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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 6 de abril de 2012

VENEZUELA: JUAN BELMONTE A LOS 50 AÑOS DE SU MUERTE / Por Rafael Dupouy Gómez

El 8 de abril de 2012, se cumplen 50 años de la muerte del maestro Juan Belmonte García, uno de los toreros más grandes de la historia del toreo.



"...He querido dedicarle estas líneas como recuerdo por la gran amistad que tuvo con mi familia, muy especialmente, con mi bisabuelo, el Benemérito General Juan Vicente Gómez, quien fuera Presidente de la República de Venezuela y sus hijos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez..."

JUAN BELMONTE EN VENEZUELA

Rafael Dupouy Gómez
Caracas, 05/04/2012.-
Juan Belmonte vino a Caracas (Venezuela) el 5 de marzo de 1918, después de haber desembarcado del vapor “Montserrat” en Puerto Cabello (Edo. Carabobo). A Caracas arribó en horas de la noche, siendo recibido por numeroso público que conocía su fama de gran figura del toreo. 

Juan Belmonte, pasó tres meses viviendo en Maracay en casa de Alí Gómez, hijo del Gral. Juan Vicente Gómez, en ese lugar empezó la gran amistad del famoso torero con el Presidente de la República de Venezuela. 

El “Pasmo de Triana” vino a Venezuela para torear cuatro corridas de toros en el Circo Metropolitano de Caracas, contratado por el empresario venezolano Eloy Pérez. 

El 8 de marzo de 1918, Belmonte visitó las instalaciones donde se estaba construyendo el Nuevo Circo de Caracas que sería inaugurado, posteriormente, el 26 de enero de 1919. 

Juan Belmonte debutó el 10 de marzo de 1918 en compañía del diestro sevillano Rufino San Vicente “Chiquito de Begoña” ante toros de la ganadería del Gral. Juan Vicente Gómez, de Mariara. Belmonte trajo como su peón de confianza a Manuel García López “Maera”, que, posteriormente, se haría matador de toros. Esa corrida no fue muy exitosa por la dificultad que presentó el ganado para los toreros.

El martes 19 de marzo de 1918, día de San José, Belmonte ejecutó una magnífica faena en el Circo Metropolitano de Caracas, repitiendo otra tarde triunfal el día 31 de marzo de 1918 en su beneficio, matando cuatro toros. Con él alternaron los diestros José Corzo “Corcito” y Antonio Abao “Abaíto”, lidiando un toro cada uno. 

El empresario Eloy M. Pérez aprovechando el retardo del barco en el que se iba Belmonte, debido a los problemas de la Primera Guerra Mundial, le propuso a éste una última corrida a beneficio del público. Belmonte aceptó, firmando por una cantidad menor. Hubo grandes rebajas en los precios de las entradas para el público que acudió al Circo Metropolitano de Caracas para presenciar la despedida de Belmonte en Venezuela. Los aficionados que asistieron a la corrida presenciaron el buen toreo del “Pasmo de Triana”, demostrando su calidad de auténtica figura de la fiesta nacional española.

Mi abuelo Florencio Gómez Núñez, recordaba su impresión al verle torear por primera vez: “Yo lo pude ver en dos oportunidades, en dos fincas de papá, el Gral. Juan Vicente Gómez. Belmonte quería que papá lo viera torear en la finca “Casupito” (Edo. Aragua) y también en la finca “Bucarito” cerca del Central Tacarigua (Edo. Carabobo). Allí se le apartaban toros criollos y papá lo veía torear. Era un fenómeno indiscutiblemente. Conocí también a su descubridor, José María Calderón, cuando vino a la inauguración de la Maestranza de Maracay, el 20 de enero de 1933. Fue una persona con una gran visión, porque como mentor y director de Belmonte, pudo notar las cualidades de torero grande que poseía”. 

Juan Belmonte, cuando comenzó a torear se salió de todas las normas del toreo y fue un verdadero revolucionario. Rivalizó con “Joselito” en la considerada época de oro del toreo. Decían que lo fueran a ver pronto porque lo iba a matar un toro. El célebre matador de toros Rafael Guerra “Guerrita” fue el que dijo: “quién quiera verlo, que se dé prisa”. Afortunadamente, no lo mató un toro, pero falleció trágicamente después, quitándose la vida en su finca “Gómez Cardeña”. 

