La curva de Laffer
Si uno alimenta al caballo con avena de sobra,
algo acabará cayendo al camino para los gorriones
–No olvides que tú estás aquí por mí –dijo en el callejón el artista, también metido en curvas, a un Finito mosqueado por las picias que le había hecho a su toro.
(Morante de la Puebla)
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Laffer ha venido a España a pedir que Mariano baje impuestos.
Laffer fue el Guindos de Reagan, padre de los 80.
–Los 80, la década que dio forma a nuestro mundo –machacan sin descanso los chicos de National Geographic.
Mas nuestro mundo son los impuestos de Mariano, así que todo podría explicarse, pero al revés, con otra curva de Laffer.
Laffer inventó la cultura de la satisfacción con una curva trazada sobre una servilleta, como Florentino cuando lo de Zidane, en una cena en Washington: la curva, un venablo en el corazón progre, mostraba que, al final, subir impuestos es igual a disminuir recursos públicos.
–La curva dice que si uno alimenta al caballo con avena de sobra, algo acabará cayendo al camino para los gorriones.
Galbraith y otros progres exquisitos se burlaron de la servilleta (“sería un kleenex”) de Laffer, pero en 1987 Revel pudo ver incluso a Dan Rather, el Iñaqui de la CBS, confesar, resignado, en un telediario, lo que todo el mundo sabía: los Estados Unidos vivían su más largo período de crecimiento ininterrumpido en tiempos de paz desde la guerra de Secesión.
Llega Laffer, llegan… los 80.
Madrid está empapelado de propaganda que dice: “Llega el arte, llega… Morante.”
–No olvides que tú estás aquí por mí –dijo en el callejón el artista, también metido en curvas, a un Finito mosqueado por las picias que le había hecho a su toro.
Morante vende medias (mitades de verónicas) como calcetines Beatriz Talegón, que los lleva del revés, dice Cristian Campos, para salvar al planeta.
Pero Morante con su media paya es a la tauromaquia lo que Eduardo Arroyo con su cordero místico es a la pintura. Es decir, que Morante nunca será Curro Puya ni Eduardo Arroyo los hermanos Van Eyck, por mucho que a uno lo lleven al Prado y al otro lo traigan a Las Ventas.
Lo curioso es que el comisario de los corderos de Arroyo y el empresario de las medias de Morante se llaman Matilla.
¿Qué dice Laffer de los Matilla?
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