¿Porqué? ¿Acaso están vetados? ¿No existen para las empresas? ¿No son alternantes dignos allá de los consabidos sota, caballo y rey, que repetirán hasta cuatro y seis veces en la misma plaza? ¿La inminencia de prohibición en marzo por el congreso aquí, desahucia también a los toreros colombianos allá? ¿O quizá es que su rentabilidad no da como para solidaridades, reciprocidades, ni devolución de atenciones?
Bueno, al fin y al cabo, nadie imaginaría que les correspondieran en la misma medida, carteles exclusivos para ellos, pero sí al menos algún puesto. Por ejemplo, en la multitudinaria feria de San Isidro, donde van todos. Aunque solo fuera por guardar apariencias.
No cabría, digamos nuestro primer espada, Luis Bolívar, con trayectoria y méritos refrendados. Que viene, hace quince días no más, de ganar los trofeos como triunfador y mejor faena en la feria de Manizales, cortando siete orejas, indultando un toro, saliendo a hombros en sus dos corridas
Sí, allí en el mismo ruedo donde Sebastián Castella (francés) reaparecía en solitario, mientras al otro día se anunciaban El Juli (español) y Roca Rey (peruano) mano a mano. Sin colombianos en ninguna, tal como acababa de suceder en Cali el día del cumpleaños de la plaza, 28 de diciembre: Talavante, De Justo y Roca Rey.
No más iniciar la encerrona, el matador “Perla Ruiz”, presidente de la Unión de Toreros de Colombia, UNDETOC, se lanzó como espontáneo en protesta por la omisión en su propia casa de la torería nacional.
Todo esto, sucediendo precisamente cuando la fiesta urgida como nunca de reconocimiento, unidad y solidaridad enfrenta en el país la más feroz arremetida político-moralista. Pero de inmediato, voces notorias del taurinismo se levantaron melindrosamente: “Sí, quizá tenga razón, pero esa no es forma de protestar”.
¿Entonces cuál es? —Preguntó en un trino el aficionado paisa Mauricio Brand. Sin respuesta... Los interrogados pasaron callados como los que llevan al cadalso.
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