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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 12 de abril de 2025

Siguen los petardos / por Paco Delgado

Aunque hace ya casi tres semanas que acabaron las fiestas de fallas, parece que al personal le cuesta no ya convencerse de que no las volverá a haber hasta el próximo año (con suerte y si Dios quiere) sino que se resiste a tener que vérselas de nuevo con la cruda realidad, alargando las celebraciones hasta entrado el mes de abril y con la vista puesta en la pascua florida.

Paco Delgado
Abundantes fueron los rescoldos, efectivamente, de una feria que estuvo marcada, en sus dos polos, por el mal tiempo, que hasta se cargó la celebración de dos corridas y molestó lo suyo en otros festejos, y el brillo en el ruedo, vía Roca Rey, Tomás Rufo y El Mene con toros de La Quinta como cartel de triunfadores.

Una vez concluidos fastos y eventos ha surgido una cierta polémica cuando la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia ha remitido una carta al presidente de la Diputación de Valencia, para quejarse de los perjuicios que les ha ocasionado a varios de sus asociados lo que ellos entienden por falta de “un único criterio” en los reconocimientos veterinarios previos a cada festejo.

Primer petardo: la competencia sobre el funcionamiento y organización de los festejos taurinos en Valencia depende de la Generalitat Valenciana a través de la Consellería de Interior y por medio de su Dirección General. La Diputación sólo vela por la administración del inmueble y entregar la plaza al arrendatario en condiciones óptimas. Y ahí no hay queja. En el tema de presidentes, veterinarios, etcétera, su nombramiento, funcionamiento y desempeño de sus atribuciones es la administración autonómica quien decide. Error en la elección del objetivo, pero, bueno.

En cuanto a aquella disparidad de opiniones a la que aluden en dicha misiva, se lamentan los ganaderos de verse afectados de manera gravosa, impidiendo que corridas seleccionadas y preparadas para Valencia (sic), no hayan podido salir al ruedo en su totalidad en unas ocasiones y, en otras, hayan tenido que ser remendadas con toros de otras ganaderías.
Los veterinarios han manifestado su decisión de no hacer declaraciones respecto a este tema para no generar más confusión y lío, pero, off the record, uno de ellos, Gerardo Rojo, ha manifestado que la labor de los veterinarios es precisamente defender al público, a quien pasa por taquilla, y para ello tienen que procurar que el toro que se lidie en Valencia sea digno.

Ha habido días que alguno de los toros no daba el peso mínimo exigido por el reglamento para una plaza de primera, por lo que no había más remedio que rechazarlo, así como otros que a su juicio no presentaban el trapío exigible para una plaza de primera. Gente que ha estado en esos reconocimientos asegura que ha habido toros en verdad impresentables para Valencia. Otro petardo. Y no es que se pretenda el toro de Madrid o Pamplona, sólo un toro como siempre se ha procurado que salga en esta plaza. En principio con su presencia, lo que luego desarrollen en el ruedo ya es otro cantar

Hace ya tiempo que se ha instalado en el taurinismo (entendido por quienes organizan, deciden, hacen y deshacen en este negocio y quien les canta a sueldo) que es a las figuras a quien se deben y que la gente que acude a verles no importa, procurando a los de coleta todo tipo de facilidades y comodidades en el desempeño de su función. Que debe ser todo lo contrario y el público el primer objeto de las atenciones de quien organiza un festejo.

Pero eso parece utopía y en Castellón, unos días más tarde, se volvía a defraudar la expectación despertada en torno a la corrida que cerraba La Magdalena con otro encierro lamentable de Juan Pedro Domecq. Una mascletá monumental que, seguro, no será la última pese a que no habrá fallas hasta el año que viene, si no pasa nada y hay luz en el coso de Monleón. Mientras, siguen los petardos.

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