“Fisgador”, cinqueño como casi todos, excepto el segundo, salió como tanteando, dudando, hasta que se fijó en el postrado y acometió. Voló el capote cambiándole el viaje, rugió la plaza, y de regreso cinco verónicas tuvieron como fondo un atronador jaleo que ya no cesó. Era la otra parte de la fiesta, la basal, la que desnuda los cimientos que la sostienen. El coraje contra la fuerza de la naturaleza y la adversidad. El valor sin avalorios. Un hombre herido, ataviado así, poniendo su vida como aval de torería. Era eso.
La Maestranza que había pasado por un sube y baja de pasiones, buenas y malas, que se había sobrado con uno mientras al otro le había negado hasta la música, se olvidó de todo sesgo y se entregó sin reato al de Gerena. Que increíblemente pidió las banderillas y colocó dos pares arriba de los cuales salió renqueando y pidiendo en medio del volcán que lo eximieran del tercero.
La brega corrió efervescente, como un río de lava, con más emoción que concierto entre ovaciones que parecía abjurar de la estética en pro de la ética. La minusvalía física valorizaba más la gesta. Por la cara, en los medios y en jurisdicción de cachos inciertos. Cuando tras seis derechas y uno de pecho, Manuel se tiró con todo, el acero hasta los gavilanes quedó pasado pero fulminante. Las dos orejas y una petición de rabo, a la que don Gabriel Fernández Rey contestó desde su palco agitando las palmas con gesto de no tengo más. La vuelta fue a sombrero voleado. Escribano ya no cojeaba, pero tras ella entró de nuevo a la enfermería. Debía llevar los puntos reventados imagino.
A Borja Jiménez, quien bordó estupendos naturales al blando tercero le dieron una oreja por media espada, trasera tendida. Y a Roca Rey que había puesto el “No hay billetes” y estuvo en sus dos lidias por encima de sus toros, matándoles además con sendas honorables estocadas, lo trataron con irrespetuoso desprecio. El encierro no fue bravo, no fue poderoso, no fue descomunal, no “ayudó”, no se dejó, pero la personalidad propia de su raza puso lo necesario para que la tarde fuera tan intensa, tan conmovedora y difícil de olvidar.
FICHA DEL FESTEJO
Sevilla. Sábado 13 de abril. Plaza de La Maestranza. 7ª de abono. Sol. Lleno de “No hay billetes. Seis toros de Victorino Martín, cinqueños, menos el segundo, con 531 kilos promedio, entipados, blandos y diversos.
Escribano, herido por el primero y dos orejas con petición de rabo
Borja Jiménez, saludo, oreja y saludo
Roca Rey, silencio y algunos pitos
En español se dice ABALORIOS, no " avalorios". Abalorio es una palabra de origen hispanoárabe, " aballuri", que procede del árabe clásico "billaur" que significa vidrio y, a su vez procede del griego "bérilos".
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