Antonio Ferrera
Una vez más, en España, una minoría, radical, incívica, intolerante, montaraz, inútil, llena de odio, impone su criterio sobre la mayoría que respeta las normas de convivencia civilizada. Es lo que muchos políticos ineptos, incapaces, mal nacidos, llevan años sembrando, pero no deben olvidar que "el odio es la cólera de los débiles y la venganza de los cobardes".
Un gesto incompleto
Rafael Comino Delgado
AplausoS
Sucedió en la corrida celebrada en Bilbao el pasado día 20 de agosto. El maestro Antonio Ferrera, que había estado muy bien en su primer toro, en el que perdió la oreja por la espada, decidió banderillear a su segundo utilizando banderillas con la bandera de España, razón por la cual un sector del público, creo que minoritario, le pitó, pero una mayoría le aplaudió; ante esta división de opiniones se retiró para que banderillease la cuadrilla. Para cualquier persona bien nacida debe ser humillante tener que ocultar su bandera, especialmente en su propio país.
Por ello aplaudo, sin resquicios, la decisión de usar esas banderillas, y me parece mal que otros matadores, que habitualmente las usan, al llegar a Bilbao no las saquen, pero entiendo que cada cual es dueño de sus actos (por sus actos los conoceréis), y respeto cualquier decisión.
Sin embargo, a mí me hubiera parecido mejor que, una vez tomada la decisión de usar banderillas con la bandera de España, le pitasen o no, hubiese continuado y banderilleado al toro, naturalmente con las banderillas elegidas. Mis razones para opinar así son las siguientes:
a) Él es español y usaba los colores de su bandera.
b) Bilbao es España aunque algunos no quieran.
c) Aunque Bilbao estuviera en Australia los colores de mi bandera (de su bandera) los uso y luzco en todo el mundo.
d) Aunque algunos pitaron, otros (mayoría) aplaudieron. Al desistir de banderillear no complació a los que le aplaudieron, que querían verle con esas banderillas, pero sí a los antiespañoles.
e) Él sabía que esto podía pasar y, tomada la decisión de hacer el gesto, debió llegar hasta el final, con pitos o sin pitos.
En resumen, le aplaudo su gesto pero creo que fue incompleto, pues los que aplaudieron quedaron defraudados. En realidad dio más importancia a los antiespañoles (muchos de ellos seguro que serán proetarras) que a los que sienten los colores de España, los suyos. También entiendo que, tal vez, en aquel momento, con el corazón a 160 pulsaciones por minuto, no pensara en todo en ello. De hecho, después, en el callejón, dijo que sacó esas banderillas porque él es español y Bilbao es España, lo cual es cierto, pero los antiespañoles se salieron con la suya.
Una vez más, en España, una minoría, radical, incívica, intolerante, montaraz, inútil, llena de odio, impone su criterio sobre la mayoría que respeta las normas de convivencia civilizada. Es lo que muchos políticos ineptos, incapaces, mal nacidos, llevan años sembrando, pero no deben olvidar que "el odio es la cólera de los débiles y la venganza de los cobardes".
Desde mi punto de vista los que pitaron ofendieron a España, a su bandera y al mismo maestro Ferrera, que es español, lo cual es injusto y la injusticia, tarde o temprano se acaba pagando.
Algunos le pidieron ocultar su bandera y él aceptó, creo que erróneamente, porque otros muchos le pedían que la luciera. No obstante le disculpo por la tensión del momento y sé que es un "tío cabal".
En otro sentido, y refiriéndome exclusivamente a su actuación como torero, creo que estuvo cumbre en sus dos toros, es decir, siguió en la misma tónica de toda la temporada.
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