Por mi parte, aunque la familia de Rafael Sánchez y la mia tuvieron cierta relación comercial, por diferencia de edad no tuve ocasión de tratarlo hasta llegar yo a una edad adulta, estableciéndose nuestra amistad a través de la común que teníamos con Rafael Muñoz "El Niño", maestro guarda-arnes como se denominaba él de las plazas de toros de Córdoba, y aficionado veterano que había visto torear a Guerrita en Pendolillas y escuchado cantar a Raquel Meyer. Luego se acrecentó nuestra amistad cuando José María Montilla formó con Rafael una pareja de informadores taurinos de corte tradicional: el maestro y decano de los toreros cordobeses aportaba los conocimientos adquiridos en el ruedo, y el escritor, los adquiridos en el tendido, en la conversación y en la lectura. De dichas tres fuentes, brotó en Rafael un caudaloso río de conocimientos, afluente del gran río imprescindible para ser un buen escritor taurino: su caudal cultural, especialmente de temas cordobeses, porque el escritor taurino que sólo sabe de toros, no sabe ni de toros.
Desde el punto de vista literario, el soporte de Rafael Sánchez González era un estilo depurado, de los que hacen agradable cualquier lectura. Sirva de ejemplo la aportación de Rafael Sánchez como historiador a la obra "50 años de los Califas", en la cual, en sus capítulos correspondientes, que comienzan con las plazas anteriores a los Tejares y concluyen con la construcción de la actual plaza de Los Califas, se cuenta su génesis y construcción desde que era Huerta de la Marquesa hasta su inauguración, con información sobre los propietarios de los terrenos, sobre cuantos intervinieron en la construcción y hasta sobre las modificaciones sufridas por el proyecto inicial con una conclusión sorprendente: la plaza concebida inicialmente iba a ser mucho más bonita y suntuosa de lo que finalmente resultó. Se puede hablar, por tanto, de perfeccionismo literario en Rafael Sánchez González. Otra muestra sería su libro "Lagartijo el Grande", que debiera ser reeditado por su excelencia y para subsanar el garrafal fallo - que Rafael, con elegancia, nunca ha comentado - de no incluir ni en portada, ni en contraportada, ni en titular alguno, el nombre del autor, cuyo rastro ha de buscarse en un prologuillo de alguien que sí que estampa su firma
Por lo que respecta a la formación adquirida por Rafael en el tendido, aparte de la recibida de su padre en los Tejares, durante sus años de residencia en Madrid, Rafael se formó en la primera plaza del mundo y con el trato con todas las figuras del toreo, con especial relevancia en el caso de la dinastía Bienvenida, gracias a lo cual yo tuve ocasión de departir ampliamente con alguno de sus miembros, así como de conocer a Julio Aparicio, al Litri...
Consecuencia de todo ello fue que Rafael resultara designado directivo de la Peña Taurina El 7, quizá la más importante de España. En cuanto a su faceta de documentalista, Rafael Sánchez poseía un buen archivo y buena biblioteca, siendo requerido por diversos autores taurinos para fundamentar sus textos.
Cuanto he apuntado viene a decir que cada conversación con Rafael suponía conocer algo que no sabías. Un famoso torero cordobés de dinastía, me decía al respecto: "Cada vez que hablo con Rafael Sánchez, me dice algo de mi familia de lo que yo no tenía conocimiento". Y como conferenciante, fueron innumerables sus intervenciones, especialmente en este "Castoreño" donde tanto se le solicitaba. Tampoco le fue ajeno el mundo de la Semana Santa, ni el de la historia de Córdoba... Si de algo pecó Rafael fue de afán de perfeccionismo. Sus obras más ambiciosas quedaron inconclusas. Yo le instaba a veces a que las terminara con el material ya existente. Pero siempre faltaba un dato, un documento, un testimonio...
Pero lo cierto es que Rafael se vio realizado como escritor y periodista taurino. Y que en ambas facetas obtuvo el reconocimiento general. Y que cuando se dudaba en alguna cuestión taurina, "eso se lo preguntas a Rafael Sánchez y te lo dice..." era una frase de uso común.
Por eso yo concluyo con la misma que encabeza este escrito: ya no se sabe de toros como sabía Rafael Sánchez González.
José María Portillo Fabra, presidente de la Tertulia Taurina "El Castoreño" del Real Círculo de la Amistad.
Para Pilar y José María
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