Querido maestro, que ya estás en los cielos: la dicha que dejas en la tierra, al mundo del toro, es tan abundante y afortunada, que ahora te rezamos con verdadera devoción. Descansa en paz.
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Muere a los 93 años Ángel Peralta, 'El Centauro de las Marismas'
Ángel Peralta, maestro del rejoneo y de la vida
Juan Miguel Núñez Batlles
Fue maestro y artista en todas las actividades que desarrolló, además de muy buena persona. El sentido de la amistad con Ángel Peralta tuvo carácter de bendición.
Hombre polifacético, innovador y revolucionario, respetando, por supuesto, las esencias, contenidos elementales, ritos y liturgias de su gran pasión, el arte del toreo, que, en la modalidad de a caballo -el rejoneo- llegó a revolucionar, en el buen sentido, hasta llevarlo a sus más altas cotas de pureza y técnica, de riesgo y vistosidad, además de hacerlo desde unos planteamientos tan absolutamente clásicos como generosos y sinceros; tanto que, en uno de sus conocidos alardes poéticos -Peralta fue también un erudito de la palabra y el sentimiento- llegó a la conclusión de que "torear es engañar al toro sin mentir". Qué bonito.
Y ahí quedan para la historia las diferentes suertes con las que innovó: la rosa, el violín -fue el primero en banderillear por el lado izquierdo-, el par de cortas a dos manos sin cabezada y la collera. En fin, el rejoneo total.
Lo que le supuso todo tipo de reconocimientos; por ejemplo, un rabo en Sevilla, algo histórico, en la Feria de abril de 1971.
Su último galardón, concedido por el gobierno español, hace cinco años, fue la Medalla al Mérito en las Bellas Artes.
Y mucho más allá de trofeos y cifras de apabullante palmares, a Don Ángel Peralta -fue don, don Ángel para todo el toreo- se le va a recordar también, hay que insistir, por esa polifacética actividad y personalidad que desarrolló y plasmó en límites insospechados: poeta y escritor (es de mucha altura su obra literaria, parte de la cual se canta en coplas, soleás y sevillanas), actor y guionista de cine, ganadero de bravo por supuesto, empresario también, apoderado y descubridor de grandes rejoneadores (su gran proyecto ha sido la francesa Lea Vicens).
Querido maestro, que ya estás en los cielos: la dicha que dejas en la tierra, al mundo del toro, es tan abundante y afortunada, que ahora te rezamos con verdadera devoción. Descansa en paz.
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