..un personaje como Sánchez Arminio no puede seguir ahí ni medio minuto más. Porque nos lo hemos tenido que comer con patatas porque sí, porque un sistema podrido lo ha impuesto. Y porque si Sánchez Arminio se va en caso de victoria de Arrea Larrea será porque él quiera y no porque no le hayan propuesto continuar hasta el infinito y más allá.
La maldición de Victoriano
Juan Manuel Rodríguez
En las últimas horas hemos asistido a la victimización del árbitro del Barça-Real Madrid, el señor Hernández Hernández, quien el domingo la volvió a montar en un partido que se pudo seguir en medio mundo. A esta circunstancia ha contribuído, por ejemplo, un artículo que firma en el diario As mi amigo Eduardo Iturralde, exculpando a su colega; pero Hernández Hernández no es una víctima. Un colegiado medio cobra en España 3.700 euros por partido más diez mensualidades de 11.000 euros; a esto hay que añadirle 12.000 euros por derechos de imagen y, si se trata de un árbitro internacional, otros 6.000 euros por partido europeo. En total, de media, un árbitro cobra al año más de 200.000 euros. Además, cuando viajan en avión lo hacen en primera clase y están obligados a pernoctar en la localidad en la que arbitren.
Para que nos hagamos una idea, según el Boletín Oficial del Estado el presidente del Gobierno cobra 78.185 euros; claro que habrá quien diga, y a lo mejor no sin cierta razón, que Rajoy lo hace aún peor que Hernández Hernández. Pero, resumiendo, alguien que cobra 200.000 euros al año por realizar un trabajo no es víctima de nada. Los Hernández Hernández se benefician del negocio del fútbol y, aunque es imposible que se celebre un partido sin su concurso, nadie va a ver al colegiado sino a las estrellas, que son las que generan los miles de millones de los que, insisto, se benefician los colegiados. Así que esa imagen de cordero degollado, de víctima propiciatoria, de ser humano que se ve arrastrado a realizar una labor ingrata que nadie querría hacer, es más falsa que un euro de madera. El árbitro está ahí porque le gusta y porque con su labor gana mucho más dinero que la inmensa mayoría de ciudadanos. Mucho más.
Así que al árbitro hay que exigirle. No hay que fusilarlo, pero hay que exigirle. Hay que exigirle conocimiento del reglamento, una preparación física adecuada y acierto. Hay que exigirle profesionalidad. Y si un árbitro yerra reiteradamente, si un árbitro comete errores de bulto, si un árbitro no demuestra competencia... a ese árbitro hay que retirarlo y poner a otro en su lugar.
El próximo 17 de mayo se van a celebrar en España las elecciones a la presidencia de la federación. Petón comentaba en Fútbol EsRadio que quizás no le estemos dando a estas elecciones la importancia que efectivamente tienen, y su importancia es mucha. Porque no se enfrentan dos personas, que también; no se enfrentan dos modelos de gestión, que por supuesto; no se enfrentan lo nuevo contra lo viejo, que eso está claro. Se enfrentan un sistema podrido desde la raíz, un sistema carcomido hasta el tuétano, con otra forma distinta de hacer las cosas.
Victoriano Sánchez Arminio, que es Padrón, que a su vez es Gorka Villar, que a su vez es su padre Angel María Villar, es también Juan Luis Larrea. El problema no es de Hernández Hernández, que el domingo, efectivamente, estuvo muy por debajo del nivel mínimamente exigible a alguien que cobra 200.000 euros al año, sino de quien, con reiteración y alevosía, sigue designándole, y de un sistema que consiente dicha designación. Por mucho que todos los errores vayan en la misma dirección, yo no puedo asegurar que haya mala intención en las decisiones de Hernández Hernández; sin embargo sí puedo decir que existe premeditación en quien, una y otra vez, emplea a este colegiado contra un equipo de fútbol, en este caso el Real Madrid.
Es lógico deducir que si Sánchez Arminio, que representa la carcoma federativa, sigue colocando a este hombre es porque el sistema, que está podrido desde la raíz misma, se lo consiente... sin que el club agredido pueda hacer más que aceptar su mala suerte de despacho. Y eso es lo que nos jugamos dentro de 10 días. Porque un personaje como Sánchez Arminio no puede seguir ahí ni medio minuto más. Porque nos lo hemos tenido que comer con patatas porque sí, porque un sistema podrido lo ha impuesto. Y porque si Sánchez Arminio se va en caso de victoria de Arrea Larrea será porque él quiera y no porque no le hayan propuesto continuar hasta el infinito y más allá. Sánchez Arminio no es la víctima. Hernández Hernández tampoco. La víctima es la Liga. La víctima, de nuevo, fue el Real Madrid. Y todo porque hace 14 años, siendo fiel al voto consensuado por la Liga, Florentino Pérez votó por Gerardo González. La maldición dura desde entonces.
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