El paseíllo fue el momento más emotivo de la tarde...luego se tornó plomizo
"...El día esperado se tornó en un pestiño. Pero no un petardo como Morante el otro día, que se le ve una inhibición lidiadora, que a muchos les resulta hilarante, no, lo de hoy iba de incapacidad, de sosería, de falta de recursos..."
UN MUERMO
Antolín Castro
España
S.I. Así fue la tarde, un muermo; así fue el torero, un muermo; así fue el ganado, un muermo. Para quien no lo sepa, habremos de aclarar que usamos la acepción de aburrimiento… pero muy amuermado.
El día esperado se tornó en un pestiño. Pero no un petardo como Morante el otro día, que se le ve una inhibición lidiadora, que a muchos les resulta hilarante, no, lo de hoy iba de incapacidad, de sosería, de falta de recursos. Digamos cuanto antes que el viento molestó mucho, que es siempre una justificación válida cuando ha impedido torear, pero hoy lo que impedía torear era el desconocimiento de un toro que es diferente a su día a día. Estos toros no colaboran, no se dejan; sencillamente, hay que torearlos versus dominarlos.
Digamos también cuanto antes que se valora el gesto del torero extremeño, pero no ha estado a la altura del examen que él mismo se había puesto. El torero que más se prodiga en la variedad se ha comportado hoy como un hombre de tres pases. En lo anímico es donde más se ha notado su deambular por el ruedo, triste, decepcionado. Esperemos que se le pase al cobrar.
Los toros de Victorino Martín no han sido un dechado de virtudes, tampoco ha salido ninguna ‘alimaña’, un encierro muy plano, ni en la suerte de varas se ha podido disfrutar de ellos. En muchísimas ocasiones le he oído decir al ganadero, y hacer, que él lleva a la plaza toros cinqueños. Una pregunta surge de inmediato ¿Por qué hoy eran todos cuatreños? ¿A las figuras se les trata diferente?
Se pueden buscar las excusas que se quiera, podremos disculpar las condiciones y actitudes de toros y torero, pero nada que reprochar a un público paciente y hasta complaciente.
Todo resultó un muermo, con poquísimos momentos en los que se pudo disfrutar. Dudas, falta de confianza… Talavante no era ese mexicanizado que improvisa ante la cara del toro. Le ha pesado como una losa la tarde y no ha sido capaz de sobreponerse. Se ha visto perdido y naturalmente no era el Alejandro Talavante que se pasea por las ferias, eso sí con otro tipo de toro criado para el recreo de los toreros.
‘La prueba del algodón’. De tanto beber del mismo encaste tienen perdida la perspectiva del toro. No nos imaginamos que hubiera sido de haber salido alguna de esas piezas de Victorino que suelen saltar a los ruedos. Todo el tiempo preparado para defenderse cuando ni eso hacía falta. Las figuras de hoy no están preparados para aceptar el reto de tener que dominar a un toro.
Hoy era el día de Urdiales, de Castaño, de Robleño… cuya actitud es diferente. Pero también es el día de ellos porque demuestran lo difícil que resulta estar delante… y lo están, sin que los medios les dediquen espacio alguno por ponerse muchas y reiteradas veces delante de ellos. De Diego Urdiales se acordaban algunos aficionados, recordando que su conocida verdad y firmeza, no mostrándose inseguro, ante los victorinos, es lo que hace que se incline la balanza a favor del torero. Vacilando, con dudas, no se puede torear a un toro de esta casa.
El público está ‘educado’ para una determinada fiesta y cree que son los mejores los que les cuentan, pero si se disputaran eliminatorias, con esta misma ganadería por ejemplo, no duden que se cambiaba por completo el escalafón.
Unos naturales en el tercero y unas apretadas verónicas en el quinto es cuanto se puede rescatar de la actuación de Talavante. Muy poco, demasiado poco, decepcionante. Más, si cabe, cuando se le ha terminado viendo derrotado. Será que toda la ilusión se quedó en el anuncio o en el pensamiento. No se ha visto a un Talavante dispuesto a cambiar la suerte de la tarde. Ni un solo chispazo. Un muermo.
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Opinión y toros
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