“el nacimiento de la Fiesta coincide con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla……… asi pues, las corridas de toros…….. son una cosa tan nuestra, tan obligada por la naturaleza y la historia como el habla que hablamos.”. R. Pérez de Ayala
la suerte suprema
sábado, 31 de agosto de 2024
Recordando a Manolo Bienvenida / 86 años de su fallecimiento.
La inquisición liberal / por Ignacio Ruiz-Quintano
Me entran escalofríos / por Pla Ventura
Pla Ventura ha vuelto / por Francisca García
Venezuela: Los 12 años del Museo Taurino de Tovar / por Giovanni Cegarra
La novela ‘Romance de Valentía’ ve la luz / por Paco Cañamero
- PRESENTACIONES
viernes, 30 de agosto de 2024
Carta al cielo a José Cubero “ Yiyo” / por Vicente Ruiz "El Soro"
ÚBEDA. ARTE EN FOTOS DEL TOREO, DE BALTASAR GÁLVEZ Y JESÚS DELGADO / por Juan Miguel Núñez Batlles
Palencia. Triunfal alternativa de Jarocho con Luque a hombros
No tienen dignidad / por Pla Ventura
Claro que, dichos sujetos, a la hora de sus exigencias no son capaces de acordarse de que, dentro del escalafón existen hombres que se visten de toreros y se juegan la vida de verdad, ahí las aberraciones que comenten con sus actitudes absurdas porque, ya me contarán como sería la corrida de Linares, una reata de animalitos propios de una plaza de tercera, en este caso de Álvaro Núñez con un sobrero de Román Sorando. ¿Qué querían dichos sujetos? Vamos que, más tarde, tal y como se desarrolló el festejo, con la gorra podían haber matado sus toros pero, lo de ayer resultó una tropelía más de la que a diario se cometen en el mundo del todo; digamos, en el mundillo de las figuras porque Escribano, por ejemplo, no hace el gilipollas ninguna tarde, más bien todo lo contrario.
Como no lo hizo Curro Díaz que se hizo cargo de la corrida, asumió la responsabilidad a la que se enfrentaba, sabedor de que era el día grande en su pueblo que, por culpa de unos graciosos, Linares no podía quedarse sin si festejo más emblemático. Al final, tal y como nos han contado testigos presenciales del festejo, Curro Díaz ni se despeinó que suele decirse, cortó cinco orejas, dejó contentos a los aficionados y les demostró a los señoritos del escalafón que, pese a discrepancias, ante todo hay que ser un señor y, Morante Y Manzanares demostraron ser unos bandarras de mucho cuidado. Tras comprobar lo de Linares, uno piensa en tantos pueblos de Dios e imagina la de cosas que pasaran en dichos sitios cuanto aparecen las figuras del toreo.
Hoy, claro, todo son agasajos y parabienes para Curro Díaz al que, como es normal, presionaron los señoritos para que se cayera el cartel y no hubiera toros en Linares pero, a Curro le pudo su categoría humana, primero porque es de Linares y acto seguido porque tiene mucha dignidad. Las pruebas son elocuentes. Con lo que le cupo en suerte, Curro Díaz extrajo a sus oponentes lo que tenían dentro y, gracias a su arte y más tarde por sus estocadas, salvó la tarde con una dignidad admirable que, los pájaros antes citados no hubieran hecho nada con semejante material.
Ser figura del toreo para hacer el ridículo por el esperpento que dieron ayer en Linares los Morante y Manzanares, en honor a la verdad, ¿merece la pena ser figura para que todo el mundo te vea como un personaje indigno? Yo creo que no pero, como miles de veces dije, en el toreo existen dos mundos, el de las figuras, esa media docena de señoritos que hacen lo que les vienen en gana e imponen su ley, y el resto de los toreros en los que son la práctica totalidad, matar el toro auténtico se juegan la vida y, a muchos de ellos, hasta se les discrepa. ¿Se puede entender semejante locura? Así está montado el mundo del toro y, lo peor de todo es que nadie lo cambiará y siempre tendremos que soportar a los sinvergüenzas de turno para que se burlen de los aficionados.
Enhorabuena para Curro Díaz, un torero genial y un hombre que anda por derecho en la vida; lo de ayer fue la prueba más contundente que podía mostrarnos.
Paco Camino: Un hombre superior / por Rafael Comino Delgado
El gran Ludwig van Beethoven decía que, “El único símbolo de superioridad que conocía era la bondad”. Creemos que ciertamente la Bondad es una gran virtud, de las más elevadas. Para otros la más grande virtud es la Humildad, que además hace brillar a las demás virtudes, hasta el punto de que Confucio, gran filósofo chino, decía, “La humildad es la base sólida sobre la que se asientan todas las demás virtudes”. Y algunos consideran que la Constancia en la vida es la virtud que de verdad hace crecer las otras virtudes.
Pero refiriéndonos a la superioridad de una persona como tal, como ser humano, creemos que todas las virtudes citadas son fundamentales, y el que las posee es un gran ser humano, al que se debe respetar y reconocer su valía.
