la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 10 de diciembre de 2014

LA INTOLERANCIA Y LA BRUTALIDAD / por Antolín Castro

Andrés de Miguel, el brutalmente agredido, con El Pana en nuestro X Aniversario


"...La afición a los toros comienza a ser una actividad de riesgo. El ejercer el derecho a tus propias ideas y aficiones se ha convertido en un recorrido de obstáculos por culpa de unos intolerantes para con dicha afición. Hasta hoy, que se sepa, la Tauromaquia está permitida y protegida por las Leyes españolas, si bien podemos afirmar que desprotegida totalmente por quienes tienen la obligación de hacer valer esas mismas leyes..."


LA INTOLERANCIA Y LA BRUTALIDAD


Es muy curiosa esta triste coincidencia. La intolerancia lleva aparejada la brutalidad en casi todas sus manifestaciones. Los toros desde hace un tiempo, antes no sucedía aunque fuera lo mismo -había a quienes les gustaba y a quienes no-, sufren de esa intolerancia por grupos cada día más activos y violentos. Y aquí, como no puede ser de otro modo en el mundo civilizado, no se trata de imponer nada a nadie, sino de que exista respeto para con los gustos y aficiones de todos. 

El vocablo reventar en una de sus acepciones nos dice que reventares hacer fracasar algo mostrando desagrado de forma ruidosa. Esta forma antidemocrática, pues de lo que no se quiere participar lo lógico sería dejarlo estar, es una de las acciones que los grupos antitaurinos vienen realizando en los últimos tiempos. Algo así como si por no gustarte la paella, que unos están dispuestos a engullir, lo impidieras por la fuerza derramando todos sus granos de arroz por el suelo. Además, haciéndolo a través de una acción con consignas y gritos alborotadores contra los que les gusta la paella. A que nos parecería una locura?

Si además, estas situaciones se desarrollan en los templos de la cultura, de la universidad, podríamos decir que son el colmo de la intolerancia, de las más elementales normas de educación y democracia, ya que ello se debe basar en el respeto a lo que dicen y piensan los demás, sin coacciones, sin presiones, sin violencia. La libertad permite pensar y opinar distinto, pero no eliminar el pensamiento y la voz del otro por la fuerza en una agresión intolerable.

La afición a los toros comienza a ser una actividad de riesgo. El ejercer el derecho a tus propias ideas y aficiones se ha convertido en un recorrido de obstáculos por culpa de unos intolerantes para con dicha afición. Hasta hoy, que se sepa, la Tauromaquia está permitida y protegida por las Leyes españolas, si bien podemos afirmar que desprotegida totalmente por quienes tienen la obligación de hacer valer esas mismas leyes.

Ni velan por ella desde los poderes públicos ni tampoco por los derechos de los ciudadanos que gustan de sentirse aficionados a esa Fiesta. Ya no solo a la entrada de las plazas de toros son increpados e insultados con frecuencia, la llamada violencia verbal, sino que también son capaces, ante la permisividad de las autoridades, de hacerlo en las aulas de una Universidad o en cualquier acto cultural donde se pretende hablar de la misma o de sus orígenes.

¿Dónde vamos a llegar, o dónde van a permitir que lleguen estos vándalos? Se me antoja pensar que para celebrarse acto alguno será necesaria la previa presencia policial que garantice la seguridad, y las libertades, de los participantes y del público asistente. 

Es curioso que en el fútbol, donde no prohiben la entrada de niños, se genere violencia a cada paso y en los toros tiendan a sostener que no es apto para niños. Ni por asomo se han dado casos iguales a los que suceden en el fútbol en ninguna plaza de toros. Pero hay más, a más posibilidad de violentos, más presencia policial. En esa línea, va a ser exigible en los actos taurinos, no por los aficionados pacíficos que se dan cita, sino por los violentos que acuden a reventar dichos actos y a quién se les ponga por delante.

En los toros siempre hubo que protegerse, es curioso, de la bestialidad y agresión de los toros, hoy hay que protegerse de la bestialidad y agresión de quienes no les gustan los toros. En la primera, al arte de sortear esas dificultades se le llama torería, en la segunda, para sortear la bestialidad hay que estar armado de mucha paciencia y tolerancia para no responder con la misma agresividad. Es más, no se ha dado ni un solo caso de que nadie haya sido agredido, por uno o por varios, cuando se estaba poniendo un piercing por ejemplo. Por poco que nos guste a los demás, impera la libertad y la tolerancia. 

Un aficionado herido en el ejercicio de su afición, y no por un toro, es el símbolo y el colmo de la brutalidad de quienes rechazan, por la fuerza, la fiesta brava. 

***

No hay comentarios:

Publicar un comentario