Belmonte, estableció una forma y estilo de interpretar el toreo que rompió todos los moldes tradicionales. Dominaba a todos los toros y se arrimaba hasta más no poder, en unos terrenos prácticamente imposibles de creer. Se quedaba quieto, con una tranquilidad pasmosa a escasa distancia de los pitones de sus enemigos. Su característica media verónica al rematar con el capote, era su firma de torero grande y magnífico. Con la muleta lograba someter a los toros y los obligaba a pasar por donde él quería. Su pase natural era excepcional.

BELMONTE CONTRAJO MATRIMONIO POR PODER EN VENEZUELA

Juan Belmonte estando en Caracas en el año 1918, contrajo matrimonio por poder con doña Julia Cossío, dama de muy buena familia del Perú. Belmonte tuvo muchas dificultades para regresar a su patria por la guerra europea, porque no salían los barcos. No hallaba como irse y él se quería encontrar en Panamá con su esposa que lo esperaba, así que el General Juan Vicente Gómez, le ofreció un buque de guerra de Venezuela, para que lo trasladara hasta Panamá.

Entre mi bisabuelo, el General Juan Vicente Gómez y Juan Belmonte existió siempre una gran amistad. Hasta el escritor sevillano Manuel Cháves Nogales, convenció al “Pasmo de Triana” para escribir su excelente biografía “Juan Belmonte, Matador de Toros; su vida y hazañas”. En su libro, Belmonte dedica un capítulo completo al General Gómez, relatando cómo lo conoció y comenzó su gran amistad con él.

Juan Belmonte contaba, entre otras cosas, en el capítulo XIX dedicado al Gral. Juan Vicente Gómez, lo siguiente:

“Al llegar a Venezuela desembarcamos en Puerto Cabello, donde nos esperaban dos automóviles enviados por uno de los hijos del Presidente de la República, General Gómez, para llevarnos directamente a una finca suya de Maracay, y evitarnos así el tener que dar la vuelta por La Guaira y Caracas.

En la finca del General Juan Vicente Gómez nos recibieron dos hijos suyos, fuertes mocetones, muy aficionados a los toros y a las faenas ganaderas, los cuales habían preparado una original bienvenida a los toreros españoles. 

Cuando los automóviles en que íbamos llegaban a la finca, vimos a uno de los hijos del General, jinete en un soberbio caballo, correr por el campo acosando a un novillo; iban a carrera abierta la res y el caballo, cuando el jinete, haciendo una habilísima maniobra, cogió por la penca del rabo al novillo, y con una destreza y una fuerza sorprendentes lo volteó en el aire. Fue una bellísima escena campera, que nos deslumbró.

Juan Vicente Gómez, riquísimo hacendado, General y Presidente de la República de Venezuela, me tomó pronto un gran afecto. Amante del campo y de la ganadería, le gustaba verme bregando con las reses en su finca. Allí se pasaba los días contemplando cómo sus hijos y yo toreábamos y corríamos a caballo. No iba casi nunca a la capital. Yo tampoco iba más que los sábados, para torear el domingo y volverme a la dehesa con el General y sus hijos.

En aquella residencia campestre del Presidente de la República no había ninguna etiqueta. El viejo andaba por la casona como cualquier hacendado andaluz por su cortijo. A veces venían de Caracas los Ministros y los altos funcionarios para despachar con el General, y se lo encontraban entregado a las faenas del campo, como un manijero cualquiera”. 

Curiosamente, en el documental titulado “El Toreo de Joselito y Belmonte”, transmitido por la Televisión Española (TVE), aparece el “Pasmo de Triana” leyendo con añoranza el libro “Mi Compadre”, del escritor colombiano Fernando González. Juan Belmonte lo tenía, porque en ese libro se narraban importantes aspectos de la vida de su amigo, el General Juan Vicente Gómez, como Presidente de la República de Venezuela. En el documental, se puede observar a Belmonte leyendo el libro y se aprecia en la portada la imagen del General Gómez. 
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