Paco Galache, setenta años de bravura
Las raíces de dicha ganadería podríamos decir que ya tienen el rango de bicentenario si nos retrotraemos hacia el origen de la estirpe. Estaba claro que, el señor Galache ya sabía lo que adquiría al respecto de su ganadería que, origen Vega-Villar, tantos triunfos ha aportado a infinidad de toreros. Como decía, en unos años determinados, por momentos, los toros de Paco Galache eran los más solicitados por las figuras del toreo, algo fascinante porque, insisto, además de bondad, dichos animales eran portadores de la casta necesaria para emocionar a todo el mundo.
Claro que, como diría el maestro Pepe Luis Vázquez, para ser ganadero se necesita toda la humildad del mundo y siempre será poca. Y lo decía porque, un ganadero, en un momento determinado puede cosechar éxitos por doquier y, de repente, sin saber los motivos –o quizás por ello- sus toros no los quieren ni para el matadero, por dicha razón Pepe Luis Vázquez eliminó su ganadería; ya había sufrido bastante al comprobar que, sus toros le eran desechados por los toreros por la casta que atesoraban.
Y aquí entra en escena la humildad a la que yo me refería que, sin duda alguna, ha sido el gran valor que ha asistido a Paco Galache en su trayectoria por el infierno o travesía por el desierto, como ustedes prefieran. Fijémonos cómo puede llegar a ser el taurinismo que, durante muchos años, los aficionados, hasta creíamos que dicha ganadería había desaparecido como les ha ocurrido a decenas de las mismas. Nada de eso. Se había “corrido la voz” en un momento determinado que los Galaches ya no eran “guirlaches” y los toreros dejaron de lado esta emblemática ganadería. ¿Motivos? Están clarísimos. Barrunto que, Paco Galache, amante del toro auténtico por encima de todo, quiso añadirle un poquito de picante a la bravura de la que siempre fueron portadores sus toros y, ahí empezó su calvario particular.
Fijémonos que, en la última década, rara era la vez que escuchábamos que Paco Galache lidiaba una corrida de toros, si acaso en algún que otro pueblo pero, sin la menor relevancia. Todos entendíamos que, los toreros, culpables de tal desacato, habían exterminado la ganadería por completo al no querer lidiar semejante hierro. Lo digo porque los ganaderos están todos en manos de los toreros y si éstos no quieren se acabó lo que se daba. Para mayor desdicha, Paco Galache, durante muchos años estaba en tierra de nadie; sus toros no los querían las figuras porque tenían casta pero, para ser lidiados como animales terroríficos, tampoco lucían dicho galardón. Todo un problema el que vivía el ganadero en sus carnes que, todavía, como aficionado, me sigo preguntando cómo ha podido sobrevivir.
Es cierto que, el tesón, la voluntad, la fe, la convicción de lo que uno hace y tiene, son los valores que logran que cualquiera perdure en la profesión que fuere y, Paco Galache no ha sido una excepción al respecto. Los hechos han demostrado que el ganadero salmantino tenía razón, que sus toros podían aportar muchas más bellas páginas al toreo, como en realidad así ha sucedido. Cierto que, el criador de reses bravas que citamos le debe mucho a Morante, no es que le deba nada pero, dada la debilidad de las figuras por matar el burro de Juan Pedro, dejaron de lado dicha ganadería que, como explico, el de La Puebla apostó por dicho encaste en Salamanca hace dos años, experiencia que repitió el pasado año con un éxito tremendo.
Yo lo explico. Los toros de Paco Galache no se comen a nadie pero, no es menos cierto que sus bicornes, una vez en el ruedo aportan esa emoción tan difícil de encontrar en cualquier ganadería de las figuritas; sus toros tienen movilidad, bravura, casta, en ocasiones peligro y, en definitiva, unas reses para que ningún aficionado salga de la plaza defraudado. Para nuestra fortuna pudimos ver por televisión las corridas que hemos citado y, el interés brilló por encima de todo. Si nos centramos en la última corrida de Paco Galache en Salamanca el pasado año, podemos certificar haber visto un festejo ejemplar, interesantísimo, exento de vulgaridad y con la suficiente emoción para que nadie saliera de la plaza hastiado por lo visto; todo lo contrario.
Convengamos que, la corrida, en su conjunto, mantuvo un interés altísimo, a la altura de las grandes tardes en la que Morante estuvo torerísimo y cabal; sin esa apoteosis tantas veces falsa, pero firmando una tarde para el recuerdo por dos años consecutivos. ¡Qué bien estuvo Morante aquel día! Pero no nos olvidemos jamás que, en la misma fecha, Domingo López Chaves firmó una tarde para el recuerdo, hasta el punto de la apoteosis en uno de sus toros pero, en su segundo, pudo haber cortado las dos orejas. Insisto, estamos hablando de una de las tardes más afortunadas de su vida. No encontró solución para sus problemas el joven Alejandro Marcos pero, no por ello desdeñó para nada el juego de los toros de Paco Galache.
Domingo López Chaves
Felicitemos a Morante porque dada su condición de máxima figura del toreo en el estatus más alto del arte, su redescubrir de nuevo a un ganadero emblemático. Plácemes para Domingo López Chaves que, sin apenas torear nada, hasta fue capaz de “explicarle” a Morante como se hace el toreo y, cuidado que eso es difícil porque, dudo que torero alguno sea capaz de darle Morante la más mínima lección. Domingo estuve cumbre, sí señor. El chaval joven, Alejandro Marcos no encontró la tecla adecuada pero es joven y le queda una vida por delante para solucionar su carrera.
--En las imágenes vemos a los protagonistas de la corrida aludida en Salamanca en la lidia de los toros de Paco Galache, Domingo López Chaves y Morante de la Puebla.
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