Un despreciable personaje para quienes solo quieren que todo esté muy atado. El Pana tenía muchos defectos, pero ninguno fue el de sentirse atado a nada que no fuera su propio sueño de ser torero… a su manera.
Un lustro después le recordamos vestido de luces, de goyesco, en la última tarde que toreó en España, en la plaza andaluza de Antequera. Allí consiguió que Morante y Talavante, compañeros de terna, le acompañaran a la plaza en la misma calesa. No se conformó con ello, puso un puro en sus manos y los tres participaron en la ceremonia de ser personajes toreros llegando a la plaza muy cerca de los aficionados. Ese era el estilo de El Pana, la cercanía con los aficionados y el pueblo.
Ahora, como amigo, recuerdo bien como pensaba que su próximo paso iba ir en la misma dirección, junto al pueblo. Su ilusión era ser alcalde de su pueblo, Apizaco, allí en su tierra mexicana.
Un toro se encargó en la localidad de Ciudad Lerdo de cerrarle el camino, como tantos otros taurinos se lo habían cerrado con antelación y durante tantos años. Quisieron siempre tapar su sombra, que era muy larga, con el dedo de la imposición y un siete de enero de 2007, él solito se encargó de doblar muchos dedos, casi todos.
Su imagen se amplió, su sombra llegó a todas partes y tuvo tiempo de torear en España y en Francia, de estar junto a los que saboreaban el éxito en la cartelería en los dos países. Otro dedo impidió su máximo sueño que no era otro que confirmar su alternativa en Las Ventas. De ahí que, tras esperar ocho años sin una respuesta razonada y válida por quienes dirigían la plaza, decidiera ser útil a su pueblo y destinarles a ellos sus esfuerzos.
Pero si su ausencia en este lustro también frustró mis aspiraciones como aficionado, mucho más lo ha hecho desde la perspectiva de su amistad. Un gozo segado por la fatalidad de una tarde sin gloria me dejó sin su amistad. Poder charlar relajadamente con él es de las mejores cosas que me han sucedido. Mucho mejor que El Pana, con lo que pesaba ese personaje, era Rodolfo. Una sensibilidad adquirida en una vida llena de matices, un drama de novela.
Tuve la suerte de tenerle a mi lado, de contar con su amistad, de realizar viajes juntos, el último desde Antequera a Madrid, y de cada conversación salía más convencido de que en nuestro encuentro casual en México, tuve la misma suerte que El Pana tuvo encontrándose con Rey Mago y Conquistador. Mucho cambió en mi vida tras conocer a Rodolfo, una persona de las que te hacen crecer.
No olvido su toreo, pero mucho menos olvido nuestros encuentros en casa o fuera de ella. El alcohol le hizo caminar permanentemente en el alambre, incluso con máximo riesgo de muerte, pero al final fue la acción de un toro la que acabó con él.
Allá donde estés Rodolfo, seguro en un sitio bueno, como tú eras, estarás dando testimonio de lo mejor de los hombres y los toreros. Muchos son los que quieren ser toreros, pero nadie ha sido tan marcadamente diferente como El Pana. Tu memoria, amigo, permanece siempre conmigo.
domingo, 30 de mayo de 2021
Vuelve el fútbol / por Pepe Campos
En cuanto el fútbol se convirtió en recién hecho, en garra y empuje, el juego de los efectos especiales (caídas, faltas, aglomeración, protestas, picaresca y estadística) dejó de funcionar. Podemos comentar, de paso, que no entendemos las lágrimas de Agüero porque no era titular, ni lo iba a ser y jugó de milagro —será por cosas que él sabrá—, a no ser que llorara por haber chupado tanto banquillo bajo las órdenes del filósofo de Sampedor. El filósofo esta vez no pudo dar la charla a nadie pues se jugó a 120 Kilómetros por hora y no le dio tiempo ni de pensar ni de echar sus parrafadas mediáticas dirigidas a cambiar las decisiones de los árbitros: esta vez una final dirigida por un español (Mateu Lahoz), que lo hizo tan bien, que no lo parecía. No sabemos si a Pep que el árbitro fuera de la Península Ibérica le produjo mudez (a su vez, además, no sacó a ninguno de los jugadores españoles del City: Rodri, Torres, García y Laporte, todos ellos convocados por Luis Enrique para la Eurocopa), porque su silencio (de Pep), reflejaba que no pudo ni supo contestar a la disposición de jugadores desplegada por el Chelsea en el campo, un desdoblamiento combativo, enérgico, valiente, enfocado y dirigido a que surgiera ese pase vertical definitivo, el que le pudo servir Mount a Havertz, para que resolviera con alegría la situación, con el gol, a modo de placer propio de un jugador que se encuentra en ascenso y disfruta de lo que hace.
