Si les digo la verdad, mi verdad, aunque coincide con la totalidad de las gentes con las que hablo, se me hace muy cuesta arriba el conocer tantos carteles y de tantas ferias, de tantos sitios, con tanta anticipación.
No digo que las empresas no tengan que planificar con antelación las incursiones en el campo para seleccionar y reservar el ganado a lidiar y que comiencen las negociaciones con los toreros que consideren necesarios contratar. Es normal que eso se haga, como se ha hecho siempre.
También, de siempre, es normal tener atadas a las figuras para las grandes ferias. Lo que ya no veo de igual manera es que se tengan los carteles del verano en la calle. Queda mucho invierno por pasar y ya nos estamos acostumbrando a ver carteles para cuando vayamos en pantalón corto por la calle.
No me parece normal, entre otras muchas cosas, porque el mundo del toro es dinámico y debe estar abierto a las novedades y méritos que se vayan produciendo. De eso debe ir el interés de los públicos. Se ilusiona más por alguna novedad con mérito que por volver a ver lo visto ya cien veces.
El aficionado siempre se ha quejado de que las figuras tuvieran la agenda llena y cerrada antes de empezar la temporada, garantizándose de ese modo el que cualquier traspiés no ha de pasarle factura, garantizándole que va a seguir en la cresta de la ola haga lo que haga. Se quejaba, y se queja, el aficionado, de esa situación porque fomenta el absentismo y propicia el adocenamiento. Ligero, cuando no ayuno, de estímulos para mejorar en cada una de sus actuaciones.
Ahora, con el método nuevo del ‘cuanto antes’, no solo las figuras siguen en esa posición privilegiada, si no que también se colocan en el mismo acomodo los toreros de las filas posteriores, llenando sus agendas de compromisos ya cerrados.
No dudo que eso les interesará a los empresarios y a los toreros, pero como yo no ocupo ninguno de esos puestos, hablo por lo que soy, un aficionado más, al que se le hurta de entrada todas las posibilidades de competencia que debería haber para que los contratos se ganaran, como siempre se ha pedido, en el ruedo a base de la necesaria competencia y los consiguientes méritos.
De qué le vale al aficionado saber ya el 1 de febrero los carteles de San Isidro, pongamos el ejemplo de la feria más larga, si para cuando llegue mediados de mayo lo mismo está harto de haber visto fracasar a quien, o quienes, con tanta antelación le anunciaron que tendría la obligación de ver desde el tendido de Las Ventas.
Cierto que haciendo los carteles tres meses después puede suceder lo mismo, pero también es cierto que pueden entrar otros diestros con triunfos en ferias como Valencia, Castellón, Sevilla u otras plazas, o dejar fuera del ferial isidril a alguno que no esté dando la talla.
La verdad es que poquísimas veces los méritos han sido la base para hacer la mayoría de los carteles, pero siempre se tuvo la ilusión porque así fuera. Ahora, se podrá tener una opinión diferente, pero esta rapidez no garantiza al aficionado el que se le ofrezca lo mejor y más justo, más bien todo lo contrario.
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