Dentro del reglamento taurino debería de haber una ley que prohibiera que ningún diestro pudiera estar más de veinte años en el escalafón porque, con dicho tiempo es más que suficiente como para haberte hecho rico o haber abandonado.
Otro que también baila
Pla Ventura
Toros de Lidia / 10 junio, 2022
Lo que está ocurriendo en la actualidad en el mundo de los toros es vergonzante, hasta el punto del insulto, caso de Antonio Ferrera que, con sus acciones está denigrando su profesión de torero actuando por esos pueblos de Dios en que, sin dinero y sin gloria, al parecer, dicho diestro, es feliz arrebatándoles el puesto a muchos chavales sin fortuna que, el único asidero que les quedaba eran los pueblos y, entre Morante y Ferrera se han encargado de hundir en la miseria a tantos chicos que empiezan.
Los toreros, caso de Ferrera, han perdido su dignidad puesto que, el diestro pacense, rico y hacendado, quiere rebañar los cuatro “duros” que queden por los pueblos para llevárselos a su casa. Si esa es su intención, que le sean de mucho provecho pero, insisto, un tipo como él, harto de asumir riesgos importantísimos, de matar corridas como Dios manda, con la vida resulta, con “mil años” como diestro de alternativa y, para que la desdicha sea mayor, acude a los pueblos. Sí, es un caso como Morante pero, con la salvedad de que Morante, pese a la indecencia de sus actos, siempre apetece verle por si suena la flauta pero, ¿habrá un solo aficionado pendiente de Ferrera por aquello del interés que pueda despertar?
Dentro del reglamento taurino debería de haber una ley que prohibiera que ningún diestro pudiera estar más de veinte años en el escalafón porque, con dicho tiempo es más que suficiente como para haberte hecho rico o haber abandonado. De estar vigente esa ley que aludo, nos ahorraríamos ahora estas letras y no tendríamos que soportar ni a Ferrera, Morante, El Fandi, El Juli y demás pegapases del toreo que, siendo muy libres de hacer lo que les venga en gana porque no existe nadie ni nada que se lo impida, en el peor de los casos deberían tener la decencia de acudir a las grandes ferias y dejar a los pueblos, como ha sucedido siempre, para los chavales que siguen soñando en una oportunidad. ¿Se imagina alguien a Paco Camino toreando en Villamayor de Santiago o en Caravaca? Es más, Camino como todos los toreros de su generación estuvo en activo apenas un decenio y se marchó rico a casa. ¡Cómo han cambiado los tiempos!
Ferrera podría mirarse, entre otros, en el espejo de su apoderada, la señora Cristina Sánchez que estuvo un lustro en activo, ordenó su vida, se retiró y no mendigó ante nada ni ante nadie. Insisto que, lo de este hombre es irritante porque quizás que, en su ignorancia, hasta es capaz de pensar que la gente compra la entrada en la reventa para verle. Todo lo contrario porque, para su condena, ya no interesa ni el número de la cabra que suele montar en cada festejo a poco que vea que un toro le pueda ayudar para su obra circense.
Qué lejos queda la imagen honrosa de Antonio Ferrera cuando mataba el toro de verdad, se jugaba la vida, emocionaba incluso con las banderillas pero, un día de la vida descubrió que, la “grandeza y el glamur” llegan por otros derroteros y, allí se aferró. Nada que objetar porque si se lo permitieron me parece muy bien. Ahora, en el ocaso de su carrera, quiere seguir protagonizando gestas de relevancia que, pese a todo, no le conducirán a la gloria. Entiendo que quiera matar seis Miuras en Pamplona, pero tampoco lo comparto porque hay toreros de sobra para completar un cartel heroico en dicha ciudad. ¿Qué está pasando entonces? Lo dicho, rebañar todo lo que quede que, como sabemos, en Pamplona es un dineral porque sigue siendo la plaza que mejor paga a los toreros pero, que acuda a los pueblos por las migajas que allí puedan darle, además de ser un acto de irresponsabilidad, es todo un “atentado” contra los matadores jóvenes sin cartel que, esperanzados, anhelan esa oportunidad que Ferrera les roba.
Por cierto, ayer se celebró en Caravaca la corrida que festejaba el día de la comunidad de Murcia y, en el cartel, Rafaelillo, Antonio Puerta y, como gran figura, Antonio Ferrera, mil personas en la plaza en un festejo que empezó con media hora de retraso, no había agua pare gar el ruedo y la polvareda que allí se desató llegaba hasta Albacete. Eso sí, se lidiaron seis becerrotes de Albarreal para que la gran figura triunfara. Menuda vergüenza de toros que, sospechosos de pitones, sin fuerzas y con santidad en sus embestidas propiciaron que, Rafaelillo toreara como los ángeles, incluso hasta dio dos chicuelinas con la muleta. Se cortaron orejas por doquier porque la presidenta del festejo, María José Barrera es una señora muy dadivosa para con los suyos y, como se demostró, hasta para con los forasteros.
Doce años llevaba la plaza de toros de Caravaca sin dar espectáculo alguno y, tras lo visto en el día de ayer, lo mejor que puede hacer esa plaza es permanecer cerrada. Si después de tantos años, en el día de la Región de Murcia y se congregan mil personas, lo dicho, cerrada está mucho mejor. Por cierto, quisiera ver los honorarios de los toreros. ¿Verdad?
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