Hasta el momento, no ha salido al ruedo de Pamplona ni un solo toro digno de mención y, para colmo, en el día de ayer, a los de Ricardo Gallardo se les cortaron siete orejas, ni más ni menos. Dicho así, cualquiera tiene derecho a pensar que vimos un espectáculo de otra galaxia cuando, en realidad, lo que vimos fue un desfile de mansos, bobos, carentes de fuerza y tontorrones como los toros de Ricardo Gallardo. Los temidos Fuente Ymbro se han quedado en mera caricatura lo que certifica que, las figuras, desde este instante ya pueden apuntarse todos a la ganadería gaditana porque, aquella casta, el ímpetu y la bravura que tenían, la que asustaba a los poderosos del escalafón, todo eso ha pasado a mejor vida. ¡Y Ricardo Gallardo estaba contento!
Sin duda, la metamorfosis que sufren las ganaderías es algo espeluznante; años llevaba lidiando Ricardo Gallardo sin que los toreros de más prestigio se apuntaran a su divisa por la razón antes dicha, la casta como elemento fundamental. Hasta algunos buenos toreros rehuían dichos bicornes porque no estaban seguros de sus posibilidades; es decir, de enfrentarse con dignidad a la casta de los toros gaditanos. Que no se preocupe nadie que, a partir de ahora, los animalitos descritos ya tienen santidad como para que los toree Morante de la Puebla, tiempo al tiempo.
Esa vergüenza de ayer en Pamplona debería de hacer cavilar a dicho ganadero que, el hombre, orgulloso de acudir todos los años a Pamplona, tras su “fracaso” de ayer debería de reconducir su ganadería por los derroteros de antaño porque si lo de ayer era un triunfo, que baje Dios y lo certifique. Y los toreros más contentos que unas castañuelas en pleno repique. ¡Hay que ser necios para recoger orejas de aquel calado! Cualquiera, de tener un mínimo de dignidad hubiera tirado las orejas al cubo de la basura pero, a los toreros les vale todo, sin son de regalo nada importa, orejas al fin y al cabo, sí señor.
Cualquiera tiene derecho a sentir una pena enorme al ver la tontuna y borreguez de los de Fuente Ymbro, los temidos toros de hace “cinco minutos”, en realidad son almas cándidas que no dijeron nada; por no tener, apenas tenían fuerzas. Gallardo se mostraba contento pero, como es muy inteligente, desde su interior pensaría que todo ha sido una farsa pero que, ante tal magnitud de orejas cortadas, aquello parecía un festín. Por cierto, ¿habrá algo más triste que ver a un torero enfrentándose a un burro mortecino? Y nosotros criticábamos a Juan Pedro. ¡Qué sorpresas nos tenía deparadas el destino!
De los toreros mejor no hablar. En boca cerrada no entran moscas. Pero ellos saben que todo fue una parodia pero que, de cara a los medios de comunicación como a la de tantos ignorantes en materia, ese “éxito” tan grande les aupará a lo más alto, y es mentira. Nadie de los que formaron el triunvirato les servirá de nada ese “triunfo” apoteósico porque todo fue una burla, si se me apura, una broma de mal gusto.
Respecto a Pamplona, como dije con anterioridad, en estos días contaré la grandeza de lo que supone la fiesta de los toros para dicha ciudad y, de forma muy concreta para la Casa de Misericordia de la ciudad navarra, todo un ejemplo de bondad, altruismo, caridad y todos los valores que le queramos añadir, pero todo ello desde hace casi trecientos años, un récord que nadie ha igualado y, lo que es peor, nadie llegará a la altura de dicha casa misericordiosa si de hacer el bien hablamos.
Cualquiera que vea la imagen que mostramos, si no ha visto la corrida podría pensar que se trató de un espectáculo sublime cuando, en realidad, lo que ocurrió fue una parodia de mal gusto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario