Considerado de Lora del Rio por haber transcurrido allí toda su infancia, la realidad es que Rodríguez Requena nació en Carmona, pero sus padres se trasladaron enseguida a este pueblo ribereño. Allí habitaban junto a las alambradas de la finca “Casariche” , donde pastan los famosos toros de Miura. Su proximidad con la ganadería y el trato con los hijos de los mayorales, influye en despertar en el chaval la afición a los toros. Así no es de extrañar que sea ante las vacas del mítico hierro la primera vez que da unos muletazos. Fue a la luz de la luna de una noche de enero de 1950, junto a un grupo de aficionados que venían de los pueblos limítrofes. Entre ellos Manuel Benítez "El Cordobés". Debuta ante el público en Fuentes de Andalucía (Sevilla,15-8-1953), vestido de corto y con el traje de luces lo hace, posteriormente, en Antequera (Málaga ). Con las plazas montadas debuta en Córdoba (31-7-1960), en una novillada mixta, junto al torero montillano Paco Raigón y "El Cordobés" que toreó sin caballos.
Tras una cadena de éxitos por plazas de Andalucía, Murcia y Alicante, hace el paseíllo en Madrid en la plaza de Vista Alegre (5-3-1961), al año siguiente se presenta en la Monumental de Las Ventas (29-6-1962). Su actuación viene a confirmar su fama de torero valiente, pues estuvo firme ante un ganado difícil y complicado. Su honradez profesional y pundonor le lleva de nuevo al “hule” al recibir una cornada grave en la pierna izquierda. Toma la alternativa en la plaza de toros de San Feliú de Guisols (5-9-1965), de manos de Dámaso Gómez siendo testigo Amadeo Dos Anjos, lidiando toros de Javier Solís de Casablanca. En el toro de la alternativa cortó una oreja y en el otro dio una vuelta al ruedo. Manuel Rodríguez fue muy castigado por los toros, lo que le hizo torear poco. La última que toreó fue en Zarriá (Lugo, 21-6-1969) junto a Manuel Benítez “El Cordobés” y Palomo Linares. Esa tarde recibió otro cornalón de caballo, la que hacía la número ocho de las recibidas en su vida profesional, manteniéndole retirado tres años y medio. Este percance condicionó su carrera, pues estuvo demasiado tiempo en el dique seco. Recuperado y cansado de sufrir, se dedicó a sus actividades particulares, siendo un aceptable ganadero de bravo durante varios años. La suerte le fue mucho más favorable en sus negocios particulares que en su profesión de matador de toros.
Tras el funeral, el féretro a hombros de toreros cordobeses, recorrió el ruedo de Los Califas y salió por la puerta de Los Califas.
Descanse en paz este honrado matador de toros y persona entrañable que disfrutó de dos grandes amores en su vida, su esposa Carmen Poyatos Espejo y la ciudad de Córdoba.-
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