ANDRES VAZQUEZ, UN SOCRATES DE VILLALPANDO
Andrés Vázquez fue un torero dominador, hecho en las capeas, admirador de Domingo Ortega y de El Viti, que evolucionó de unas formas netamente "vitistas" a otras más belmontinas (su media verónica era colosal), para recalar en un noble bienvenidismo. O sea, que Andrés Vázquez fue un torerazo que, pese a sus diez Puertas Grandes de Las Ventas y a sus éxitos con los victorinos (histórico el logrado con "Baratero") le faltó quizá interés por el dinero y le sobró pureza, como reconocía el propio torero.
Le vi torear en Madrid con pabloromeros, en Málaga, en Sevilla, donde recibió una cornada... Llevo en su cuadrilla a grandes toreros, como nuestro paisano Pepín Fernández, quizá el cordobés que con más propiedad puede hablar del maestro zamorano. Andrés creyó en Pepín desde el principio, proponiéndole que desistiera de la alternativa ya programada para entrar en su cuadrilla. Pepín no lo olvido, y dice que esas primeras temporadas le permitieron torear con los mejores diestros de Córdoba y luego ir de figura banderillero con otros de la talla de Curro Romero, Rafael de Paula, Paco Ojeda o José Luis Vázquez. Por esa gratitud, cuando Andrés estuvo en Córdoba en 2018, Pepín estuvo el primero para darle el primer abrazo. El encuentro, que yo presencie, fue emocionante para ambos. Pepín me está enviando fotos con el maestro Andrés. Otro gran banderillero de la cuadrilla fue el portugués Mario Coello. Era un torero muy lucido y muy promocionado por Andrés para que fuera matador de toros. Mario paraba los toros lanceando por largas, compartían después el tercio de banderillas y hasta el tercio de quites si actuaba el maestro de único espada, llegando incluso a torear al alimón.
Un día les salió todo redondo en Pamplona, que entonces tenia una afición seria (sus toreros eran Ordóñez, El Viti, El Pireo, Emilio Muñoz, Galán...) y Andrés cortó un rabo con su toreo castellano, y cuando se lo llevaban a hombros, les dijo a las peñas que sacaran también a Mario Coello, y así salieron los dos por la puerta grande.
Este Vázquez zamorano cultivó la amistad de los Vázquez sevillanos, con los que no le unía ningún parentesco, sino la admiración por el toreo clásico. Y así, Lolo Vázquez y Andrés fueron grandes amigos a partir de una estancia prolongada en Madrid de Lolo, durante la que se veían casi a diario Ese mismo sentimiento por el torero clásico, llevó a Andrés a torear con Antonio Bienvenida, su compañero en las tardes de victorinos, y si don Antonio tiene un monumento en la plaza de Las Ventas saliendo a hombros, al diestro de Villalpando se lo debemos. Se organizó un festival en el que el maestro Andrés estuvo colosal, y se levantó el monumento, pero los fondos fueron tan ajustados, que hubo de retirarse el grupo escultórico. Por presentar grietas la fundición. Andrés intentó organizar una corrida de toros de tres espadas, pero a las primera reticencias, le salió de dentro el orgullo torero y dijo que toreaba de luces el solo, a pesar de estar retirado.
Cortó tres orejas, salió por la Puerta Grande y Antonio Bienvenida sigue saliendo a hombros cada amanecer gracias al maestro de Villalpando, reflejado por el escultor Luis Sanguino en la figura del grupo situada en primer término que brinda al diestro que va alzado en triunfo.
Su ultima actuación fue lidiar en Zamora un victorino al cumplir los 80 años, estando extraordinariamente bien.
Pero tanta torería empalidece ante su filosofía. Andrés Vázquez hablaba en literatura, en una prosa como la de Delibes. Su teoría era que el toro bravo es el único animal que posee derechos. Ni el caballo, ni el perro, ni ningún otro animal puede realizar acciones que no sean las queridas por el ser humano. Jamás se les concede a los animales el derecho de defenderse del maltrato. Los animales viven en su trato con el hombre esclavizados. El toro, en cambio, tiene derecho a dar un susto al torero, tiene derecho a lesionarlo, tiene derecho a herirlo y tiene derecho a matarlo. Y así, Andrés se sentía sacerdote de un rito en el que se sacrificaba un dios, como decía García Lorca.
Andrés era un torero y un sabio. Sus palabras eran siempre una explicación de la vida. Su cultura le permitía hablar del románico o del barroco, de toros o de flamenco, y siempre con un sentido trascendente. Andrés Vázquez, El Nono de las capeas, era un filósofo, un Sócrates de Villalpando.
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