"...El enemigo lo sabe y actúa en consecuencia, para eso ha untado con generosidad y largueza a nuestros centinelas y a nuestros mayorales. Los sarracenos lo saben. Saben que no tenemos ni Dios ni Patria, que carecemos de conciencia nacional y de moral colectiva y que somos el pueblo, de lo que ellos siguen llamando Cristiandad, que con más pasión escupe sobre su propia Historia..."
Los sarracenos saben que somos una mierda
Eduardo García Serrano
ÑTV-ESPAÑA/ 29.01.2023
España se apagó en la decadencia de sus descendientes, con sotana y sin ella, con uniforme y sin él. Qué más da. Todos somos hijos de una sangre bastarda que reniega de nuestra Historia, que abomina del pasado y que se enfrenta al futuro con la mansedumbre de un rebaño en el que el silencio y el bostezo son los máximos actos de rebeldía que toleran los pastores del redil. Nuestros enemigos nos desprecian porque nos han catado, nos han probado, nos han desafiado y saben que no somos más que una masa invertebrada, fofa y fláccida que huye del combate, que sólo quiere paz y confort, pan barato y calimocho en bucle, y libertad, mucha libertad para colmar todos los deseos y los caprichos que nos quepan entre la boca y el ano. Tenemos lo que nos merecemos. Los frágiles y los débiles, también.
El enemigo lo sabe y actúa en consecuencia, para eso ha untado con generosidad y largueza a nuestros centinelas y a nuestros mayorales. Los sarracenos lo saben. Saben que no tenemos ni Dios ni Patria, que carecemos de conciencia nacional y de moral colectiva y que somos el pueblo, de lo que ellos siguen llamando Cristiandad, que con más pasión escupe sobre su propia Historia. Ellos sí tienen dios, un dios brutal cuya palabra codifica la barbarie y la crueldad contra el infiel en el Corán, haciendo de ellas un imperativo moral insoslayable que todo creyente ha de cumplir en la medida de sus posibilidades: como guerreros de Alá o como sicofantes e intendencia de los yihadistas. Primero desenvainan sus espadas contra nosotros, y sobre la sangre infiel derramada levantan sus mentiras lamentando el hecho consumado de la muerte. Y nosotros aceptamos la farsa de su lamento porque nos negamos a aceptar que para ellos mentir y engañar al infiel no es pecado, es un mandato coránico, un deber, una obligación que Alá les recompensará. Por eso, después de la masacre de Algeciras, la Confederación Islámica Española emitió un raudo comunicado de condena en el que se desmarca espiritualmente del hijo de una de las miles de concubinas de Mahoma que, al grito de “Alá es grande, muerte a los cristianos”, asesinó a un sacristán y le rebanó el cuello a un sacerdote. Es mentira. Mienten con toda la boca porque es su coránica obligación: mentir y engañar al infiel. Y si el infiel es, además, una mierda como los españoles que no creen ni en su Dios ni en su Patria, la reconquista de al-Ándalus es cuscús comido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario