Preocupante entrada, hay que insistir, con bastante menos de media plaza. Y era cartel de muchos alicientes para Almería: Ureña, de la zona; Adrián, nombre propio de ésta y la anterior temporada; y Martínez, al que hay que considerar paisano porque todos sus prometedores pasos taurinos han salido de aquí.
Almería tiene que hacer un esfuerzo para recuperar el prestigio que antaño tuvo su Feria. Y no vale pasarle la responsabilidad sólo a la empresa, que un año más ha vuelto a ofrecer carteles más que dignos y hasta brillantes. Aquí vale aplicar con toda razón y objetividad el dicho de que "son todos los que están". Así habrá que buscar la fórmula en la que repartir compromisos y obligaciones con otras partes, quizás la misma propiedad podría apretar menos en el canon para ajustar los precios de las localidades a la baja, y por supuesto la oficialidad, Ayuntamiento y Diputación, echando más imaginación y medios para proyectar los encantos y beneficios de las corridas, que son en definitiva también una marca de la ciudad y la provincia. A ver si todos espabilan y se consigue.
Además la corrida de hoy pudo haberse arruinado del todo si no es por la disposición y el talento de los toreros. La terna hizo una apuesta seria y muy responsable, incluido Ureña, que se estrelló contra un lote imposible.
El toro que abrió plaza, con escaso celo para seguir el engaño, embestía un poco a empellones, con impulsos discontínuos y sin rematar los viajes. Toro inservible con el que Ureña se aplicó con tesón, al final para no conseguir nada. También el cuarto, loco por irse, fue complicado para retenerlo y poder engancharlo siquiera para dos medios pases seguidos. La tarde de Ureña, sin toros, fue imposible.
Bonitos y ajustados lances por delantales a pies juntos y verónicas abriendo el compás en el saludo de Fernando Adrián al segundo de la tarde, toro que en el último tercio estuvo en todo momento muy pendiente de escaparse de la muleta. Buen manso, hay que advertir. Y el mérito de Adrián fue sujetarle, tapándole la salida, y pegándole pases de mucha enjundia. Una primera parte de faena con series en lo fundamental de verdadera categoría, abandonado el cuerpo, con exquisita cadencia y buscando siempre la ligazón. Toreo de altura antes de acortar distancias donde el arrimón tuvo igualmente mucho fuste. Lástima la espada donde se esfumaron sin duda las dos orejas.
Y parecido recibo a pies juntos en el quinto, con posterior y alegre galleo por chicuelinas para llevar el toro al caballo. Abrió faena de rodillas con pases cambiados, y aquí la respuesta del toro fue mejor, no obstante, todavía le faltó más continuidad en la embestida. Adrián le pegó pases, como decían los revisteros antiguos, de todas las marcas; y muy ajustados. Toreo de mucha verdad; como la estocada, entrando en corto por derecho. Toro patas arriba, y dos orejas sin discusión.
Buen toreo de capote también a cargo de Jorge Martínez en su primero, en el que con la muleta se mostró asimismo muy solvente, firme y decidido además de brillar en lo artístico a derechas y por naturales, aderezada la faena con muy apropiados remates. Todo muy limpio, todo por abajo y con mucho sentimiento. Pero también aquí se llevó la espada los trofeos.
Por fín le llegó el triunfo a Martínez en el sexto, toro que se movió mejor que los anteriores, y al que el joven murciano-almeriense le cogió las vueltas desde el principio. Distancia, velocidad y altura, tres premisas infalibles en la faena. Firmeza y mucho sentimiento, atributos del mejor toreo. Esta vez entró la espada a la primera, y con contundencia. Dos orejas que deben ser nuevo trampolín a su carrera siempre tan prometedora.
FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de Castillejo de Huebra y uno -el quinto- de José Manuel Sánchez, desiguales y deslucidos. Mansos sin disimulo y sin fondo los cuatro primeros, pitados en el arrastre. Se salvaron en cierto modo por la movilidad los dos últimos.
Paco Ureña: media y dos descabellos (ovación tras dos avisos); y media y tres descabellos (ovación tras aviso).
Fernando Adrián: dos pinchazos y estocada (gran ovación); y estocada fulminante (dos orejas).
Jorge Martínez: pinchazo hondo y dos descabellos (ovación tras aviso); y estocada (dos orejas).
En cuadrillas, Agustín de Espartinas saludó tras banderillear al primero
La plaza registró un cuarto de entrada en tarde tipicamente veraniega, que en Almería es como decir de calor llevadero.
Tras el paseíllo sonaron los acordes del Himno Nacional.
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