Continuar insistiendo a estas horas del martes en que el Madrid, que fue claramente perjudicado, resultó beneficiado por el árbitro sólo puede esconder maldad pura y dura, y ganas, muchas ganas, de perjudicar al equipo blanco, casi ansia.
Bolsas, tuits, clasificaciones fantasma
y la peor Liga del mundo
Me parece alucinante que, transcurridas más de 24 horas desde la finalización del partido de Villarreal, aún haya quien piense (o deje por escrito) que el penalti pitado a favor del Real Madrid por mano dentro del área de Bruno Soriano le dio los tres puntos al equipo de Zidane. Yo vi repetido el encuentro en cuanto Gil Manzano lo dio por acabado pero desde ese pitido final, que debió producirse hacia las diez y media de la noche del domingo, cualquiera que tenga instalado en su casa Movistar Plus puede haberlo visto por lo menos deiciséis veces. Anoche, de la mano de Rafa Guerrero, analizamos en El Primer Palo todas las jugadas polémicas sucedidas durante el partido y Rafa concluyó que la mano de Bruno no era penalti, sí, pero también que ninguno de los dos goles del Villarreal debió subir al marcador, el primero por mano y el segundo por fuera de juego.
Continuar insistiendo a estas horas del martes en que el Madrid, que fue claramente perjudicado, resultó beneficiado por el árbitro sólo puede esconder maldad pura y dura, y ganas, muchas ganas, de perjudicar al equipo blanco, casi ansia. Lo del Barça y su entorno lo interpreto como pura y dura estrategia; que del vestuario azulgrana salga la exclamación "¡Así cualquiera!", tal y como afirma Marca, es comprensible; se ven a un solo punto del Real Madrid y jugando rematadamente mal, de modo que van a poner toda la carne en el asador.
Marçal Lorente nos adelantaba anoche ese sentir, real o de diseño, procedente de la plantilla culé. Que hoy Mundo Deportivo tenga el poco rigor periodístico de salir diciendo que el Fútbol Club Barcelona debería tener 6 puntos más y el Real Madrid 13 menos o que Toni Freixa contribuya con sus majaderías a distraer la atención del horripilante fútbol practicado por los de Luis Enrique forma parte de este terrible espectáculo.
La última Liga que ganó el Real Madrid fue en la temporada 2011-2012, con José Mourinho en el banquillo. Aquel año el equipo blanco batió un record que aún no ha sido superado, el de puntos (100) y el de goles a favor (121). Pese a ello, Pep Guardiola tuvo la desvergüenza de afirmar que habían "pasado cosas raras", sin concretar ni la naturaleza de aquellas cosas ni por supuesto el tipo de rareza. En este totum revolotum, en este auténtico tiovivo en el que se ha convertido la Liga española, tiene más que perder aquel que nunca habla de los árbitros, y ese no es otro que el Real Madrid. Pero ojito, que no se nos vaya de las manos. Entre tanto tuit y tanta clasificación fantasma, en medio de la sugerencia de que un árbitro puede venderse por unos pins y unos llaveros, un loco accede al parking privado del Estadio de la Cerámica y, eludiendo la seguridad privada del Villarreal, se dirige tranquilamente al vehículo de Gil Manzano y coloca un cartel en su parabrisas: "Ladrones". Y ya se sabe que quien coloca un cartel puede colocar otras cosas.