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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 2 de abril de 2012

LOS REGLAMENTOS DE AYER INTRIGAS DE HOY / Por Aquilino Sánchez Nodal



LOS REGLAMENTOS DE AYER INTRIGAS DE HOY 


Aquilino Sánchez Nodal
Madrid, 02/04/2012.-Hubo un tiempo que la vinculación entre vida española y taurina estaban tan unidas que era imposible separarlas. Esta situación se creaba por la simple razón de ser la fiesta de los toros la más genuina manifestación cultural de los pueblos de España. Las corridas de toros siempre han sido mucho más que demostraciones folklóricas. El espectáculo taurino se contempla como una manifestación espiritual y material del alma inmortal. En la historia de España sus gentes siempre han juntado la fiesta y la tragedia, el hambre y la chulería, y lucir a nuestros héroes para despreciarlos. Los españoles siempre hemos entendido la vida y, lo "nuestro" como postín pinturero del casticismo. Esta forma de comportamiento civil viene como al pelo en el mundo de los toros. La fiesta no solo ha estado protegida por el vulgo. Desde su principio los más importantes artistas y literatos se encargaron de divinizarla proyectando las más espléndidas visiones de las perspectivas culturales que atesora. Aquel panorama rico en matices se ha ido deteriorando por egoístas intereses ajenos, abusos incontrolados y ventajosos fraudes. 

Tiempo después llagaron los políticos y lo politizados dirigentes de las asociaciones profesionales y de aficionados a meter la cuchara en un caldeo que no los pertenece y en el que no se controla quien se lleva más. Estos depredadores económicos han llevando a la fiesta a la situación catastrófica en que se encuentra. 

La irrupción de la política en los toros no es tema reciente. Los charlatanes embusteros del voto siempre han estado empeñados en aprovecharse de la fuerza del espectáculo para influir en la ideología de las masas. Una forma camuflada de hacer política taurina es un reglamento de obligado cumplimiento para profesionales y aficionados. 

Francisco Montes "Paquiro" publica su Tauromaquia en 1.836 redactada por Santos López Peregrín. No era exactamente una normativa legislativa pero detallaba perfectamente los preceptos para regular la organización de la corrida de toros y el correcto comportamiento de los profesionales actuantes y espectadores asistentes. 

El primer reglamento taurino para los festejos lo redactó un político malagueño. don Melchor Ordóñez, en 1.847. No se aprobaría definitivamente hasta que este señor y buen aficionado, fue nombrado gobernador de Madrid, el 30 e Junio de 1.852 - "Para la correcta realización de las corridas de toros". 

Sevilla, en lo más alto del toreo saca su reglamento taurino en 1.858. Otro aparece publicado, aumentado y corregido en 1.862, en Guadalajara. Ese mismo años, 1.862, Logroño edita otro reglamento. Jaén, la despensa de bravo en España, saca su propia normativa en 1.867. Cádiz constitucional siente la obligación de hacer un texto más completo para controlar los desmanes y meter mano en la "leña" del toro, en 1.872. 

Madrid es la capital del reino, hecho jirones, pero es en donde se promulgan leyes para toda España. Y como no, el marqués de Villamagna, aprueba uno en 1.868 que sería anulado y cambiado por otro nuevo redactado por el conde de Heredia Spínola, en 1.888. En este si se incluyen novedades respecto a todos los demás. 

- "La empresa está obligada a la devolución del importe de las localidades en caso de no poder tomar parte algún espada de los anunciados" - "Igualmente tendrán derecho a devolución cuando uno o dos toros sean sustituidos en el reconocimiento previo" - "La autoridad impondrá castigo al veterinario que dejara pasar un toro como bueno y fuera devuelto desde la arena al corral por defecto físico". 

La realidad ha sido que, cuanto más se han aumentado, engordado y complicado los reglamentos taurinos, menos ha mejorado el espectáculo porque nunca se ha consultado con los que deben disfrutar de su aplicación, los aficionados. Cada temporada resulta peor la labor de la autoridad competente en respetar el reglamento. 

Los toros estaban en la vida social, política y dicharachera de los españoles. Los toreros más famosos aparecían en infinidad de coplas populares: 

- "Ya se murió Curro Montes, 
ya se murió el Chiclanero, 
ya no queda en el mundo 
arte, valor ni salero" 

Al filo del comportamiento de nuestras más cotizadas y cursis figuras, esta copla se cambiaría por: 

- "Ya se murió el arte, 
ya se murió en el albero, 
ya solo queda en el mundo 
mentira, fraude y dinero". 

 Sálvese quien pueda. 

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