Rafael Rubio "Rafaelillo", la ausencia más notable de la feria de Madrid, mejor dicho, una tremenda puñalada para tan heroico torero.
"...Vivimos en un mundo de locos en que la esquizofrenia se ha apoderado de gran parte del empresariado, hasta el punto de cerrar la feria de San Isidro cuando todavía estamos a diez bajo cero, es decir, en el duro invierno, los hechos hablan más que las palabras. Es inhumano tener que vivir así, lo digo como halago a tantos toreros que, ilusionados, esperan esa oportunidad que, de momento se les ha cerrado..."
Un mundo de locos
Pla Ventura
Toros de Lidia/30 enero, 2023
Siempre se ha dicho que las prisas son para los ladrones y los malos toreros pero, a dicho epigrama le faltaba añadir a los empresarios taurinos –Madrid, como ejemplo sangrante- que, por vez primera en la historia han tenido una prisa sospechosa. Han corrido tanto sin necesidad de ello, sin que nadie se lo pidiera, que han conseguido llevar a cabo la hecatombe más grande que un torero pudiera sufrir, caso de los posibles triunfadores, tanto de Castellón, Valencia, Sevilla y cualquier otra feria que se celebre con antelación a Madrid.
Creo que caminamos hacia el abismo; mejor dicho, ya hemos caído por completo en la sima más profunda si de justicia empresarial pudiéramos hablar. Si no recuerdo mal es la primera vez en la historia que la feria de Madrid queda lista a finales de enero, una barrabasada de un nivel insospechado. Como antes dije, ¿qué futuro le pueda esperar a cualquier chaval que logre un triunfo de clamor en Sevilla? Pongamos ejemplos, en este caso el más humilde del toreo, Paco Ramos, el diestro de Castellón que se enfrenta a los toros de Victorino Martín en lo que será su primera y desdichadamente última tarde de la temporada pero, seamos sensatos, ¿qué sería de este hombre si cortara cuatro orejas a los Albaserradas en su pueblo? La pregunta no tiene respuesta.
Idéntica pregunta nos podríamos hacer si cualquier torero de segunda fila lograra la apoteosis en La Maestranza, que todo puede ocurrir. Se quedaría sentado mirando a La Giralda y maldiciendo su suerte. ¿Suerte? Ahora, a los actos injustos les llaman suerte. ¿Qué esperanza puede tener un chico que sea contratado en las ferias primerizas de la temporada a sabiendas de que en Madrid ya está todo copado? ¿De qué le serviría un triunfo rotundo? De nada, absolutamente para nada. Claro que, para que la desdicha sea todavía mayor, ya están hechas multitud de ferias y, todo aquel que no se vea incluido en las mismas ya pude imaginar el futuro que les espera.
Vivimos en un mundo de locos en que la esquizofrenia se ha apoderado de gran parte del empresariado, hasta el punto de cerrar la feria de San Isidro cuando todavía estamos a diez bajo cero, es decir, en el duro invierno, los hechos hablan más que las palabras. Es inhumano tener que vivir así, lo digo como halago a tantos toreros que, ilusionados, esperan esa oportunidad que, de momento se les ha cerrado porque, aunque esos diestros humildes torearan en Brihuega, -que tampoco lo hacen- un triunfo en dicho pueblo no sirve para nada; si ya apenas nada vale de lo que se hace en Las Ventas, imaginemos la repercusión de un éxito en un pueblo.
Como digo, la única puerta que podían ver abierta los toreros jóvenes, Madrid, de repente, han visto como se ha cerrado a cal y canto y, lo que es peor, para siempre. Por dicha razón, cuando veo las declaraciones de los chavales que todos dicen estar en su mejor momento, que anhelan la oportunidad para demostrar su valía, a todos les aconsejaría que se dedicaran a vender bolígrafos porque, como toreros, dado el sistema actual lo tienen muy crudo.
Los toreros jóvenes no tienen nada más que tomar nota de cómo funciona el mundo del toro. Horrible, pero muy cierto lo que apunto. Como siempre, el ejemplo para que todo el mundo lo entienda. Fernando Robleño firmó el pasado año en Madrid la faena de su vida y, sin duda, la de la temporada venteña y, ¿saben de qué le ha servido? Para repetir en Madrid con la de José Escolar, amén de la de Adolfo Martín para, a ser posible que devuelva el triunfo del pasado año. Un torero tan grande como Robleño debería de estar anunciado en todas las primeras grandes ferias e, insisto, ni en el más recóndito lugar le vemos anunciado. Es cierto que, Robleño no culminó con la espada su obra maestra aunque, convencido estoy, de haber salido por la puerta grande le hubieran dado el mismo trato. ¿Y qué me dicen de Sergio Serrano que protagonizó una épica y clamorosa faena frente a un toro de Victorino Martín que tampoco acertó con la espada? Vamos, no le han llamado ni para que ejerza de torilero en Madrid. ¿Qué ha sido de Rafaelillo que el pasado año firmó una tarde fantástica con los de Adolfo Martín mientras fracasaba con estrépito Talavante? Otro caso que mana sangre a borbotones no es otro que el de Domingo López Chávez que, por lástima, le han puesto en la de José Escolar para que se despida cuando, el diestro salmantino, tras la grandiosa tarde que nos ofreció en Salamanca, la que pudimos ver por televisión en que, junto a Morante firmó una actuación irrepetible, la empresa debería de haberle dado otro festejo más para que, en el peor de los casos, se pudiera despedir a lo grande en Madrid. Pedid y se os dará, un disgusto, claro.
Despidámonos del santo, que se lo han llevado. La temporada se circunscribirá en todo lo que vemos en Madrid y para usted de contar. Es más, de los anunciados en Madrid, muchos puede que de no triunfar no cifren ni media docena de actuaciones en toda la temporada. Ya podemos darnos una idea de lo que será el futuro de todos aquellos que no han tenido la fortuna de poder hacer el paseíllo en Las Ventas.
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