Tanto el Bayern de Múnich, el año pasado, como el Chelsea este año le han dado una vuelta al fútbol, en la vieja Copa de Europa, para convertirlo otra vez en un juego donde predomina lo vertical, con la belleza del pase largo, la disciplina defensiva (saberse situar en el campo), tapar huecos (nada de pasillos), la recuperación de balón y lanzarse al ataque. Sí, puede ser que tanto el Bayern como el Chelsea no sean los mejores equipos del mundo, pero han sabido sacar en la escena que les ha tocado lidiar, algo fundamental, el orgullo; necesario, primero, para no dejarse ganar por otros equipos plagados de figuras (con miles de datos estadísticos a favor) y, en segundo lugar, para imprimirle intensidad, ritmo, agresividad (sana), pundonor y tensión al deporte rey, para no amilanarse ante rivales con más recursos (se dice que técnicos), pues los recursos del fútbol (brío, ímpetu…) son infinitos (a veces, más valiosos que los técnicos) pero hay que saber sacar partido (a ese entusiasmo, a esa ilusión, a ese amor propio, a la lucha, a la pelea, a no ceder un milímetro en el campo). Todo ello muy ausente en La Liga española, donde el pasillo Messi ha adocenado todas las tácticas posibles (con resultados como: 6-0; 0-5; 7-1; 2-8) y ha adormecido a todos los jugadores que prometían y que se han quedado en poca cosa (comparemos esa línea medular del Chelsea de ayer con jugadores prometedores españoles y saquemos conclusiones de qué es lo que falla, si lo que se echa de menos viene de las órdenes de los entrenadores de los clubes españoles (entrenadores buenistas: ¡hay tantos!) o del endiosamiento de los propios jugadores que piensan más en una estética huera y no en la belleza de la verdad; o de ambos ámbitos
San Fernando, patrón de la juventud española / por Eugenio Fernández Barallobre
Ejemplo permanente de las virtudes características del caballero español, uniendo a un incuestionable valor, la piedad que identifica a un buen cristiano. Fiel cumplidor de sus pactos y promesas hechas a los vencidos; respetuoso con su enemigo al que nunca consideró como tal, combatiendo bravamente para lograr devolver a España su identidad secular; intrépido y osado en sus campañas; amante de las letras; del deporte; ferviente católico; tenaz en sus empresas; es una de las figuras cumbre de nuestra historia, probablemente, en unión de la Reina Ysabel la Católica, la figura política más relevante de nuestra Historia. Todo un paradigma a imitar por las generaciones de españoles de ayer, de hoy y de siempre.
San Fernando, es, además del día de nuestras Fuerzas Armadas y el Patrón de las Especialidades Fundamentales de Ingenieros y Transmisiones del Ejercito de Tierra, el Santo guía y patrón de la juventud española proclamado por el Frente de Juventudes y, más tarde, por la Organización Juvenil Española (OJE), quien le ha rendido culto tradicional desde el instante mismo de su creación.
Los que debemos una parte fundamental de nuestra formación como españoles a la O.J.E. en cuyas filas militamos, vistiendo la gloriosa camisa azul, a lo largo de nuestra juventud, conocemos la figura de San Fernando que siempre ha estado presente como todo un icono y un paradigma a imitar en nuestros gestos y acciones.
De él, de su figura inmortal, hemos aprendido a ser fervientes españoles, limpios de corazón, respetuosos con nuestros compañeros, amantes del esfuerzo y del sacrificio, caminantes sin descanso por las sendas del honor, entendido que el servicio es siempre un honroso acto de entrega a nuestra Patria, a nuestros ideales y creencias más profundas.
Durante aquellos maravillosos años en los que, macuto al hombro, recorríamos, alegres, los caminos de una España que había comenzado a florecer, donde todos los vientos de la rosa nos enseñaban justicia libertad, entonando nuestras canciones de paz, aquellas que nos hablaban de lealtad, de sano orgullo juvenil, de sentimientos de proyección en lo universal, siempre estuvo presente la figura de nuestro Santo Patrón, San Fernando.
Luego, aquellas noches de vigilia tensa y segura, meditando en nuestros campamentos sobre nuestros ideales más profundos, bajo el palio estrellado de nuestra amada España, donde los luceros que brillaban, iluminando el nocturno, eran el recuerdo imperecedero de los que, generosamente, supieron entregar su vida por el supremo ideal de la Patria, la última oración se la dedicábamos a nuestro Patrón en la seguridad de que él, no solo guiaría nuestra ruta, sino también nos daría las fuerzas necesarias para acometer cualquier empresa y superar todo tipo de obstáculos, manteniendo nuestra senda recta y limpia hasta lograr el gran objetivo de ser consecuentes con nosotros mismos y con nuestra forma de entender la vida.
Campamento de la Organización Juvenil EspañolaHa pasado mucho tiempo desde aquellos días. Hoy, ya veteranos, seguimos recordando a nuestro Santo Patrón, evocando con nostalgia unos años en los que aprendimos a amar a Dios y a España por encima de todas las cosas; a ser fieles cumplidores de nuestro deber; a recorrer con alegría ilusionada los campos de nuestra amada Patria, llevando con nosotros, un mensaje de ilusionante esperanza, de eterna primavera; a servir para valer como primera gran consigna, capaz de hacernos entender cuál era nuestra polar, nuestro norte, todo un ejemplo de vida.
Tal vez, muchos jóvenes españoles desconozcan que hoy es el día de su Patrón y que, ni tan siquiera, conozcan la figura de San Fernando, el Rey Santo. De un tiempo a esta parte, estamos siendo testigos de cómo se engaña de forma miserable y consciente a nuestras juventudes, de cómo se le sustrae lo esencial para sustituirlo por lo anecdótico, de cómo se les incita a santificar a ídolos con pies de barro, de cómo lo efímero sustituye a lo permanente, a lo trascendental, a lo eterno, de cómo un relativismo feroz e implacable se convierte en una especie de religión que deben idolatrar.
Es preciso que, de nuevo, si queremos que España se salve y recupere su secular identidad, nuestra juventud vuelva buscar paradigmas como nuestro Santo Patrón, San Fernando; vuelva a recorrer con sana alegría juvenil los senderos de la Patria; vuelva a hacer España marchando, con buen paso, por sus fértiles valles o escalando sus escarpadas montañas; vuelva a sentirse, en unión de sus camaradas, como uno solo para lograr la gran empresa de devolver a nuestra Patria la dignidad que han querido arrebatarle los políticos corruptos y acomodaticios; vuelva a soñar con noches campamentales cantando bajo los luceros, con claros amaneceres en los que jamás se ponga el sol de la Patria, el pan y la justicia, de lo contrario estaremos condenados a morir como Nación.
Hoy, es San Fernando, el Patrón de la juventud española, nuestro Santo Patrón. Un día en el que deberíamos reflexionar sobre los valores aprendidos y si hemos sido capaces, a lo largo de nuestra vida, de hacernos acreedores, a imitación de San Fernando, a merecer la consideración buenos hijos de España. Ojalá que lo hayamos logrado y si es así, démosle las gracias a nuestro querido Patrón y enseñemos, sin recato, este mensaje a las generaciones que vienen detrás.
¡Feliz San Fernando!