"...Una plaza no sólo es de primera por mera designación administrativa, sino por su rigor, exigencia, seriedad y conocimiento. Cuatro conceptos que han brillado por su ausencia en la última feria aunque la cosa ya viene de atrás..."
Una deriva peligrosa
Paco Delgado
No ha sido brillante, tampoco este año, la Feria de Julio de Valencia. Ni en cuanto a asistencia de público ni por lo hecho en el ruedo. Pero, con ser grave todo ello -y habrá que buscar soluciones cuanto antes- preocupa mucho más el comportamiento de la gente.
Tampoco la de 2023 se puede decir que haya cumplido con las expectativas puestas en la tantas veces llamada Feria de San Jaime, un serial que desde hace tiempo corre grave peligro.
Las manos que mueven los hilos del sistema llevan ya mucho buscando la desaparición de este ciclo, antaño la gran manifestación taurina de Valencia y modelo para tantas que han llegado mucho más tarde. Pero la concentración de muchas plazas en pocas manos ha hecho que se tienda a que se celebre una feria por plaza y temporada, molestando mucho el tener que doblar el lomo para sacar adelante más de una en cada lugar. Y, por supuesto, nada de toros durante todo el año...
Pero no es ese el único motivo por el que la de Julio ha perdido no sólo protagonismo, sino buena parte de su viabilidad. Para empezar, se ha dado mucha más cancha a Fallas. Ya no hay festividad que ofrezca soporte a la celebración de corridas de toros. La gente tiene otras muchas opciones de ocio. Nos hemos hecho mucho más cómodos. No aguantamos el calor y da mucha pereza dejar el aire acondicionado de casa o la brisa dela playa. Tampoco ya los fines de semana parecen buenas fechas para acudir a este espectáculo...
Se ha hecho este año más promoción y publicidad que el anterior, pero puede que sea todavía insuficiente y la prueba está en que la mejor entrada habida no llegó a cubrir ni los tres cuartos del aforo. Y eso con un cartel de figuras. Tampoco ayudó el que se descolgasen, por distintas cuestiones, dos de los principales reclamos del cartel.
Y, sí, sí que influye también mucho el que cada día haya menos emoción en el ruedo, algo que hay que apuntar en el debe ganadero. Ni una sola tarde hubo toros o novillos que pusieran en vilo al espectador. Que, al final, se aburre y no vuelve.
Ignorancia
Al margen de estas cuestiones, otro asunto ha causado sonrojo durante esta feria: la poca educación taurina que ha demostrado la concurrencia.
Una plaza no sólo es de primera por mera designación administrativa, sino por su rigor, exigencia, seriedad y conocimiento. Cuatro conceptos que han brillado por su ausencia en la última feria aunque la cosa ya viene de atrás.
Se ha perdido, por desconocimiento, buena parte de la liturgia de la corrida, se admite cualquier toro que salga por toriles, la suerte de varas es ya o un mero trámite o un medio para acabar con el toro antes del último tercio, se aplaude todo, no se valora nada y se piden orejas por faenas insustanciales y huecas, se solicitan trofeos por estocadas cláramante defectuosas -el otro día se hizo hasta por un espadazo que hizo guardia- y se le arma la bronca al presidente que aguanta el tipo y no cede al disparate...
Claro que en esto tiene mucha culpa buena parte de los medios de comunicación -muchos de ellos, sobre todos los portales y las web, en manos de taurinos y dedicados a ensalzar toros y toreros hagan lo que hagan, que equivocan deliberadamente al lector y van generando un caldo de cultivo obviamente contraproducente para elpropio espectáculo, al que se va degenerando de forma alarmante en pro de los intereses de los que mangonean y a los que sólo importa el aquí y ahora. “Palco estúpido” se tituló en uno de estos medios cibernéticos en alusión a quien denegó la oreja por aquella estocada que asomaba por el ijar...
No se trata, ni se pide, que la idiosincrasia de la plaza cambie, pero sí que se trate de mantener un mínimo de decoro. El coso de Monleón no es, ni puede llegar a serlo, la Monumental de Pamplona, cuya mitad -y cada año aumenta el sector- directamente pasa de presenciar la corrida y se dedica a comer, beber y otras muchas actividades que nada tienen que ver con la tauromaquia.
La deriva que está tomando la plaza valenciana es ya, evidentemente, peligrosa y lleva a un destino bastante incierto y de muy complicado retorno. Se ruega a quien corresponda que tome cartas en el asunto y trate de corregir la derrota.
Paco Delgado
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