Llama poderosamente la atención que sea precisamente la Iglesia, la gran protegida de Franco durante su Régimen, y a la que el Ejército Nacional salvó, en la Guerra Civil, de la aniquilación y exterminio seguro a manos del Ejército Rojo, la que acabe dándole la puntilla y entregue a la izquierda, que tanto le odia, su cadáver en bandeja de plata.
Que tome nota más de uno: la historia siempre se repite. Cuando vuelvan a arreciar los malos tiempos y de nuevo se dediquen a quemar cruces y saquear conventos, que recen mucho y el Altísimo, en su infinita misericordia, se apiade de ellos. Nosotros no podemos.
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