Afloró la buena escuela del francés Lalo de María, en los momentos de toreo en la corrida. El de capa con “Rondeño”, el quinto, en su rítmico quite por tafalleras y revolera. De muleta, en las templadas y ligadas tres tandas iniciales al segundo. Longilíneo, de vocación estilista, optó a trechos por la quietud, la lentitud y la postura. Corrió la mano, sí, puso la plaza en su favor, pero cuando todo estaba listo, falló con la espada. Defectuosa ejecución y colocación en la del uno que requirió cuatro intentos de descabello y en el otro, dos pinchazos intermediados por media ineficaz desarmada, cinco crucetazos descolocados y tres avisos. Pero fue el que toreó repito.
El bogotano Felipe Miguel, tuvo sus mejores momentos con el noble y alegre tercero, que atacó los dos caballos sin poder ser contenido. Se dolió escandalosamente en banderillas y hasta allí parecía prometer poco, sin embargo, desde los primeros muletazos, no muy reunidos, no muy mandados, no muy aseados comenzó a derrochar clase. La muleta trataba de acompañar sus ires y venires pero no siempre con fortuna. Aunque siempre ahí, con honrada tenacidad. En series de a cinco, por una y otra mano, que llegaban de manera dispar al tendido, aunque sí plenamente al palco que le ordenó la música y tras la estocada desarmada, trasera, tendida, ineficaz, y el certero descabello sacó el pañuelo de la oreja. Señalando al tiempo hacia el público en un gesto exculpatori0 innecesario y raro.
Frente al manso y bruto sexto que tumbó aparatosamente a Cayetano Romero, la porfía sin esperanza queda exonerada de culpas. El pinchazo, la media caída, la estocada trasera y el aviso pusieron punto final a una tarde que mereció mejor historia.
El antioqueño Juan Dinastía, pechó con uno de los dos malos, el primero. Echo ganas. Delantales, verónicas, medias…, que las renuencias del novillo deslucían. Con la muleta los recules, escarbes, el desarme y la rajada dejaban la cosa en cero. Una en hueso y media en sitio liquidaron. Durante la lidia del cuarto se vino el agua. La gente se reubicaba, se protegía, desatendía, y los esfuerzos por lograr ponerse a tono con la enrazada pela del achury, que derivaron en trapazos resultaron ignorados. No así el arrastre que fue aplaudido.
En resumen, quien toreó y no mató, quien mató y no toreó y quien ni toreó ni mató, se repartieron la responsabilidad de echar a pique la fiesta que traían los novillos.
FICHA DEL FESTEJO
Lunes 2 de enero 2022. Monumental de Manizales. 1ª de feria. Sol, nubes y lluvia. Un tercio de plaza. Con picadores. Seis utreros de Achury Viejo, diversamente presentados, aplaudidos 2°, 3°, 4° y 5°.
Juan Dinastía, silencio y silencio.
Lalo María, palmas y silencio tras tres avisos.
Felipe Miguel, oreja y silencio tras aviso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario