La inveterada conducta despótica de un gobierno como el chavistoide y su continua negativa para aceptar ayuda humanitaria, podría motivar acciones de tal naturaleza, consecuencia de la obstinación de un régimen en seguir, a todo trance, su malévola tendencia al totalitarismo, sacrificando la libertad, el bienestar y el porvenir de un pueblo.
TOTALTARISMO E INJERENCIA
Eduardo Soto Alvarez
Ex Embajador de Venezuela
Ludibrio es una palabreja que quiere decir desprecio, escarnio o mofa. Pues bien, el régimen chavistoide se regodea haciendo ludibrio del pueblo venezolano y lo atropella con tan maligna saña, que no parecería conformado por compatriotas o quizás sea que considera la nacionalidad un mero trámite burocrático sin mayor importancia, desprovisto de cualquier sentimiento de solidaridad con la patria.
Para un régimen de esta naturaleza, la patria constituye simplemente un botín, pero como la han expoliado tanto, ya no alcanza sino para el grupúsculo dirigente, sus parientes y algunos enchufados. Esta situación, combinada con la injerencia cubana y las deleznables muestras de obsecuencia al castrismo, han carcomido las bases del gobierno, que entonces se empecina en poner a funcionar una ficción de civilidad, amañada a su propia conveniencia, que ha concitado la atención de toda la comunidad de naciones, la cual se siente agraviada por la absoluta desfachatez del accionar chavistoide, que para colmo no acepta críticas y monta en cólera cuando no le reconocen su fraudulento parapeto.
El creciente y categórico repudio internacional, demuestra una tendencia irreversible para coadyuvar a Venezuela en recuperar su democracia. Se trata ahora de encontrar vías más efectivas para hacerlo, salvaguardando el principio de no intervención en asuntos internos, cuya interpretación está en constante evolución. Pero este es un asunto muy espinoso y siempre es más fácil argüir a favor de su intangibilidad, aunque sirva de pretexto para que gobiernos que han perdido toda legitimidad, secuestren impunemente un país y puedan sin estorbos pisotear su pueblo.
No obstante, la comunidad internacional está cada vez menos inclinada a permitir tales desaguisados y, desde hace algunos años, se viene hablando hasta de injerencia humanitaria, mediante la cual uno o varios estados u organizaciones internacionales, intervienen en otro estado sin consentimiento de su gobierno, con el único propósito de proteger la población, ante la masiva y sistemática violación de sus derechos. Acciones de este tipo podrán ser controvertidas pero nunca permanentes, ni significar la anexión del territorio, ni mucho menos la apropiación de los recursos naturales del país en cuestión.
Así pues, el constante desarrollo de las reglas del relacionamiento entre naciones, hace cada vez más obligante hacer frente a complejas realidades con el objetivo de controlar arbitrariedades y poner coto al atropello de derechos fundamentales, tanto en el plano interno como a nivel internacional.
La inveterada conducta despótica de un gobierno como el chavistoide y su continua negativa para aceptar ayuda humanitaria, podría motivar acciones de tal naturaleza, consecuencia de la obstinación de un régimen en seguir, a todo trance, su malévola tendencia al totalitarismo, sacrificando la libertad, el bienestar y el porvenir de un pueblo.
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