Ya ven, mi madre es en buena parte responsable de mis gustos y aficiones, lo que implica a que lo es en mi devoción por la Tauromaquia. Por eso hoy le rindo merecido homenaje delante de mis lectores. No era una extraña al mundo del toro, fue una abonada en la plaza más importante del mundo.
LA HERENCIA
Como muchos lectores sabrán, el pasado domingo día 12 enterré a mi madre. Así dicho no parece una noticia taurina y si un tema muy personal, pero…
Pero está la herencia y eso suele ser muy importante para todo el mundo. Lo cierto es que en lo económico no me voy a hacer rico con lo que deja, aunque rico ya me hice con su dilatada existencia, 99 años y a tan solo 36 días de cumplir la centena. En ese tiempo imaginen cuánto he heredado de mi madre.
Por supuesto, y en primer lugar, los genes. Eso significa que si de algo puedo, o pudiera, presumir, ella, junto a mi padre, es con toda seguridad la culpable. Luego, al menos lo procuro, su respeto por los demás, su amabilidad y hasta sus ganas de trabajar. Su tenacidad y viveza no es menos cierto que lo intento, pero no puedo asegurar que las alcance.
De los aspectos sociales también me toca aprender, pues era generosa y entregada para con los demás, cosa que yo también intento imitar. Pero cuando todo esto que escribo empieza a tener sentido para aparecer en esta tribuna es cuando les desvele el secreto: Mi madre fue abonada de Las Ventas.
De hecho los abonos que yo tengo en la plaza de Madrid los heredé de mis padres cuando por la edad dejaron de acudir, aunque mi padre siguió unos años más en la andanada de los mayores. Tanto mi padre como mi madre fueron abonados en la plaza considerada la cátedra del toreo. Cómo no me iba a afectar en mi pasión por la Fiesta.
A ellos debo, sin duda, una buena parte de mi afición y de los pocos o muchos conocimientos que yo tenga. En el aula de Las Ventas es obligado aprender. Son muchos los festejos los que se dan al año y eso hace que el conocimiento aumente a través de conocer muchos toreros -en ferias cortas de provincias son pocos, y casi siempre los mismos, los que actúan-, y muchísimas ganaderías. Diferencia vital para que sus abonados se constituyan, a través del conocimiento mayoritario, en aficionados más exigentes.
Ya ven, mi madre es en buena parte responsable de mis gustos y aficiones, lo que implica a que lo es en mi devoción por la Tauromaquia. Por eso hoy le rindo merecido homenaje delante de mis lectores. No era una extraña al mundo del toro, fue una abonada en la plaza más importante del mundo.
Mi madre feliz ante lo que iba a presenciar
Creo no haber faltado a mi cita taurina semanal con los lectores evocando a mi madre. De ahí mis sentidas ¡gracias mamá! por tan preciada herencia.
Juan Mora en plena clase magistral en la residencia de ancianos
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