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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 22 de enero de 2023

La ignominia del triunfo / por Pla Ventura


"...Que el triunfo de un torero se convierta en pura ignominia no deja de ser una crueldad extrema hacia el diestro que ha logrado su propósito, algo tan legítimo como el éxito en su quehacer. .."

 La ignominia del triunfo

Pla Ventura
Toros de Lidia/21 enero, 2023
Por regla natural todos los toreros aspiran al triunfo porque, en definitiva, esa debería ser la causa efecto para la revalorización de cada diestro por aquello de, mediante el éxito convencer a los demás de la valía de cada cual. Claro que, de cara al gentío así ocurre, como así debe ser pero, amigo, luego vienen los imponderables que lo convierten todo en pura ignominia de cara a los que han triunfado.

Al respecto, el mal es endémico. ¿Cuántos toreros hemos visto lamentarse por aquello de haber triunfado en una feria y no repetirles nunca más? El drama se repite una y mil veces, lo que viene a certificar que estamos ante una farsa inmunda con la que se juega con las ilusiones de muchos seres humanos que, en calidad de toreros siguen creyendo que el éxito es el arma que necesitan para medrar en su profesión. Error mayúsculo el que cometen porque, desgraciadamente, los hechos nos demuestran todo lo contrario.

Que el triunfo de un torero se convierta en pura ignominia no deja de ser una crueldad extrema hacia el diestro que ha logrado su propósito, algo tan legítimo como el éxito en su quehacer. Podría dar miles de ejemplos pero, los conocemos todos. Es cierto que, los taurinos, casi todos, juegan con las ilusiones de los chavales -y algunos ya muy adultos-, de todos aquellos que quieren ser toreros porque, no existe otro acicate mayor que la ilusión con la que todos están rociados, justamente, la que les alienta en su interior para seguir en la dura batalla por ser toreros.

En el mundo de los toros se laurea al que otros deciden, nunca al que ha sido capaz de conquistar aquello por lo que ha luchado; es decir, se premia si de éxitos hablamos, al que los demás deciden porque la valida de cada cual no representa absolutamente nada. Y no hablemos de los triunfos en Madrid porque si analizamos la cuestión podemos morirnos de la pena. Es más, al respecto siente uno mucha desolación porque los que hemos conocido a varias generaciones de toreros, si se me permite la expresión, todos hemos acreditado las vicisitudes de lo que Las Ventas siempre representó en el toreo. Hace cuarenta años, una oreja en Madrid valía su peso en oro; y no digamos una salida por la puerta grande que, si el torero no era muy tonto arreglaba su vida en un par de temporadas puesto que, ese triunfo le daba para dar tres vueltas por todas las ferias de España con el consiguiente dinero que, insisto, muchos arreglaron su futuro en muy poco espacio de tiempo.

Ahora, si tuviera paciencia y diera los nombres de todos los que han salido por la puerta grande de Madrid y están todos en la miseria, el dato sería demoledor. Y, para colmo, al contrario, todos aquellos que se enriquecieron sin haber triunfado una sola tarde en Madrid, caso de Jesulín de Ubrique, Emilio Muñoz, Manuel Díaz "El Cordobés", Rivera Ordóñez, El Fandi y otras muchas figuras que, pese a lucir semejante entorchado no dieron ni una vuelta al ruedo en la plaza más relevante del mundo. ¿A qué jugamos entonces? Las pruebas son fehacientes, justamente las que vienen a demostrarnos cómo y de qué manera ha cambiado el toreo puesto que, tras lo visto, todo está manga por hombro.

Sinceramente, cuando veo las declaraciones de tantísimos toreros los que, todos, sin distinción, esperan una oportunidad como si fuera la llegada del Mesías, me mata la desolación que puedo sentir. Ilusiones, como digo, las tendrán todas y arrebatárselas sería un hecho criminal; digamos que, los aficionados siempre respetamos a los toreros, es más, les alentamos a todos para que sigan en la lucha pero, amigo, son los organizadores los que les arrancan de cuajo todo el encandilamiento que puedan ser portadores de cara a los aficionados. Y, cuidado, entre matadores y novilleros tenemos a más de trescientos muchachos buscando esa oportunidad que jamás les llegará; duele en el alma pronunciar semejante aseveración pero, no podemos engañar a nadie. Bien es cierto que, como decía, robarle la ilusión a una persona es como matarle lleno de vida pero, a su vez, es una postura honrada recordarles a todos en el mundo en el que cohabitan.

Al respecto de todo lo dicho la pregunta sería obligada ante cualquier aficionado y, la respuesta de cada cual nos certificaría todo lo que hemos dicho. ¿A cuántos toreros conoce usted? Ningún aficionado daría más de seis nombres. Siendo así, sospecho que está todo dicho. 

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