Media buena corrida de Cuvillo, preciosidades de Morante que hasta banderilleó, oreja para Talavante y vuelta al ruedo de David Mora
J.A. del Moral · 05/05/2017
Llenazo hasta los topes. Tampoco cortó orejas Morante en su cuarta y última comparecencia. Le pidieron sin mayoría la del primer toro. Pero estuvo sembrado aunque no redondo y entusiasmó al público banderilleando en solitario al cuarto toro. Alejandro Talavante hizo la faena más limpia de la tarde al buen segundo de Núñez del Cuvillo del que cortó la única oreja de la tarde. A punto de cortarla del también buen tercero David Mora que tuvo que contentarse con dar una vuelta al ruedo. En la corrida de Cuvillo hubo de todo, como en botica.
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza
Jueves 4 de mayo de 2017. Décima de feria. Cielo algo enmarañado con rachitas de viento. Lleno de no hay billetes.
Seis toros de Núñez del Cuvillo bien aunque desigualmente presentados y de vario juego. Buenos con matices los tres primeros toros. Huidizo además de pronto rajado y a menos en la muleta el cuarto. Sin clase e intermitente el quinto. Noble aunque finalmente rajado el sexto.
Morante de la Puebla (carmesí y oro): Estocada trasera, dos avisos, petición insuficiente y gran ovación. Estocada caída tendida, gran ovación.
Alejandro Talavante (marino y oro): Estoconazo de entrega aunque perdiendo la muleta, oreja. Media estocada tendida y cuatro descabellos, aviso y silencio.
David Mora (tabaco y oro): Pinchazo y estocada, aviso y vuelta al ruedo. Estocada trasera de tardíos efectos, palmas con saludos.
Valentín Lujan destacó en la brega y en palos. También en banderillas Antoñares y Ángel Otero.
Tarde muy entretenida con altibajos. Mucho mejor la primera mitad del festejo y bastante menos la segunda en la que destacaron las estupendas verónicas de Morante en el recibo del cuarto y en un quite aunque lo que más se celebró fue su aquí sorprendente tercio de banderillas en solitario. Nunca lo había hecho en Sevilla y el público le ovacionó con entusiasmo mientras duró su genial intervención. Solo con verle andar tan despacio hacia el toro antes de clavar los siempre reunidos palitroques, provocó la rendición del público a su indudable y personalísimo quehacer.
La faena de Morante al toro que abrió plaza fue desigualmente templada aunque a lo largo de la misma recetó preciosos y sentidos muletazos con ambas manos, coreados por toda la plaza con arrastrados olés. Prevaleció lo bueno porque a los enganchones seguían sembrados pases en redondo, al natural y toda la gama de remates que en Morante resultan ciertamente únicos e inimitables. Tan gráciles e inspirados, que hacían olvidar los tropezados. El noble animal derrotó por arriba intermitentemente y Morante no quiso sacrificar la estética en pos de la eficacia. Así es su personalidad torera y así será siempre. Lo cierto y verdad es que, sin triunfar, aún sin cortar orejas en su cuarta y última tarde de la feria, fue en esta corrida cuando anduvo más dispuesto y creativo. Por eso sus partidarios se fueron contentos de la plaza.
De Alejandro Talavante en la travesía del gran y largo momento de su carrera que está atravesando, siempre se espera lo que puede darnos y lo consigue a poco que los toros se presten como ocurrió ayer con el buen segundo al que entendió enseguida. De principio a fin de su completa y limpia faena, en la que si buenos fueron los redondos, aún mejores los naturales que en Alejandro casi siempre son de usía. Su mano izquierda es ciertamente prodigiosa. Se tiró a matar más derecho que una vela y por atracarse de toro perdió la muleta en el emocionante y arriesgado embroque del que salió rodado el animal. La petición de oreja fue unánime y la presidencia no tardó en otorgarla. Así da gusto.
Luego, con el peor quinto, que repuso mucho al embestir, vimos a un Talavante inasequible al desaliento pese a las dificultades que presentó. Tardó en meterlo en la muleta por el lado derecho después de lograrlo al natural, pero terminó consiguiéndolo. No se aburrió Alejandro en su a la postre baldío intento de repetir el éxito anterior. Algo imposible en este toro porque, además, mató de varias agresiones con los aceros.
En su conjunto, a las manos de David Mora fue el lote más propicio de la corrida. Aunque en el recibo del tercero no todas las verónicas fueron buenas, sí en su brindada faena que arrancó por bajo con la derecha y de seguido por redondos ligados a los de pecho hasta terminar por naturales de menor a mayor acople. La singularidad artística más notable de David es su natural empaque. El público no tardó en meterse en esta faena que, sin duda, hubiera sido premiada con una oreja de no haber pinchado el torero antes de agarrar la estocada definitiva. En vista de lo cual, pronto decidió dar una vuelta al ruedo que arrancó con alguna protesta y enseguida entre ovaciones.
Con el, en principio, huidizo sexto toro, empezó la faena de rodillas aunque brevemente. Lo mejor llegó después sobre todo en tantas por redondos hasta que, al tomar la muleta con la izquierda, el animal se rajó al dar el primer natural. La faena por eso fue de más a muy menos. Para colmo, el toro tardó mucho en doblar tras la estocada.
Observar y advertir, finalmente, que el empacado toreo de David Mora resulta mucho más vistoso y gratificante cuando muletea derecho y relajado que cuando lo hace doblado y algo forzado. Si se decidiera a hacerlo siempre derecho, sus faenas resultarían incontestables.
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