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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 8 de diciembre de 2020

Animalismo sospechoso / por Paco Mora


Los detractores del toreo, que fundamentan su inquina a la tauromaquia en los derechos de los animales, no vacilan en mantener prisioneros en sus domicilios perros, gatos, pájaros y hasta ratas, culebras y lagartos si se tercia, alimentándolos a cuerpo de rey, mientras en presencia de un chiquillo pidiendo limosna en una esquina, hacen la vista gorda.

Animalismo sospechoso

Paco Mora
AplausoS, Diciembre/2020
Me van a permitir que mantenga serias dudas sobre las razones de los que fundamentan en el amor a los animales su odio a la fiesta de los toros. Si el rito taúrico finaliza con una estocada en todo lo alto, y si además es de efecto rápido, entusiasma a los tendidos que exigen para el matador trofeos que el torero pasea triunfalmente en una vuelta al ruedo bajo el tableteo de los aplausos. Y eso, el tierno corazón de los enemigos de la Fiesta no lo puede resistir después de ver cómo las mulillas arrastran el toro hasta el desolladero.

Pero sin embargo esos mismos detractores del toreo, que fundamentan su inquina a la tauromaquia en los derechos de los animales, no vacilan en mantener prisioneros en sus domicilios perros, gatos, pájaros y hasta ratas, culebras y lagartos si se tercia, alimentándolos a cuerpo de rey, mientras en presencia de un chiquillo pidiendo limosna en una esquina, hacen la vista gorda y pasan por su lado sin meterse la mano en el bolsillo. Eso, sin contar con lo asqueroso y pestilente que resulta encontrarse las guarradas de sus graciosos chuchos en el ascensor. Que las “marilines”, por muchos lacitos y gabardinas que les pongan en el lomo y las lleven a la peluquería perruna, también defecan y orinan.

Hitler era un animalista de tal calibre que abominaba de la caza por considerar “inmoral” que se disparara contra los animales. ¡Qué tierno el “furer”! El mariscal Goering se quejaba a veces por ello, puesto que él era un gran cazador. Tanto le atraía la montería que de su abstruso cerebro salió la idea de la “solución final”, y fue el padre de las cámaras de gas y los hornos crematorios, en los que fueron asesinados casi diez millones de hombres, mujeres, ancianos y niños de raza semita en la Alemania del Tercer Reich. Ello sin que el pintor de brocha gorda de Baviera se diera por aludido ante la tremenda inmoralidad del caso.

A la vista de todos estos datos, uno mantiene una posición mental cuanto menos prudente, antes de considerar el amor a los animales como una virtud del alma de los seres humanos. 

La cuestión del exagerado “mascotismo” que nos invade, coincidente con la furia por acabar con la fiesta de los toros, al menos a mí me huele a chamusquina. 

Dice la Historia reciente que España se acostó una noche monárquica y se levantó republicana, y de continuar el actual estado de cosas mucho tiempo más, los españoles pasaremos de ser hombres libres a formar parte de una masa borreguil amorfa y sin libertad de opinión, que marchara al son que le marque el tambor de esa extraña coalición que nos gobierna. Seremos miembros de una España diezmada, triste, acongojada y sin ilusiones. 

Cualquier cosa menos ciudadanos libres y con capacidad para decidir nuestro futuro. Simples piezas de un siniestro juego en el que la libertad de pensar será un delito.

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