Antonio Ferrera enfrentado al 'pan duro' en Sevilla
En Sevilla hemos visto como las figuras toreaban ‘pan de molde’ y como otros, Ferrera, Escribano y Ureña, tenían que torear pan, incluso duro. Diferencia infinita que deja distinto gusto y esfuerzo al torear para los toreros, también en el paladar de los aficionados.
PAN DE MOLDE
Antolín Castro
Para todos es conocido el pan de molde, pero menos conocida es la denominación de ‘Toro de molde’. Ambos llevan vidas paralelas.
Si el pan de molde, también conocido como pan bimbo en México y España, arrancó su vida allá por el año 1965, el ‘toro de molde’ es algo más joven pero su génesis viene de aquellos mismos años en los que El Cordobés mandó en la fiesta.
Hoy en la fiesta abunda el toro de molde, ese que es blando -hecho con leche y mantequilla como su homónimo alimenticio- y que ya no lleva ni la corteza blanda que le contorneaba. Así es el toro de molde, blando y sin ninguna arista dura o menos blanda para sus matadores. Quizá, más que nunca, hayamos encontrado el símil perfecto para esta nueva denominación, así como su ejemplo más reciente, la feria de Sevilla.
El pan, el de toda la vida, tiene siempre su corteza y en sus distintas formas, candeal, baguette, etc., te puedes encontrar con alguna dificultad al tragar o incluso algún arañazo en el paladar. Con el pan de molde nunca puede pasarte eso ya que su ingesta no necesita ni masticación, se deshace en la boca. Cierto que es mucho más cómodo de consumir un emparedado que un bocadillo, pero cuando se consume siempre te deja mucho mejor sabor y satisfacción el clásico bocadillo de pan.
En Sevilla hemos visto como las figuras toreaban ‘pan de molde’ y como otros, Ferrera, Escribano y Ureña, tenían que torear pan, incluso duro. Diferencia infinita que deja distinto gusto y esfuerzo al torear para los toreros, también en el paladar de los aficionados. Y es que el que era el pan nuestro de cada día nos lo han cambiado determinados ganaderos que, ávidos de que consuman preferentemente sus productos, se han prestado a echarle leche y presentarlo con una textura que se deshace en las manos de los toreros llamados figuras y elegantes, que son los que tienen posibilidades para pedirlos. De ese modo, han pasado de ser ganaderos de bravo a vendedores de productos para el consumo de la élite al por mayor, y casi de pastelería.
Con Manzanares puede parecernos igual, pero era con 'pan de molde'
El aficionado no ha cambiado de bando ni de costumbres y distingue perfectamente la forma de comer, y torear, de cada torero, valorando de esa manera, cómo el comer pan de molde no sirve ni para ejercitar los dientes, y premiando a quien tiene que poner el corazón y jugarse las ‘muelas’ para engullir el pan con corteza, incluso duro.
Mira que nos enseñaron que la oración preferida era esa de ‘el pan nuestro de cada día…’, pues esa se la han saltado a la torera unos cuantos ganaderos y toreros para rezarla añadiendo eso de ‘el pan de molde nuestro de cada día’. Estamos muy cerquita ya de los ‘bocaditos de nata’, ‘la suprema elegancia’ y la extinción de la Fiesta. Al tiempo.
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