Mano a mano y encerronas.
Juli, Talavante y Diego Ventura
Pedro Javier Cáceres
Se cumplieron los pronósticos y las expectativas. Tampoco era de Guinnes. Huelva ha sido una fiesta, de hecho lo es, todavía, hoy domingo.
La fórmula JT ha dado resultado, por segundo año, en Huelva. No solo en su evento puntual, sino colaborando -en abono corto y con otros carteles atractivos- a que la plaza registrara un lleno, un casi y un más de media.
Mucho mérito en los tiempos que corren pero tampoco de oro olímpico en un aforo de 7.000.
Del resultado artístico, expectación y ambiente, de acontecimiento único, de la corrida de dos toreros ya se ha publicado todo.
Cuentan que, por lo que será verdad: extraordinario JT con el buen Jandilla (en algún lado se desliza que con la espada no anduvo fino, pero que su majestuosidad valió las dos orejas), con buen punto en el noble de Victoriano del Río que, dicen, se fue viniendo abajo. Y entregado hasta la línea roja —cuyo traspaso tantos éxitos le ha dado- con el “complicado” (es la descripción general del comportamiento del toro) de El Pilar.
El capítulo Morante se resume en verónicas sublimes y muy artista y comprometido en el toro que sirvió, el de Juan Pedro.
Se argumenta la falta de rivalidad, que cada uno compitió consigo mismo, que justifica la ausencia de quites, miradas de reojo, etc.
Para compensar lo que es un acontecimiento juntando a los dos toreros que más voluntades mueven, se programó, al día siguiente, un mano a mano. En principio Juli- Manzanres, que quedó en Juli- Talavante.
Entre los tres no hay mal rollo, incluso entre Juli y Talavante complicidad.
Se anunció como un mano a mano y respondió a lo que se entiende por tal (repasar crónicas). No se cortó el ambiente con un cuchillo como en el Ponce-Morante de Valencia pero pasó el corte de lo que debe ser un mano a mano.
El Juli volvió a banderillear para provocar a Talavante, los quites fueron efervescentes y con la muleta no había puntada sin hilo que no tuviera destinatario en el ocasional rival.
El mano a mano fue fragancia cara de a diario dentro de la competición de la temporada antes que esencia de pachuli para neos. Las nueces y el ruido.
En 24 horas se delimitaron conceptos tendentes a confusión sobre las corridas de dos toreros y el mano a mano.
Luego, tal que hoy, se anuncia una “encerrona”. La protagoniza un rejoneador: Diego Ventura. Y también marca diferencias entre los que es un atracón y un reto.
Entre los toros elegidos, uno de Miura y otro de Partido de Resina.
Quizá de todos los eventos concatenados anunciados en Huelva sea este el más puro ya que a la distancia entre una corrida de dos toreros y un mano a mano como a las supuestas encerronas, si los protagonistas son figuras, suele faltarle, también, el factor principal: el toro. Y Ventura le ha dado su sitio.
¡Oh! Un rejoneador: pues sí, un caballero rejoneador; un torero…en figura.
De los tres acontecimientos anunciados se produce una subversión de valores. El de mayor repercusión es estrategia interesada, el de mayor rivalidad inter-primus pasa a un segundo plano, el de mayor compromiso desapercibido.
Así está esto. Punto.
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