"...El toro del siglo XXI; el deseado por estas figuras, -que a tantos nuevos aficionados arrastran-, pero que, a buen seguro, serán los verdugos de la fiesta de los toros. Dentro de unos años, no habrá toros, sino ‘juampedros’, borreguitos del norit, y no habrá héroes artistas, sino bailarines...."
Morante se hace perdonar
- El toro del siglo XXI, las exigentes figuras y un público claudicante serán los verdugos de la fiesta
- Jiménez Fortes dio toda una lección de responsabilidad y valentía
Antonio Lorca / El País
Morante de la Puebla se hizo perdonar; y no con un quite, sino con tres. Y sin torear. Cosas del misterio. Después de una tarde aciaga por culpa de un lote inapropiado para su concepto del toreo, y de que el público se enfadara con él tras la muerte del desclasado cuarto, salió Jiménez Fortes en el quinto a hacer un quite por ajustadísimas chicuelinas que quiso rematar con una larga cambiada de rodillas; quiso pero pudo costarle caro porque perdió la verticalidad del medio cuerpo y quedó a merced del toro. Pero hete aquí que surge providencial el capote de Morante, muy atento en su condición de director de lidia, y se llevó al toro entre la sorpresa, primero, y el entusiasmo, después, del respetable.
A continuación, se dispone a banderillear Juan José Trujillo, subalterno de Manzanares, y lo hace muy bien, como es habitual en él, pero el animal lo persigue con codicia, y, de nuevo, Morante al quite. Y se repite la jugada en el segundo par, de modo que en las tres intervenciones evitó un posible percance. El público se lo agradeció de veras y se olvidó de la mala tarde del artista, lo que había enfadado a más de uno.
El que estuvo mal fue Manzanares. Se podrá decir que lo molestaron con protestas continuas y a destiempo, del mismo modo que se puede argumentar que el torero tiró una cuantas líneas muy mal trazadas y adiós muy buenas. Su lote se dejó torear, sobre todo, el quinto, pero el torero se mostró indolente. Elegante siempre, eso sí, y en su primero, despegado y abusando del pico; y en cuanto pudo, un circular invertido, tres pases por la espalda, unas manoletinas… Un gazpacho incomestible. Y en el otro, en el de los quites de Morante, de mejor condición, lo hizo bonito, pero sin poderío ni entrega. Mucho pico, mucha línea recta, muchas ventajas y poco toreo. Hubo protestas destempladas, pero tenían razón.Lo cierto es que el lote del sevillano no le ofreció muchas opciones. Una verónica al relance, en su primero, y eso fue todo. Era ese un toro distraído, muy descastado, con la cara siempre a media altura y sin ganas de colaborar. El torero lo intenta, pero es imposible. Y el segundo, peor, muy desclasado, sin recorrido alguno, sin humillar nunca; y el torero hizo lo que hay que hacer: quitarle las moscas y montar la espada. A la gente no le gustó tal decisión y mostró su enfado. Lo que ocurrió, además, es que Morante no acertó con el estoque, y aquello estuvo a punto de convertirse en un sainete. Lo abroncaron como se riñe a quien bien se quiere. Prueba de ello es que se lo querían comer a besos con los tres quites providenciales. Y a esperar a la siguiente, que será el próximo jueves.
Al final, el triunfador entre comillas fue el más joven, Jiménez Fortes, -serenísimo toda la tarde-, que vino a confirmar la alternativa, y ha dado una lección de responsabilidad y valentía. Bueno, y de algo más: de pesadez, que, de lo contrario, quizá hubiera paseado una oreja del sexto. Se lució de verdad con el capote por chicuelinas ajustadísimas, -dos veces-, y por gaoneras, y se encontró con un primer toro que era tan noble, tan noble, que era la tonta del bote. Y, claro, emocionar con la tonta del bote no debe ser fácil. De hecho, Jiménez Fortes lo muleteó muy bien y aún quedará en el recuerdo un natural de antología, pese a que a toda su labor le faltó calor. Recibió al último con buenas verónicas y cerró la tanda enroscando su cuerpo en una media. Brindó a sus compañeros de cartel, y llamó la atención de la afición madrileña por su valor seco y su buena colocación ante la cara del toro. Muy decidido y entregado, cinceló una obra de menos a más que echó por tierra por no acabarla cuando debió. A pesar de todo, fue la grata sorpresa de la tarde.
Por cierto, la corrida de Juan Pedro fue un fracaso en toda regla. Toros de justísima presencia, justísima fuerza, justísima casta y justísima nobleza. El toro del siglo XXI; el deseado por estas figuras, -que a tantos nuevos aficionados arrastran-, pero que, a buen seguro, serán los verdugos de la fiesta de los toros. Dentro de unos años, no habrá toros, sino ‘juampedros’, borreguitos del norit, y no habrá héroes artistas, sino bailarines. Así, la fiesta morirá sola, sin necesidad de políticos que le pongan zancadillas en el Congreso, como está ocurriendo con la ILP, paralizada sin razón desde el pasado 12 de febrero, ni detractores de la tauromaquia. Con toros como estos, sin poder, sin casta, sin sangre brava, se construirá la fiesta del futuro, esa que quedará para una pequeña minoría de turistas ávidos por conocer las barbaridades de los españoles de finales del siglo pasado. Solo faltó el velcro en el lomo de los toretes para que no asistiéramos al espectáculo de la sangre. Es lo que nos queda; pero es lo que quieren los que mandan y la inmensa mayoría claudicante de los que pagan.
Plaza de Las Ventas. 16 de mayo. Octava corrida de feria. Lleno.
Domecq/Morante, Manzanares, Fortes
Toros de Juan Pedro Domecq, justos de presentación, mansones, blandos, descastados y nobles.
Morante de la Puebla: dos pinchazos, casi entera y un descabello (silencio); pinchazo, pinchazo hondo y un descabello (bronca).
José Maria Manzanares: pinchazo _aviso_ pinchazo, media y un descabello (palmas); estocada tendida (división de opiniones).
Jiménez Fortes, que confirmó la alternativa: estocada tendida _aviso_ pinchazo y estocada (palmas); pinchazo _aviso_ media tendida y un descabello (ovación).
OVACION: Juan José Trujillo triunfó una vez más en el tercio de banderillas.
PITOS: La corrida de Juan Pedro Domecq estuvo muy justa de presentación, y ayuna de fuerzas y de casta
- El toro del siglo XXI, las exigentes figuras y un público claudicante serán los verdugos de la fiesta
- Jiménez Fortes dio toda una lección de responsabilidad y valentía
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