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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 4 de agosto de 2017

La venganza del Dos de Mayo / por Paco Cañamero



Ahora, la Tauromaquia, el más hermoso arte engendrado en el viejo solar español, es la diana de esa venganza desde que Bernard Domb, un francés que se hace llamar Simón Casas, parlanchín y vendehúmos, aterrizase en la capital para hacerse con los mandos del toreo desde la gestión de Las Ventas y torpedear el futuro para que ese templo taurino siga protagonizando las páginas históricas más hermosas del arte de torear. 

  • ..ahora Bernard Domb o Simón Casas, que es lo mismo, además de un San Isidro para el olvido ha cometido la inmensa tropelía de acabar con los domingos de toros en Madrid
La venganza del Dos de Mayo


Paco Cañamero
Madrid siempre dejó escrita en la página de su orgullo aquel Dos de Mayo de 1808 con el levantamiento popular frente a los franceses. Contra las tropas de Napoléon que vaciaron nuestros tesoros, destruyeron infinidad de monumentos, violaron a las mujeres y pretendieron hacerse con el control de España. Hasta el mismo Napoleón coronó rey a su hermano José Bonaparte, a quien el pueblo enseguida motejó con el apodo de Pepe Botella, sin embargo resultó que el monarca intruso no era bebedor y sí un parlanchín que conquistaba a las damas de alta cuna gracias juego de su palabrería -La señora condesa/tiene un tintero/donde moja la pluma/José primero-.

Poco más de cinco años duró aquel esperpento de reinado, hasta que España alzada en armas derrotó a las tropas francesas. Aunque dicho sea de paso la llegada de Fernando VII hasta hizo bueno al fogoso Pepe Botella. Hoy, algún fleco de aquella historia se repite aunque la guerra contra Francia que prendió la mecha en el madrileño Dos de Mayo sea el recuerdo de una gesta heroica. Pero siempre quedan rescoldo por apagar en el sentimiento y de ahí las ansias para vengar el honor perdido por Francia en Iberia.

Ahora, la Tauromaquia, el más hermoso arte engendrado en el viejo solar español, es la diana de esa venganza desde que Bernard Domb, un francés que se hace llamar Simón Casas, parlanchín y vendehúmos, aterrizase en la capital para hacerse con los mandos del toreo desde la gestión de Las Ventas y torpedear el futuro para que ese templo taurino siga protagonizando las páginas históricas más hermosas del arte de torear. Porque si Las Ventas estornuda, el resto de la Tauromaquia queda gravemente acatarrada. Bernard Domb o Simón Casas, lo mismo da, se hizo con la plaza de toros de Madrid de la misma manera que es su vida, de trapichero, engañando a las empresas para que estas no presentasen un pliego que superase la exigencia del canon y él, con nocturnidad, astucia y compinchado con una agencia de viajes ofertó a la Comunidad un pliego fantasioso al que nadie podía llegar. Y los políticos madrileños, más pendientes de llenar sus bolsos con el sucio dinero de la corrupción, no obraron para preocuparse que este francés tenía los caminos de su vida llenos de cadáveres, de incumplimientos, de impagos a ganaderos y matadores que apodera… en actitudes propias de su chatarrería verbal, tan gemela a la utilizada por aquel Pepe Botella, el intruso que dos siglos atrás se sentó en el trono de España.


En sus desastre contra la Fiesta al francés, que llegó con su habitual pomposidad y palabrería, le bastó apenas tiempo para organizar un nefasto San Isidro y sumar muchas pérdidas. Sin embargo, cuando estaba a punto de tirar la toalla del perdedor, a alguien se le ocurrió la triste idea de convencer a los políticos sobre el estado ruinoso de Las Ventas en una medida hecha para tapar sus goteras. Y fue lo peor, porque ahora Bernard Domb o Simón Casas, que es lo mismo, además de un San Isidro para el olvido ha cometido la inmensa tropelía de acabar con los domingos de toros en Madrid. Si con aquellas llamadas ‘domingueras’, las corridas de la canícula que fueron el trampolín para los toreros modestos deseosos de aprovechar su oportunidad para ser figuras –Paco Ojeda, Ortega Cano…-. O de viejos matadores que buscaban en esas tardes de julio y agosto recuperar el cartel perdido –Andrés Vázquez, José Luis Parada…-. Porque las tardes de verano siempre tuvieron mucho de especial y un encanto diferente hasta que este francés las ha matado en su particular venganza por el Dos de Mayo.

Porque esta programación de agosto que acaba de presentar solo tiene un lectura para quien ama la verdad y grandeza del toreo: Un levantamiento popular de los aficionados que aún quedan para echarlo de Las Ventas y que se presente un nuevo concurso para que llegan manos limpias a guiar esa plaza que es el volante del toreo.

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