Se ha estrenado hace unos días, en Madrid y Valencia, la película Animal/Humano, una producción de ambiente taurino que logra captar la atención del espectador sin que a lo largo de sus 90 minutos aparezca ni un solo muletazo. Para ver muletazos hubo que estar en La Maestranza de Sevilla.
Ni un solo muletazo
Paco Delgado
AvanceTaurino/Abr. 21.2024
De siempre la relación entre el cine y el mundo taurino ha sido estrecha y cercana. Ya cuando los hermanos Lumiere presentaron su invento, a finales del siglo XIX, una de sus primeras cintas era Llegada de los toreros a la plaza, en la que se mostraba a los diestros anunciados en un festejo a celebrar en la plaza de Madrid en 1896. De entonces acá la lista de títulos es interminable. Desde la adaptación de Sangre y arena de Blasco Ibáñez o la Carmen de Mérimée, revisitadas posteriormente en la época dorada de Hollywood -cuando los directores y productores norteamericanos viajaban frecuentemente a Tijuana y otras plazas del norte de Méjico para aprender de qué iba el toreo y James Dean sentenció que o triunfaba como actor o se haría torero- hasta las fallidas biografías de Belmonte y Manolete pasando por los cientos de filmes producidos en España en la segunda mitad del siglo XX teniendo como protagonistas a otros tantos matadores -la lista es casi infinita: El Cordobés. Litri, Camino, Martín Vázquez, Palomo, El Pireo, Miguelín, Antonio Bienvenida, Enrique Vera, Ángel Teruel, Domingo Ortega..-, la presencia de la tauromaquia en las pantallas ha sido constante. Y de todo ese inmenso caudal yo destacaría tres títulos: El bravo, de Irving Rapper, que cuenta la vida del toro en el campo hasta su llegada a la plaza; Torero, de Carlos Velo, protagonizada por Luis Procuna y que penetra en la psicología y mente del diestro; y Tu Solo, de Teo Escamilla, en la que se narra la vida de una escuela taurina, en esta caso la de Madrid. Pues bien, de esas tres fuentes bebe este Animal/Humano de Alessandro Pugno, que, sin embargo, confesaba no conocer ni tener noticia de la película americana rodada por Rapper en 1956.
Pugno, que debuta con este título en la dirección de un largometraje de ficción, cuenta, en planos paralelos, la historia de un niño italiano que llega a España para ser torero y la de un becerro que nace al mismo tiempo y que terminarán uniendo sus destinos en una plaza. En su línea argumental quedan perfectamente reflejados los valores que imperan en el toreo, disciplina, tenacidad, esfuerzo, espíritu de sacrificio y superación… y el amor del hombre del campo por el toro, dejando claro el respeto que se siente por este animal. Un planteamiento que capta la atención del espectador y que reafirma al aficionado en su gusto y que debería ser tenido muy en cuenta por quien reniega por sistema de un espectáculo único y extraordinario que, muchas veces, casi siempre, ni siquiera conoce. Y todo ello sin que en su metraje aparezca ni un sólo muletazo.
Esos hubo que verlos en La Maestranza sevillana, donde ya hubo brillantez, y mucha, en los festejos previos al encendido de los farolillos que marca el inicio de la Feria de Abril. Y si Juan Pedro García “Calerito” salió ya a hombros en el segundo festejo del abono, en una función en la que también se vio el buen hacer de Lama de Góngora, en la tercera función se vivió una gran tarde de toros. De toros y toreros, porque si Santiago Domecq lidió un encierro de magnífico juego, con un quinto ejemplar sencillamente sensacional, y otros cuatro, primero, segundo, cuarto y sexto, así mismo de nota alta aun con matices, los de coleta que se midieron a ellos dieron adecuada réplica, especialmente David de Miranda, que cuajó una faena impecable a “Tabarro”, aquel quinto que confirma el refrán.
Y muletazos hubo de Miguel Ángel Perera el día después, vaya si los hubo; tantos y de tanto calado que el torero extremeño terminó abriendo la Puerta del Príncipe tras apurar un muy buen lote de El Parralejo, dejando claro que, a sus 20 años de alternativa, se encuentra en un momento extraordinario. Y de Luque, que abrió también la puerta principal de La Maestranza el día 12, en un festejo en el que Urdiales regaló carteles y Talavante ofreció su versión más seria. Y de un heroico Escribano, que además cortó dos orejas pese a ser herido por un toro de Victorino…
Hasta entonces, de cine.
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