"...La Fundación del Toro de Lidia y la Comunidad Autónoma de Madrid, con la colaboración y participación en el proyecto de otras entidades -Plaza 1, Palacio Vistalegre...- han puesto en marcha otra nueva versión del concurso para principiantes La Oportunidad. Bienvenida sea..."
Otra oportunidad
Paco Delgado
Burladero/Enero, 2023
La Fundación del Toro de Lidia y la Comunidad Autónoma de Madrid, con la colaboración y participación en el proyecto de otras entidades -Plaza 1, Palacio Vistalegre...- han puesto en marcha otra nueva versión del concurso para principiantes La Oportunidad. Bienvenida sea.
Ya se habían consumido varios años de la llamada década prodigiosa, la de los años sesenta del pasado siglo, cuando los hermanos José Luis, Eduardo y Pablo Lozano, que eran los nuevos empresarios de Vista Alegre, plaza entonces propiedad de Luis Miguel Dominguín, decidieron poner en marcha un concurso para canalizar las ilusiones de los cientos de maletillas que por aquellas fechas, empujados por el éxito obtenido por El Cordobés, llegaban a Madrid procedentes de toda España en busca de una oportunidad con la que demostrar sus aptitudes y capacidad para llegar ser figuras del toreo.
Y montaron La Oportunidad, un certamen que, de junio a septiembre de 1964, en Vista Alegre -la segunda plaza de Madrid, en la que se daban festejos los fines de semana con presencia de los novilleros punteros y matadores que desde la segunda fila apuntaban hacia arriba, y hasta primeras figuras que se justificaban y reivindicaban desde Carabanchel- se celebraron 21 novilladas en lo que fue la primera edición de aquel certamen que tuvo un éxito arrollador.
Y de aquella primera convocatoria salió, nada menos, Sebastián Palomo “Linares”, apoderado además por los organizadores tras su éxito y destinado a convertirse enseguida en un torero muy importante.
Pero también se pudo ver, en esa y siguientes ediciones, a gente como Antonio García “Utrerita”, Aurelio García “Higares”, El Jeringuero, Federico Navalón “El Jaro”, Miguel García “Miguelete”, Ángel Teruel y hasta un gitano que luego sería una grandísima estrella en otra faceta del arte: José Monje “Camarón de la Isla”. También de allí salió Blas Romero “El Platanito”, que con un registro entre tremendista y bufo, logró hacerse con un lugar en la élite y estar unos cuantos años en las ferias antes de deshacerse como un helado al sol.
Al margen de que, efectivamente, eran otros tiempos y había muchas menos comodidades y opciones para abrirse camino en la vida, dos factores fueron decisivos para que aquella iniciativa tuviese el enorme éxito que obtuvo. Por una parte hay que recordar el importante apoyo que tuvo desde el minuto cero por parte del diario Pueblo, dirigido por Emilio Romero, y que dio amplísima cobertura no sólo a los festejos de aquella competición, sino que publicaba extensos y minuciosos reportajes previos sobre los protagonistas, sus vidas, sus sueños y anhelos, sus vivencias y peripecias hasta su llegada a Madrid para concursar en La Oportunidad. Por otro lado no hay que olvidar que aquellas funciones para principiantes fueron televisadas en directo por TVE, la única que había, y en prime time, que se dice ahora, a las 11 de la noche. Un espectáculo para toda la familia la noche de los sábados que proporcionó una audiencia millonaria y una popularidad tremenda a aquel torneo. Para el que el coso carabanchelero se llenaba y hasta la bandera y hasta la reventa hizo su agosto, nunca mejor dicho.
Ahora mismo es impensable contar con semejantes valedores. Los medios de comunicación, quiero pensar que no sé porqué razón, no sólo desprecian a la cosa taurina sino que sólo se acuerdan de ella para algo desagradable. Y es sabido que lo que no sale en televisión no existe...
De todos modos es de agradecer el interés y el esfuerzo puesto por sus promotores y ojalá que este nuevo intento -posteriormente, en tiempos ya más cercanos, se quiso recuperar esta fórmula varias veces pero ahora sin fortuna- sirva para que nuevos toreros se den a conocer.
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