Es reconfortante poder hablar bien de la tauromaquia y, por encima de todo, de aquellas personas que ponen su talento y creatividad al servicio de la fiesta y, confeccionar un cartel como el citado es sinónimo de ser aficionado y, en segundo lugar, tener conocimientos lógicos para que un cartel tenga tirón para todo el mundo porque, con todos mis respetos para todos los toreros del mundo, no existe cartel más atractivo que el citado.
Por eso la tauromaquia es tan grande porque, nadie podía sospechar, hace cinco minutos que un torero veterano con veinte años de alternativa y dos jóvenes de nueva ola podrían formar un terceto admirable para todos. Fijémonos que, Diego Urdiales es un veterano que, pese a todo, sigue siendo novedad en tantísimas plazas de España, como lo son Juan Ortega y Aguado. O sea que, tres “desconocidos” son el mayor atractivo del toreo en estos momentos. ¿Verdad que el misterio de la fiesta es indescifrable? Ahí tenemos las pruebas.
Hubo un cartel en Vistalegre en el que en mi crónica titulé, “No eran esperados” Y resultó ser cierto. Habían sido contratados, pero nadie les esperaba. Lo digo en el sentido de que la mayoría de los diestros actuales, las figuras veteranas, nadie les espera porque son agónicos de entrada; es decir, lo peor que podemos esperar de un torero es adivinar todo aquello que hará que, sin duda, es el caso de los llamados grandes de la torería que, tras tantos años, nadie les espera y, lo que es más triste, nos los meten con calzador. ¡Qué triste, amigos, que adivinemos el resultado de un festejo antes de que se celebre!
Por el contrario, cuando el cartel tiene misterio, acabará cómo tengo que acabar pero, aquello de la incertidumbre, la expectativa, la ilusión, el deseo, la esperanza de que unos toreros pueden llenar nuestros corazones de aficionados, eso es privilegio de muy pocos diestros y, reunir a los tres que puedan hacernos soñar con su toreo, eso es lo más hermoso del mundo y, sin duda alguna, Diego Urdiales, Juan Ortega y Pablo Aguado son la gran esperanza que, insisto, como los toros no colaboren no harán milagro alguno, pero siempre se barrunta, ante semejante cartel una borrachera de arte.
Claro que, la desdicha, como tantas veces hemos visto, es que colaboren los toros y que los muelan a trapazos, derechazos y pases sin alma ni vida. Esa es la tónica habitual entre la torería andante de todos los que se llaman figuras del toreo pero que, nadie, absolutamente nadie ha congregado a más de tres mil personas en Madrid. En el mejor de los casos, los toreros citados a los que ha reunido en Morón de la Frontera el señor Garzón para el próximo 18 de junio, para dicha tarde podemos albergar todas las esperanzas del mundo porque en dicha quiniela, jugamos al 1-X-2; es decir, cualquiera de los tres diestros, con toda seguridad, no aportará un premio y, a ser posible, los tres juntos.
Dios quiera que se repita muchas veces el cartel citado, el que en su día anuncié sin ser adivino, con ser aficionado es más que suficiente para saber que Diego Urdiales, Juan Ortega y Pablo Aguado nos pueden hacer soñar despiertos; como dije, juntos o por separado pero, que a nadie le quepa duda que de dicho triunvirato siempre hallaremos la razón del toreo, sencillamente porque estamos hablando de tres artistas y, de dichos hombres, como su nombre indica, solo podemos esperar el más bello arte.
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