Tal y como como le dijeron los caudillos dálmatas y balcánicos al Emperador Tiberio “no nos mandas pastores para gobernarnos, nos mandas lobos”, en Marruecos gobiernan los lobos de Mohamed VI que, investidos de la teocrática bendición de su poder y sedientos de codicia, no administran, rapiñan las ayudas internacionales que, como el maná celestial, llega a Marruecos desde el Occidente Infiel y desde el paraíso perdido de Al-Ándalus, más para saciar al lobo alahuí, a su manada y a su camada, que para paliar las indecentes condiciones de vida de su pueblo. Europa lo sabe, pero paga. España lo sabe, pero paga. Pagan, como se paga a un matón incómodo para mantenerlo en sus predios. Pagan como la Roma decadente (subrayo, decadente) pagaba a las tribus bárbaras para que no cruzasen la fronteras fluviales del imperio, el Rin, el Danubio, y el Éufrates. De nada les sirvió. Cruzaron todos en avalancha y abrevaron sus caballos en el Tíber y sus gaznates en los palacios de los Césares y de los patricios.
Nada hemos aprendido. Mohamed VI, sí. Sabe que allende nuestras fronteras fluviales, marítimas y terrestres no hay ni patricios ni Césares, sólo plebeyos decadentes dispuestos a pagar lo que él les pida cada vez que les llene la costa de moros desesperados. El Emperador Septimio Severo decía que “cuando se agarra a un lobo por las orejas ya no se le puede soltar”... salvo que con la otra mano le rebanes el cuello. Pue eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario