Como a reses transhumantes que emprenden solas el camino cuando el calor derrite las nieves, a los oriundos sanmarqueros les gira un molinillo del estómago cuando se acerca el momento. En un par de días, en la víspera de San Marcos, estalla la Fiesta, revienta la primavera en Beas de Segura. Tras un año de alegrías y pesares, de apreturas y dificultades, de aciertos, de desatinos, de mentiras y de medias verdades, acorde con la enredada vida que nos hemos dado, nos acercarnos de nuevo a la fuerza bruta de la naturaleza. Al encuentro con el toro y con nosotros mismos. Y así, unidos y libres de prejuicios cantamos, reímos, comemos, abrazamos, bebemos y toreamos. El riesgo que aquí se busca y se corre tiene un sabor especial a pueblo y a hermandad. Los peligros son reales, vivos, no virtuales. Se ven venir. Sabemos a lo que nos enfrentamos y nos gusta hacerlo juntos. No vendría mal un San Marcos Nacional, por lo que supone de desencabronamiento, de insumisión, de tolerancia, de terapia colectiva, de tregua entre cainitas, de común unión. Señoras y señores, desde la España profunda, ¡Viva San Marcos!.
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