Enrique Ponce perdonó ayer la vida a un toro de Daniel Ruiz, bautizado como «Juguetón», el indulto número 48 de su carrera tras una gran faena. El maestro de Chiva salió a hombros acompañado por Daniel Luque, en una tarde redonda, mientras que Andrés Roca Rey no tuvo fortuna.
ABC Y TOROMEDIA
Enrique Ponce perdonó ayer la vida a un toro de Daniel Ruiz, bautizado como «Juguetón», el indulto número 48 de su carrera tras una gran faena. El maestro de Chiva salió a hombros acompañado por Daniel Luque, en una tarde redonda, mientras que Andrés Roca Rey no tuvo fortuna.
Ponce volvió a hacer historia. Tan solo uno días después de su memorable tarde malagueña en el estreno mundial de Crisol, ha vuelto a aumentar su leyenda con el indulto de un toro de Daniel Ruiz en la plaza de Ciudad Real. De nuevo la magia, la dimensión estratosférica de este torero, que ha vuelto a cautivar al público con la grandeza de su toreo. Otro indulto para su impresionante palmarés y otra página de gloria para la tauromaquia en una misma semana. Lo de Ponce no tiene fin.
El primero de la tarde no tuvo clase, embistiendo de forma temperamental. Las sabias manos de Ponce obraron el milagro y atemperaron la embestida, logrando meterlo en la muleta y darle series de enorme mérito que llegaron mucho a los tendidos. Fue una faena importante que culminó de estocada, siéndole concedida una oreja.
Al segundo de su lote comenzó por torearlo muy bien a la verónica. Este toro apuntó buena condición desde el principio y el maestro lo aprovechó para lucirse de capa, brillando en un precioso quite por chicuelinas. En la faena, y también en el indulto, fueron fundamentales las sabias manos del maestro. Suavidad, cadencia, temple, sentido de las alturas y colocación fueron las claves de la faena. Primero no lo forzó. cuidándolo y haciéndolo, pero enseguida se entregó en series con la derecha que fueron sensacionales. Ligazón, ritmo lento y belleza en los muletazos en una faena que fue creciendo hasta el infinito. Faena mágica que entusiasmó al público, dejándolo embelesado. Ponce se explayó en esta obra sinfónica, comenzando el público a pedir el perdón de la vida para el toro. Ponce no se dejó nada dentro: toreó de rodillas, hizo la poncina y se vació por completo hasta que asomó el pañuelo naranja. Indulto concedido y dos orejas y rabo simbólicos para Ponce. Otro hito más, esta vez en Ciudad Real.
Con tres cuartos de entrada, este fue el balance de la terna: Enrique Ponce, oreja y dos orejas y rabo simbólicos; Daniel Luque, cuatro orejas; Roca Rey, saludos y ovación de despedida.
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