LA VOZ DEL CÓNDOR: De marrano.....a chancho / por Bocanegra

Triste destino el del chancho

De marrano... a chancho

Bocanegra

Madrid, 27 de Noviembre de 2011.-

Olvídese, o no, el término "marranus" (marrano) aplicado al judío converso cuyo significado sería  “forzado a la amargura”. 

El cuento trata del marrano que deriva a chancho, desde las estribaciones de la ibérica Sierra Morena hasta el lomo a los Andes ecuatorianos. Ese especimen de la clase Mammalia, familia Suidae, género Sus, especie Scrofa y que goza de Nombre Trinomial Sus strofa domésticus; es decir el cerdo doméstico, que a las pocas semanas se le conoce como lechón o mamóm y de adulto recibe el nombre de puerco -el cochino cebado- adoptándo un cuerpo pesado y redondeado, patas cortas con pezuñas y cola corta. La piel, gruesa y dura especialmente la de la jeta. A pesar de su apariencia suele ser ágil y despabilado, especialmente para persuadir a sus congéneres con cantos cochineros.

Aunque en estado salvaje sería hervíboro con una mandíbula preparada para ello, en su domesticación se convierte en omnívoro, muy omnívoro y de amplias tragaderas, por lo que se hace muy fácil echarle de comer...le cabe todo.

Oscura vida la del marrano, uno más entre la piara anodina. Su pelaje blanco por el que hubiera suspirado alguna figura negra, le coloca en lo más bajo del linaje porcino.

En su deambular ajamonao, va por ahí relegado entre cagajones de bovinos ibarreños, medio trotando entre las estacas olivareras que sustentan el manto plateado del Jaén machadiano, persiguiendo su maná perdido, la pócima mágica, la bellota encinera que le eleve a la cúspide nobiliaria de la alcurnia marranera: ser cochino, pero ¡cochino negro!; sin embargo el olivo no da bellota...ni hay quien se la eche  a sus avariciosas fauces, así que tiene que buscar nuevos horizontes.

Ante la generosa geografía patria y la rica multiplicidad de las tierras de España hace ascos a ser cocho en Asturias, porco en Galicia,  chon en Cantabria, tocino en Aragón, guarro en Extremadura, o chirro en La Mancha.... ¡ay! Córdoba y sus Pedroches, ¡Ay! Salamanca y su Guijelo, ¡Ay! Huelva, tan cerca y tan lejos, Jabugo, Cortegana, Cumbres Mayores...olimpos de la exclusivista raza ibérica. 

¿Cumbres Mayores? pues para cumbres más altas las de la cordillera andina, clara deducción lepera salida del majín marranero entre lágrimas que humedecen los blancos morros de este aspirante a ricacho cochino negro; y allá va, con firme decisión, impasible el ademán quizás como sus antepasados, por la bellota hacia los Andes, a las faldas del Pichincha, soñando con un El Dorado bellotero.

Allá no encontrará a su Agamenón pero sí a sus cartelianos porqueros, ávidos recaudadores, depredadores de reses bravas y mutiladores de corridas de toros. El animalito viajero halla así su maná y por fin pasa a ser chancho, pero ¡qué horror! además no deja de ser marrano, ni cocho, porco, chon, tocino, guarro, o chirro, y sigue tan blanco como los tendidos de la Iñaquito bajo el sol de la mitad del mundo; el chancho jamás será pata negra, en Quito tampoco disfrutará de la bellota, a todo lo más le darán lo que, desde los tiempos de Esaú y Jacob, se le viene dando a los que no se merecen otra cosa: un plato de lentejas.

Y tan a gusto que va el tal chancho en lodo, el de sus porqueros, el lodo de sus porqueros...