Antonio Ferrera
Aunque no cortó orejas, anduvo por encima del muy deslucido segundo toro de la corrida de El Pilar, veroniqueó excepcionalmente bien al noble quinto antes de ser devuelto por romperse una mano y construyó una exquisita, templadísima e inspirada faena al muy noble aunque debilísimo sobrero que reemplazó al anterior, resultando derribado, recogido y alcanzado dos veces al entrar a matar. Le pidieron la oreja sin mayoría del segundo, dando una vuelta al ruedo con fuerza. Y una vez arrastrado el quinto, dio otra realmente clamorosa. Juan José Padilla no tuvo suerte con su lote con el que lo intentó todo fiel a su efusivo y entusiasta quehacer. Alberto López Simón se llevó el gordo de la lotería que fue el tercer toro con el que mató mal tras estar bien aunque por bajo de la extraordinaria calidad del animal. Luego, se eternizó sin ningún brillo con el flojísimo sexto.
Otra gran tarde de Antonio Ferrera
J.A. del Moral · 07/05/2017
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza.
Sábado 6 de mayo de 2017. Décimo segunda de feria. Tarde agradable con más de dos tercios de entrada.
Siete toros de El Pilar incluido el sobrero que reemplazó al quinto tras romperse una mano. Bien presentados en el tipo de la casa, en su mayoría altos y montados. Dieron juego vario con predominio de los débiles en distintos grados de manejabilidad. Corto de viajes el primero. Muy huidizo y deslucido el segundo. Bravo y con mucha clase el tercero que fue, con mucho, el mejor del envío. Dócil aunque soso y sin trasmitir el cuarto. Muy noble el quinto hasta que fue devuelto tras romperse una mano. Muy dócil aunque sin fuerza alguna el sobrero. Y deslucido el sexto.
Juan José Padilla (grana y oro): Estocada, saludos. Estoconazo, silencio.
Antonio Ferrera (grana y oro): Estocada caída de rápidos efectos, petición insuficiente aunque ruidosa y vuelta al ruedo con bronca al palco por no conceder el trofeo. Pinchazo saliendo rebotado y cogido sin consecuencias, pinchazo alcanzando el mentón del matador, estocada librándose por muy poco ser cogido otra vez, dos avisos y prolongadísima ovación con vuelta clamorosa.
Alberto López Simón (tabaco y plata): Pinchazo, otro hondo y estocada, gran ovación al toro y palmas con saludos para el matador. Dos pinchazos y estocada, silencio.
A caballo destacó Ángel Rivas. Muy bien Daniel Duarte en la brega. Como en banderillas, Jesús Arruga y Domingo Siro.
Festejo de larguísima duración, casi tres horas. Algo habrá que disponer por la autoridad para que las corridas se celebren con más diligencia. Hay que poner orden de una vez por todas en los prolegómenos del paseíllo, retardado por culpa de los entrevistadores de la televisión. Llevamos varias tardes en las que los alguaciles tienen que esperar varios minutos al lado de la puerta de cuadrillas hasta que aparecen los toreros. Se debería poner radical fin a los fotógrafos que inundan en ruedo en pos fotografiar a los espadas desde todos los ángulos, lo que retrasa aún más el inicio del desfile. Y hacer algo para que la suerte de varas dure menos porque el trayecto que tienen que cubrir los caballos desde que salen hasta alcanzar el sitio donde suele picarse es excesivo. Todo ello con el añadido de la duración de las faenas en los toros sin posibilidades. La mayoría de los toreros se eternizan en busca de un lucimiento que nunca llega.
Y dicho esto, vayamos al tajo que ayer tuvo como gran protagonista a Antonio Ferrera quien, por segunda vez en esta feria, tuvo una actuación memorable. El estilo de Ferrera ha evolucionado desde las prisas a la serenidad y desde la vulgaridad a la exquisitez. Una transfiguración realmente asombrosa que ha ido tomando carta de naturaleza tanto con el capote como con la muleta. Banderilleando siempre fue fácil además de espectacular y certero. Pero es que, de un tiempo a esta parte y, sobre todo, tras superar una larga convalecencia como consecuencia de su último percance, Ferrera se ha convertido en uno de los matadores más interesantes y atractivos del escalafón. No es de chocar que los públicos se le entreguen apasionadamente. Algo que en Sevilla no es cuestión baladí.
Ayer, en su segunda actuación en esta feria, colmó de satisfacciones a los aficionados, tanto con su muy difícil primer toro del que extrajo lo que no tenía como con los dos que tuvo que lidiar en quinto lugar porque al anunciado lo toreó con el capote a la verónica con tanto clasicismo y excelencia mientras duró entero en el ruedo – tuvo que ser apuntillado porque no hubo manera de que se lo llevaran los cabestros – hasta cuajar un precioso quite por tafalleras afaroladas, como con el sobrero que le reemplazó, un animal tan noble como débil, con el que llevó a cabo una de las mejores y más exquisitas faenas de esta feria. Lástima que este toro levantara tanto la cabeza al entrarlo a matar que fue muy difícil lograrlo con limpieza y prontitud.
Antonio resultó alcanzado en sus tres agresiones, librándose de sufrir una cornada por puro milagro. De haberlo matado a la primera y bien, su labor hubiera merecido un par de orejas sin discusión. La hubo antes, tras matar de estocada con rápidos efectos a la primera. No todos los espectadores se mostraron conformes con la negativa presidencial a concederle la muy ruidosamente reclamada oreja. Como tampoco todos abroncaron al palco por la negativa. Pero bueno, aparte polémicas, lo cierto y verdad es que Antonio Ferrera anduvo muy por encima de su primer oponente antes de estar realmente sembrado con el quinto toro y con el que le sustituyó, logrando ser uno de los grandes intérpretes del torero más clásico y exquisito que estamos disfrutando en una madurez profesional verdaderamente admirable.
Ferrera alternó en banderillas con Juan José Padilla a requerimiento de este, antes de que el jerezano se enfrentara con la muleta al toro que abrió plaza. Un animal no sobrado de fuerza aunque en principio violento hasta llegar a la muleta corto de viajes e imposibilitando la limpieza de toda la faena que resultó tan empeñosa como irregular.
Más duradera y prolija fue la lidia del cuarto, con el que el peón Daniel Duarte se hizo cargo del toro en una esplendida brega hasta que el animal llegó a banderillas, tercio que cubrió Padilla con el espectacular entusiasmo que le caracteriza – se adornó mucho antes de clavar los garapullos – y a la faena de muleta que no resultó emocionante por la noble sosería del animal mientras duraron las pocas energías del burel, sin que Padilla consiguiera la total atención del respetable pese a los efectismos con que cerró el trasteo y al contundente espadazo con el que mató.
En la segunda actuación del joven tercer espada, López Simón, le llegó una oportunidad de oro para poder alzarse como uno de los grandes triunfadores de esta feria. Fue el toro llamado “Bellito” que le cupo en suerte como tercero de la tarde. Otro toro más para cantarlo en latín. Otro toro de nobleza y clase excepcionales además de bravo en el primer tercio. López Simón anduvo bien a la verónica en el saludo y bien por firme y templado en su larga faena de muleta, cubierta de principio a fin con tanta firmeza como temple aunque sin ángel ni gracia. Carencias que en Sevilla pesan como una losa. De no haber fallado con la espada a la hora de matar, posiblemente podría haber cortado una oreja. Pero es que este toro fue de dos.
Con el muy flojo sexto, López Simón apenas pudo conseguir algo que llamara la atención. No hubo lugar por tanto para que el de Barajas remediara su postrera tarde.
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