Un maestro de Chiva sin límites, sin techo y sin horizontes en su catedrática e imperecedera tauromaquia. Cumbre de Ponce que plasmó dos obras de enorme parangón. Una al toro bueno y otra tras inventarse absolutamente de todo. No tiene análisis, porque lo de Enrique Ponce no se analiza, se saborea y se presume de vivirlo. Hoy una plaza llena de almas, han gritado al maestro como si fuese la primera vez que toreó aquí. Una tarde que bien podía tener el titular de Fray Luis de León “Decíamos ayer”… Y hace ya, veintiocho veranos que Ponce se reinventa asimismo y que prosigue hasta el infinito.
- Cuatro orejas cortó el maestro de Chiva de la corrida de Juan Pedro Domecq, pero no pudo salir a hombros por su rápido viaje a Bilbao. Sí lo hizo Ginés Marín con dos orejas. Fandi ovacionado en ambos.
Ponce sueña el toreo y Marín consigue otra conquista
EMILIO TRIGO
CULTORO.COM / FOTOS: ALMERÍA CHOPERA TOROS
Enrique Ponce, David Fandila ‘El Fandi’ y Ginés Marín hacían el paseíllo ante una corrida de Juan Pedro Domecq en la segunda de la Feria de la Virgen del Mar. A las siete en punto arrancaba el paseíllo en el coso andaluz.
Después de lo visto hoy en la plaza almeriense han quedado reafirmadas varias cosas para analizar. Un maestro de Chiva sin límites, sin techo y sin horizontes en su catedrática e imperecedera tauromaquia. Cumbre de Ponce que plasmó dos obras de enorme parangón. Una al toro bueno y otra tras inventarse absolutamente de todo. No tiene análisis, porque lo de Enrique Ponce no se analiza, se saborea y se presume de vivirlo. Hoy una plaza llena de almas, han gritado al maestro como si fuese la primera vez que toreó aquí. Una tarde que bien podía tener el titular de Fray Luis de León “Decíamos ayer”… Y hace ya, veintiocho veranos que Ponce se reinventa asimismo y que prosigue hasta el infinito.
Sensacional Ponce ante un gran primero. Toro de clase y repetidor que duró hasta el final y al que cuajó el valenciano con un toreo catedrático. Lo recibió con suaves lances a la verónica, componiendo en cada viaje y creando belleza. Más allá de la boca de riego pegando lances. Tras una vara de bravo, donde el toro empujó con los riñones se vino arriba, y sacó mucho fondo del bueno. El maestro de Chiva tejió una extraordinaria faena donde acarició el trazo de cada muletazo. Temple, ligazón y sabiduría, combinadas para al servicio de la tauromaquia. Un trasteo a más al igual que el Juan Pedro. Le escondió la muleta, se la quitó y se la puso del tal forma, que no tuvo más remedio que rendirse, ante tanta maestría. Incluso ahormó de arriba hacia abajo para terminar exigiendo a su antagonista. Hubo pasajes a media altura sin molestar pero mimando al abreplaza. Una faena completa por ambos pitones e incluso, con los adornos de la Bianquina. Más de media y dos orejas.
Enorme Enrique Ponce ante el manejable cuarto. Otras dos orejas tras una lección magistral de tauromaquia. El valenciano dio un paso más allá todavía que en el toro anterior. Cuajó a un animal de tono medio con tanta brillantez, que pareció mejor de lo que en un principio era Juan Pedro. Toro noble, obediente, fijó y justo de poder, al que Enrique Ponce toreó con tanta suavidad que se contaron los segundos en cada trazo al natural. Ponce interpretó alma, con la muñeca rota, con la yema de los dedos, donde el toreo se siente, se mastica y se saborea. Una obra de laurel de este inacabable maestro. Tiempos, formas, distancias, cites, adornos un diapasón a medida del ‘juanpedro’. Las poncinas terminaron una faena, que fue una obra mágica llena de estética, gusto, temple y toreo del más exquisito paladar. Espadazo y toro patas arriba. Dos orejones para el maestro.
El Fandi también es digno de elogio. El granadino sorteó el peor lote, no le funcionó la espada y además se lastimó en el abductor izquierdo. Con todo, su vergüenza y entrega son admirables ofreciendo una completísima tarde a pesar de los factores en contra. Debió salir a hombros con unas cuantas orejas en su haber pero se lo impidió el destino.