Para nosotros, la persona, el ser humano en general, que posee las tres siguientes virtudes es, no me cabe la menor duda, “un ser superior a los demás mortales”: a)Grandeza de espíritu; b)Lealtad de corazón; c) Humildad d de alma,.
a)Grandeza de espíritu. Equivale a tener bondad, nobleza, generosidad y dignidad en todo su proceder en la vida. El espíritu, propio del ser humano, con el que Dios ha dotado a las personas, será tanto más grande cuanto más magnánimo, más generoso, más dispuesto esté a ayudar a los demás. Francisco Camino como persona, durante su vida ayudó a muchísima gente y de muy diferentes formas, lo que, por otra parte, solo saben los muy amigos suyos y los favorecidos. Desde luego en el mundo del toro ayudó a muchísimas personas, que sería imposible enumerar, desde chavales que querían ser toreros hasta a compañeros que apenas toreaban, y económicamente lo estaban pasando muy mal. Pero también fuera de ese mundo, ayudó a personas con problemas económicos de distinta índole. Desde problemas por enfermedades, y él pagaba los tratamientos, hasta otros contratiempos. ¿Cuántas veces personas de su pueblo, o de otro lugar, que tenían problemas él se los resolvía? Llegaban diciéndole, por ejemplo, ¡Paco, tengo un problema, lo estoy pasando muy mal..! ¿Cuánto necesitas? ¡Tanto! ¡Pues tómalo! Bueno, ¡tendremos que firmar un papel!, le decían, y él contestaba, ¡anda, resuelve tu problema y que no se entere nadie! Así muchas veces en su vida. La lista seria enorme, porque a Francisco Camino le rebosaba la bondad por todos los poros de su cuerpo.
b)Lealtad de corazón. El corazón de Francisco Camino era muy grande, no solo en bondad, sino también en lealtad. Era leal con sus amigos, con aquellas personas que se entregaban de verdad con él, con las personas que eran trasparentes, sinceras, claras, francas con él. Lealtad profunda y sincera que nacía en el fondo de su corazón. Cuando pensaba que la otra persona merecía la pena, por su bondad y fidelidad, su compromiso era sólido como una roca y para toda la vida. Cuando se entregaba lo hacía de forma total, absoluta y para siempre.
c) Humildad de alma. La humildad se expresa reconociendo nuestros defectos, respetando a los demás, sea cual sea su condición, rechazando la vanidad y eliminando los propios egos. Francisco Camino era un hombre muy humilde, a pesar de ser un personaje público mundialmente conocido. Sin embargo, jamás hizo la más mínima ostentación de ello, jamás presumió de ello, sino todo lo contrario, siempre intentaba pasar desapercibido, que la gente no se fijara en él, jamás se dio la más mínima importancia, porque era una persona humilde, muy humilde. Pero no confundir humildad con dejarse humillar por los demás. Eso nunca, era como era, respetaba a los demás, pero jamás permitió ser humillado.
No he conocido a muchas personas que hayan reunido estas tres cualidades o virtudes, pero los que las han tenido o tienen, han sido o son personas superiores a los demás mortales, porque Dios ha querido distinguirles con esas gracias, con esas tan elevadas virtudes, y entre ellos estaba Paco Camino, excepcional persona, que seguro Dios tendrá en su Gloria.
Además de las tres virtudes citadas Paco Camino tenía muchas más, pero, sobre todo, una no menos importante, que hoy en nuestro país, dada la enorme degradación política, económica, moral y social que padecemos, y que nos está llevando al desastre total, la han convertido en un defecto, pero para mí seguirá siendo una gran virtud, cual es, decir siempre la verdad, ser enemigo de la falsedad, de la mentira (que hoy es la norma en España), hasta tal punto de que santo Tomás de Aquino decía, “Si un hombre no ama la verdad no es un verdadero hombre”. Francisco Camino siempre decía la verdad, llamando a las cosas por su nombre, y eso a los mentirosos por naturaleza, por condición, a aquellos que por costumbre mienten, les molestaba, cuando como personas, como hombres no le llegaban a Francisco Camino ni a la suela de los zapatos, pero esos son los triunfadores de hoy día en España, en que lo políticamente correcto es mentir, a pesar de que el que miente destruye su dignidad y aumenta su mezquindad. Francisco Camino nunca aceptó esa degradación, siempre fue con la verdad por delante y la cabeza muy alta, lo cual realzaba más aun su superioridad. Por otra parte, nunca cultivó amistades por su nivel social, por ser influyentes en la sociedad, para que ensalzaran su figura, o de políticos que pudieran favorecerle. Sus amigos lo eran de todos los niveles sociales, solo por ser buenas personas, honradas, dignas y leales, merecedoras de su amistad. Y esa superioridad que hemos destacado en Paco Camino, estaba presidida por una suprema inteligencia delante del toro y delante de la vida.
El Paco Camino que he descrito es el que yo seguí desde que él apenas tenía 12 años y yo 10. El que mucho más tarde, en enero de 2021, me dio su amistad y yo le entregué la mía. En conclusión, el Paco Camino, la persona, que podemos llamar, sin temor a equivocarnos, “un hombre de bien”, es decir, un hombre bueno, honrado, integro, cabal, serio en su proceder, el que cuando te daba su amistad, y/o su palabra podías confiar totalmente, porque jamás te fallaría. Sin que yo quiera equipararme con él en virtudes, si diré que me identificaba totalmente con su forma de ser y pensar, por eso siempre fue, y seguirá siendo, para mí, un ejemplo a seguir, mi “alter ego”. ¡Hasta que nos veamos ahí arriba, maestro, amigo!