Que quieren que les cuente de Sevilla
Con una canción de éxito del pasado siglo, podemos resumir: Sevilla tuvo que ser, por las orejas cortadas, una plaza sin rigor y con puertas arrastradas...
Cinco festejos y disparates por doquier. Decisiones triunfalistas, o erráticas, que empobrecen los triunfos de los toreros o ganaderos en la plaza, eso es lo que hemos visto estos días.
Resumiendo, podemos decir que ya han salido dos toreros por la puerta del príncipe, que antes se escribía con mayúsculas, Miguel Ángel Perera y Daniel Luque. Siempre es bueno para la causa del triunfalismo que sucedan estas cosas, pero lo lógico y correcto es que sea tras de suceder algo que realmente se acomode a lo que representa esa famosa puerta. Salir se sale, pero queda un poso de haberlo hecho de forma excesivamente festiva. Más acorde la primera que la segunda, pero en ningun caso con el rigor que habría que exigirse a una plaza de máxima importancia.
Las orejas han sido repartidas con exagerada multiplicación, como si de los panes y los peces se tratara, devaluando también su valor. Lama de Góngora, Calerito por partida doble, José Garrido, Borja Jiménez, Diego Urdiales y Alejandro Talavante, además de las primeras necesarias para las salidas a hombros obtenidas por Perera y Luque. Dos en un mismo toro para David de Miranda y las conseguidas en sus segundos por los citados Perera y Luque. Quince orejas en cinco tardes, una media de tres por tarde, casi cuatro si quitamos de la aritmética la tarde que no hubo ninguna, lo que viene a demostrar lo ligero de los pañuelos del público y del palco.
No todas con el mismo peso y lamentablemente alguna sin conceder como le pasó a Paco Ureña que se quedó sin ella. Los premios a los toros también discutibles, una vuelta a un toro de El Parralejo y no vuelta a otro de Santiago Domecq, los dos mejores encierros lidiados. Falta de criterio y de rigor muy señalados en estos primeros cinco festejos. Solo una corrida, la de Juan Pedro Domecq, ha impedido que los toreros salieran triunfadores. Mala presentación de los toros de Juan Pedro y Cuvillo para plaza de primera.
Aún así, quedan aquí reflejados los marcadores por los que tantos se rigen, y allá esos públicos y aficionados, pero han de perdonarme cuando digo que el toreo es un sentimiento y eso no es medible en trofeos, ello se mide desde el corazón apretado cuando se ve ejecutar el Toreo con mayúsuculas.
Curioso es lo que queda después de lo visto y resulta, que para quien escribe, se encuentra bastante alejado del marcador de las orejas y las puertas. Así, en el recuerdo, tengo los naturales de Ureña, el capote de Morante y Aguado y la bella faena de Urdiales. Todo ejecutado desde los principios del toreo eterno, basado en la verdad, la naturalidad, la armonía, la caricia a las embestidas, la belleza, el temple y el compás. Estos cuatro diestros, que solo contabilizan una oreja entre ellos, la bien conseguida por el riojano, son a la postre los que ocupan mi memoria de lo acontecido. No quiero dejar de recordar también a David de Miranda, la faena más compacta de dos orejas, por su muy vertical y diferente personalidad.
Solo nos queda esperar para saber si seguiremos por el mismo camino o Sevilla y su palco son capaces de cambiar.
Desengáñese. Las cosas son asin.
ResponderEliminarLo único que a Ureña no le dieron
una porque pensaron que el toro era de dos. Pero ya llegará el martes y el jueves Emilio de Justo para poner las cosas en su sitio