A Juan Cala se le organizó entonces un juicio paralelo por racismo. Un juicio en el que, por cierto, no había ninguna prueba salvo por supuesto el testimonio del interesado, el propio Diakhaby. Aún así Cala tenía que ser culpable. Era culpable porque sí, era culpable porque interesaba que lo fuera. También para Pablo Iglesias, que en su cuenta de Twitter mostró todo su apoyo al futbolista del Valencia, decía que ya estaba bien del blanqueamiento cómplice y afirmaba que no podía aceptar insultos y agresiones racistas. Intervino también Pablo Echenique, que sacó a colación el caso del delantero ucraniano Zozulya, a quien se vinculó con grupos neonazis. Pero todo cobró más relevancia cuando participó Irene Montero, ministra de Igualdad, al decir que no había excusas ni término medio y mostrando toda su solidaridad con Diakhaby; Ione Belarra, ministra de Asuntos Sociales y Agenda 2030, envió una carta a LaLiga y a la Federación Española de Fútbol mostrando su plena disposición a la colaboración interinstitucional y su compromiso firme y permanente con la lucha contra el racismo. Y LaLiga, claro, se puso a buscar. Y a buscar. Y a buscar. Y a seguir buscando. Pero LaLiga, que había contratado incluso a un equipo de expertos en la lectura de los labios, no encontró. La Liga no encontró nada por la sencilla razón de que no había nada que encontrar. Y el 9 de abril, cinco días después del partido, no tuvo más remedio que publicar un informe en el que se confirmaba que no aparecía ni un solo insulto racista. "Mierda" o "déjame en paz" sí aparecían entre los audios analizados, pero ni un solo "negro". El 17 de junio fue la federación quien archivó el caso. Ni Iglesias ni Echenique ni Montero ni Belarra pidieron por supuesto perdón.
También hay negros de primera y de segunda división. Mouctar Diakhaby tiene la suerte de ser de primera porque él creyó escuchar un insulto racista y España entera se lanzó a la calle. Hubo portadas de apoyo al futbolista del Valencia. No se hicieron pulseras de puñetero milagro. Yo, sin ir más lejos, me las vi y me las deseé para defender algo tan elemental en una democracia como la presunción de inocencia de Juan Cala o de quien fuera. En un pasquín dirigido por Angélica Rubio que se llama El Plural llegaron a titular así: "Tertuliano de El Chiringuito, votante de VOX y defensor del racismo: no falla". Pero claro que fallaba, en realidad les falló todo. Hubo programas de radio apoyando a Diakhaby. Mucha gente se dejó la piel a la hora de demostrar que Cala era un racista pero se topó con la cruda realidad de la inexistencia de pruebas que apoyaran su teoría.
Vinicius Júnior no tiene al parecer tanta fortuna como Diakhaby, Vinicius es un futbolista negro de segunda. El pasado 24 de octubre y cuando, en pleno Barça-Real Madrid, Vinicius se retiró del campo, recibió multitud de insultos y uno de ellos, el de "macaco", fue captado nítidamente por las cámaras de televisión. Es curioso porque a Diakhaby nadie le llamó negro de mierda y España se lanzó a la calle mientras que a Vinicius le llamaron claramente "macaco" y, aún hoy, nueve días después de aquello, ni el periodismo ha dicho nada, ni ha dicho nada tampoco Iglesias, ni ha abierto la boca Echenique ni han intervenido naturalmente las ministras de Igualdad o de Asuntos Sociales. Es más, y lejos de intervenir, algunos periodistas han hecho todo lo posible por manipular, y en concreto un programa de televisión que se llama El día después, que amputó justamente el instante en el que un troglodita llamaba macaco a Vinicius, lo que sirvió a Maldini, por ejemplo, para atacar al agredido y no al agresor. Es decir, con Vinicius Júnior quedó inaugurado el racismo inverso: te insultan y eres tú el que debes corregir tu comportamiento. Hace dos días Vinicius pedía que hubiera un castigo severo pero en el país de las libertades que es España a Vinicius le han (le hemos) dejado más tirado que a una colilla. ¿Por qué? Pues porque, en realidad, España no es el país de las libertades sino el del marketing, el del show. Al Gobierno jamás le importó que Cala hubiera insultado o dejado de insultar a Diakhaby, lo que quería el ala comunista del gobierno era utilizar a Cala, zarandearlo, arrojarlo a los leones. ¿Sin pruebas?... ¡Pues sin pruebas! Agitación y propaganda, lo mismo que hacían (ya no sé si lo siguen haciendo) con el tocomocho.
Vinicius no ha merecido su portada. El Gobierno no se ha solidarizado con él. El Barcelona ha sido incapaz de localizar al individuo que le insultó delante mismo de la cámara de televisión. Anoche mismo escuchaba a Tomás Guasch defendiendo contra viento y marea y, por supuesto, él solo, que el caso de Vinicius era reprobable. Al parecer, y según lo que le oí decir a mi tocayo Castaño, la diferencia entre el insulto que no se produjo y el que sí se llevó a cabo es que Diakhaby se fue del campo por voluntad propia y a Vinicus lo cambió Ancelotti. O lo que es lo mismo: Vinicius de Olivera Júnior es un negro de segunda categoría, uno que no importa demasiado, ese tipo de negro al que se puede llamar perfectamente macaco sin que nuestras vidas se vean en absoluto alteradas. Vivimos la ilusión que nos generan. Querían que Cala fuera culpable y casi lo logran y ahora quieren que el tipo que llamó macaco a Vinicius sea inocente y van a luchar hasta el final por ello. Es como para sentirse orgulloso, ¿a que sí?
No hay comentarios:
Publicar un comentario