Fernanda le da perspectiva histórica al debate. Desde que hay corridas de toros ha habido detractores. Existe evidencia documental en esta materia desde el siglo XVIII. O sea, el debate es tan antiguo como el espectáculo taurino mismo. No siempre las posturas han sido irreconciliables. De hecho, muchas de las reglas que hoy rigen las corridas de toros son el resultado de la dialéctica entre apologistas y aficionados a la fiesta brava.
La investigación se remonta al siglo XVIII, "periodo en el que la costumbre de correr toros se transforma, se profesionaliza, se regula, se norma y se discute. La Ilustración, al cuestionar la costumbre de correr toros, provocó que se instituyera y se transformará como práctica cultural".
Acudiendo a la historia, Fernanda desmonta otro mito: No son más civilizados o conscientes quienes quieren abolir la tauromaquia. Esto porque desde siempre ha habido personas que les guste y a otros que les desagrade. Así que afirmar que la prohibición de la fiesta brava es un signo de modernidad, es un auto engaño que implicaría perder referencia histórica.
Para poder dialogar se necesita establecer un acuerdo sobre algunos términos. El uso correcto del idioma español puede evitar malentendidos y facilitar avenencias. Por lo que Fernanda Haro va creando una especie de glosario de terminologías que ayudan a la comunicación. Lo que el libro propone es que haya diálogo y respeto en la sociedad. Y lo hace en forma sencilla y clara. Acude al diccionario de la Real Academia de la Lengua para presentar algunas definiciones. Por ejemplo, explica lo que es arte, cultura, tauromaquia, cruel, cruento, asesino, tortura, mascota, sadismo, sádico…
De esta manera, Fernanda explica y desestima las falacias que algunos antitaurinos repiten en las redes sociales. Nos dice que la opinión de alguien que desconoce es prescindible.
El libro parte de dos premisas que ya le habíamos escuchado cuando se presentó en el Senado de la República a defender la fiesta de los toros y que son la base del programa de Redes Culturales Taurinas, que realiza con María de los Ángeles Díaz Hubard. Primero, la tauromaquia es una actividad legal, normada y regulada, a la que se asiste de manera voluntaria. Segundo, los análisis y los argumentos deben presentarse desde la razón, la ciencia y la evidencia. De esta manera, reivindica el derecho a la cultura, a la libertad de culto –el culto al toro–, y la protección de las minorías.
Con rigor académico, Haro Cabrero expone que las prohibiciones normalmente vienen de alguien de fuera, personas ajenas a la tauromaquia que se escandalizan o a quienes les horroriza lo que pasa en el ruedo y que deciden tomar acciones sin mayor conocimiento del tema. La historia –revela Fernanda– nos demuestra que las prohibiciones "no resuelven el fondo de la problemática si es que la hubiera realmente, puesto que lo que median en ella son, en realidad, factores políticos". Prohibir no logran erradicar la afición taurina; al contrario, como lo vimos después del cierre de la Plaza México, los intentos de abolición hacen que la afición resurge con mayor ímpetu.
Entre los muchos temas interesantes que el libro presenta está que los taurinos han sido siempre respetuosos de los gustos de los demás. No ha habido intento de imponer la tauromaquia a la totalidad de una comunidad. Esto es interesante para un grupo de personas que es calificada como "bárbaros, sádicos o retrógrados que atropella los derechos de otros seres". Resalta el amor al toro bravo de los taurinos y que no hay ninguna ganadería que sea propiedad de un antitaurino.
Fernanda Haro Cabrero es una aficionada a los toros culta y entendida, es decir, "alguien que entiende. Y para entender se necesita conocer, investigar, estudiar, aprender, formarse y, cuando se necesite, reformarse". El libro es una reflexión muy personal que asume desde la responsabilidad que le concede la autonomía. En otras palabras, es una académica que no tiene compromisos con nadie. Habla con rigor intelectual y desde su afición.
La autonomía le permite criticar también a los taurinos. Así que en el libro no sólo desmonta los mitos antitaurinos, también señala clichés y lugares comunes que los taurinos repetimos sin reflexión, ni rigor. Afirma que la mayoría de las veces los taurinos hacemos "una defensa limitada y endeble", sin argumentos que sean elaborados sobre la base de la razón y la evidencia.
Como ejemplo, utiliza la frase que dijo Federico García Lorca: "Creo que los toros es la fiesta más culta que hay hoy en el mundo". Fernanda explica que es una opinión (el verbo "creo" hace referencia a la posibilidad de estar equivocado), de un poeta que está acostumbrado a hablar en un lenguaje metafórico y que lo dijo en 1936. Así que repetirlo como si fuera una verdad científica, es una falacia tan falta de rigor como muchas de las que utilizan los antitaurinos para atacarnos en redes sociales. Y afirma: "La fiesta no se cultiva a sí misma, la fiesta no se hace siquiera fiesta a sí misma; a la fiesta la hacen, la viven, la gozan o padecen, la experimentan, sus asistentes”. También asevera: “No todos los taurinos son cultos, ni lo serán por el mero hecho de asistir a una corrida de toros o a cien incluso".
El libro "Toros. Fundamentos y futuro de un rito ancestral" invita a la sociedad, pero especialmente a los taurinos, a prepararnos, a estudiar y a reflexionar sobre la pertinencia y la vigencia de la tauromaquia.
El texto de Haro Cabrero, como buen toro bravo, se va "pa arriba", se crece… Y termina con una introspección personal y muy pertinente que, me atrevo a pensar, nos deberíamos hacer todos los aficionados. Se cuestiona: ¿Por qué soy taurina?
Fernanda Haro, que en otros textos ya nos había deleitado con una explicación de cómo su afición a los toros la había ayudado como mamá en la crianza de sus hijos ("La Tauromaquia como herramienta para la educación y la tolerancia", Instituto Juan Belmonte, 2022), nos habla del respeto a la naturaleza, de la consciencia de ser una con el mundo y de su concepto de triunfar. Una mujer apasionada que no tiene miedo de su experiencia con el dolor y la muerte.
Para ella, "la tauromaquia es un ejercicio de múltiple comprensión. Puede ser admirada o criticada, pero sus componentes –que el texto analiza con hondura– le permiten perdurar en el tiempo y generar ecos a su alrededor".