David recibió el segundo de la tarde, con una larga cambiada en el tercio y un buen ramillete de verónicas donde dejó ver su suavidad y su compostura. El toro amagó en un par de ocasiones con rajarse y protestó con un fuerte mugido durante la lidia. En la faena, lo volvió a apuntar, pero no se marchó a tablas. David realizó una faena variada predominando el toreo más efectivo y con recursos. Fandila muleteó por ambos pitones con expresión y poniendo la transmisión que le faltaba a su oponente. Es cierto, que no pudo apretarle del todo, puesto que el animal claudicaba por las exigencias. Bien Fandi en una faena con estructuras y fondo pero mal rematada con la espada, ahí lo perdió todo. Antes en banderillas realizó uno de los mejores tercios de toda su particular temporada. Variedad, exposición y entrega entre otras cosas, además de reunir muy juntas los seis palos.
Devuelto el quinto de la tarde en el tercio de banderillas. Pareció lastimarse el toro en el primer tercio tras el saludo capotero de Fandi y el presidente lo ha devuelto tras el primer par del granadino en una clara demostración de velar por el espectáculo. El sobrero un tío de el Torreón manseó a más no poder en los primeros tercios. Un toro que amagó con saltar al interior del callejón después de varias huidas de los engaños. El regalito que sorteó el granadino le puso las cosas difíciles en banderillas, a pesar, David ofreció su magisterio en un brillante tercio. Tras el segundo par, Fandi, mostró señales de intenso dolor en el abductor izquierdo y estuvo visiblemente mermado durante todo el resto de la faena. Un trasteo que busco recursos con un toreo más alegre y menos estético. Conectó pronto con la parroquia pero su fallo a espadas le dejó sin recompensa en una de sus plazas baluartes. Tremendo esfuerzo para estar delante de un toro que reponía pronto y con genio, que jamás humilló y nunca estuvo entregado. Astado que arrollaba en su embestida a un cabal que tuvo enfrente. Sin mucha brillantez pero de gran vergüenza y responsabilidad, tras quedarse de "maestro de ceremonia" al abandonar Enrique Ponce la plaza por viajar en Avión a Bilbao.
Otro que no se baja del barco y que busca el puerto de las figuras es Ginés Marín. Este joven diestro está cosechando una excelente temporada. Un año que es la reafirmación de sus extraordinarias cualidades para ser un grande y así lo está demostrando en cada coso y en cada feria. Hoy en Almería, nueva Puerta Grande.
El tercero de la tarde, se lastimó tras dos balancines consecutivos. El Juan Pedro tenía la virtud de humillar en exceso y literalmente clavó los pitones en el albero. Doble pirueta. Por tanto, tras este contratiempo, el animal quedó muy mermado para el resto de toda su lidia. Un toro al que no pudo apretar Ginés Marín y al que dejó ir a su aire. Los primeros tercios fueron para cuidar a su animal, puesto que no hubo petición de devolución. Faena de ida y vuelta con cierta compostura pero sobre todo con prestancia e inteligencia. Un astado complicado que embistió con dos velocidades y sin ritmo, pero al que pulseó con firmeza por ambos pitones el extremeño. Le puso gusto al muletazo y suplió las carencias de su oponente. El espadazo sí sólo valía la oreja. Ginés Marin recibió al cierra plaza con un buen recibo de capote donde hubo expresión compás y cadencia.
El jerezano de nacimiento, brindó el sexto al respetable. Resultó un toro que poco a poco, se fue apagando hasta decir basta. Cerró la persiana y el candado. Sin embargo, Marín se metió entre los pitones, no tiro la toalla y le buscó las vueltas. Puso en escena un gran valor para asegurarse la oreja que le abriría posteriormente la puerta grande. En esta ocasión, tiró de oficio y raza para arrancar el deseado apéndice. Marín demostró que sabe y que puede, que es capaz y que tiene valor. Faena muy importe por los parámetros alcanzados. Espadazo y oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Almería. Segunda de Feria. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada.
Seis toros de Juan Pedro Domecq. Bien presentados y buenos en general.
Enrique Ponce; Dos orejas y dos orejas tras aviso.
David Fandila ‘El Fandi’; Ovación y ovación.
Ginés Marín; Oreja y oreja.
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