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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 15 de agosto de 2017

INDULGENCIA CON ESCAPULARIO AJENO / por Eduardo Soto Alvarez



Quizás, por lo acuciante de la situación, alguien haya podido pensar erróneamente que la solución pueda venir por la vía de una intervención militar extranjera, pero será siempre nuestro deber como venezolanos, salvaguardar la patria contra tirios y troyanos. Sería doloroso constatar que los sexenios chavistas, durante los cuales el régimen ha venido entregando la soberanía de la patria a manos foráneas, haya podido hacer metástasis en el sentimiento patriótico de la mayoría de los venezolanos.


INDULGENCIA CON ESCAPULARIO AJENO

Eduardo Soto Alvarez
Ex Embajador de Venezuela
No se puede estar de acuerdo con la amenaza del uso de la fuerza proferida por un mandatario, menos aun cuando procede de quien está al frente de una gran potencia.

Nadie podría ignorar olímpicamente uno de los principios rectores de la convivencia entre naciones, ni hacer caso omiso del fundamento de su andamiaje institucional. 

Pero tampoco nadie puede empecinarse en obstaculizar la acción colectiva de organismos internacionales, para forzar en su lugar pronunciamientos de carácter unilateral que, como el de ayer, tienden a generar de inmediato una benévola reacción mundial, logrando indulgencia con escapulario ajeno, aun cuando se trate de un régimen dictatorial.

Las infortunadas declaraciones, desinflan la presión que se venía ejerciendo contra el régimen chavistoide, lo coloca en la tan ansiada posición de mártir y lo apresta para sacar máximo provecho en la escena internacional; mientras que internamente continúa atenazando al pueblo venezolano y obligándolo a seguir el rumbo establecido por sus tutores cubanos, verdaderos autores del libreto que se está desarrollando, paradójicamente, con la irreflexiva pero oportuna cooperación de uno de sus más encarnizados adversarios. 

Debería ser evidente para todos, que el régimen chavistoide no defiende principios sino que los aprovecha según convenga pues, de otra manera, hubiera rechazado hace tiempo la injerencia cubana en nuestros asuntos internos. Tampoco acepta instrumentos que defiendan la democracia, como la Carta Democrática Interamericana y el Protocolo de Ushuaia, confirmando a nivel internacional su talante dictatorial, característica del régimen que no puede desdibujar ninguna declaración por preocupante que haya sido. 

Quizás, por lo acuciante de la situación, alguien haya podido pensar erróneamente que la solución pueda venir por la vía de una intervención militar extranjera, pero será siempre nuestro deber como venezolanos, salvaguardar la patria contra tirios y troyanos. Sería doloroso constatar que los sexenios chavistas, durante los cuales el régimen ha venido entregando la soberanía de la patria a manos foráneas, haya podido hacer metástasis en el sentimiento patriótico de la mayoría de los venezolanos.

Los esfuerzos de la comunidad internacional no pueden ahora flaquear, ni permitir que una infeliz declaración se utilice como patente de corso, para que el régimen chavistoide terminen de liquidar impunemente la democracia en Venezuela. 

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