La corrección política nos lleva hasta la náusea y la conclusión final de todo esto es que nadie piensa hacer nada para evitar el siguiente atentado terrorista, ninguno de aquellos que tienen la obligación de protegernos piensa tomar medidas serias para evitar una nueva masacre, excepto la de ahora sí, poner algunos maceteros y algunos pocos bolardos. Como si eso fuera suficiente. Pero en ningún caso nos hablan de controlar lo que se predica en las mezquitas españolas, en ningún caso nos hablan de controlar una inmigración masiva y descontrolada y con nula intención de integración. En ningún caso se nos dice que el islam es incompatible con occidente.
- Y a todo este “cóctel” se le suma la cobardía y tibieza del gobierno de España, de los partidos políticos y de los mal denominados agentes sociales, que sinceramente no se qué coño pintan en todo esto.
ESPAÑA DA ASCO
Nuevos atentados, nuevas masacres y misma estrategia. La de no hacer nada para evitar la siguiente. El gobierno se negó a elevar el nivel de riesgo de 4 a 5. Al gobierno le deben parecer pocas las víctimas para aumentar el nivel de protección al ciudadano. Si con un nivel de alerta de 4 sobre 5 no se ha conseguido nada, no entiendo el porqué de la sin razón del gobierno del Partido Popular, el porqué del gobierno de España en negarnos una mayor seguridad.
A la pésima gestión en este asunto de la policía autonómica catalana, al desastre en la coordinación de las fuerzas de seguridad del Estado, se suma ahora la inutilidad de un ministro del Interior al que el cargo le viene demasiado grande. Todo lo sucedido en Cataluña antes y después de la masacre es un auténtico esperpento, desde la alcaldesa de una ciudad como Barcelona, Ada Colau, que desoye todos los consejos y requerimientos de seguridad negándose a poner bolardos que impidan la entrada de vehículos pesados en zonas de riesgo, pasando por el responsable de la policía autonómica, que discrimina entre víctimas catalanas y españolas, hasta llegar a unos medios de comunicación cómplices en ocultar la verdad, aconsejando no sacar fotos de las víctimas del atentado y sí de las pateras, magnificando manifestaciones inexistente de musulmanes en España y alentando la caza del patriota o de todo aquello que consideran islamófobo solo por decir la verdad. Y a todo este “cóctel” se le suma la cobardía y tibieza del gobierno de España, de los partidos políticos y de los mal denominados agentes sociales, que sinceramente no se qué coño pintan en todo esto.
Efectivamente, España da asco. La corrección política nos lleva hasta la náusea y la conclusión final de todo esto es que nadie piensa hacer nada para evitar el siguiente atentado terrorista, ninguno de aquellos que tienen la obligación de protegernos piensa tomar medidas serias para evitar una nueva masacre, excepto la de ahora sí, poner algunos maceteros y algunos pocos bolardos. Como si eso fuera suficiente. Pero en ningún caso nos hablan de controlar lo que se predica en las mezquitas españolas, en ningún caso nos hablan de controlar una inmigración masiva y descontrolada y con nula intención de integración. En ningún caso se nos dice que el islam es incompatible con occidente y en ningún caso se piensa en reconocer que esa idea de la multiculturalidad es un fracaso que solo sirve para dar alas a todos aquellos que desean eliminar y anular la identidad de las naciones y sus raíces cristianas. Como si España y el cristianismo no fueran parte de un mismo cuerpo.
Si, España da asco. Lo digo con tristeza, con rabia, con amargura. Se inventan observatorios contra la islamofobia, se alimenta el odio a españoles que dicen las cosas claras y se nos venden como inocentes a los cómplices y a los colaboradores necesarios para que todo esto siga igual.
Una izquierda que no está legitimada y que su máxima preocupación es que no se vean banderas de España en los homenajes y funerales de recuerdo a las víctimas y una derecha o centro reformista cobarde y ruin a la que 15 muertos no le parecen suficientes para elevar nuestro nivel de protección. Esta es la España que nos ha tocado vivir y que, si no lo remediamos, también será la España en la que nos habrá tocado morir.
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